Louis de Wohl nos ofrece uno de los santos más populares, admirados y queridos de todos los tiempos. El escenario de la acción nos traslada desde Asís a Roma, a Sicilia, a las arenas de Egipto.
José es el padre que falta en la actualidad. Él mismo acogió, protegió y alimentó al mismo Dios y a su madre, María.
«Comunícase Dios con tantas veras de amor, que no hay afición de madre que con tanta ternura acaricie a su hijo», afirma san Juan de la Cruz. Es este uno de los hilos más poderosos que recorren, de manera furtiva, la obra de nuestro místico: la infinita ternura de Dios-madre. Dicha ternura es la atmósfera que se respira en su prosa y en sus versos. Y a su vez, está íntimamente conectada con otra palabra mágica que es «atención»: clave de la experiencia contemplativa más genuina. Esa que Juan de la Cruz ha condensado en dos palabras seductoras: atención amorosa. La experiencia de Dios no es solo una cuestión de «atención plena» (o mindfulness). Es mucho más. Es atención «amorosa». Es atención a una Presencia. A una Presencia infinita de amor y de vida.
El teólogo suizo Hans Urs von Balthasar (1905-1988) fue un autor muy prolífico, con una obra tan vasta y de contenido tan amplio que no es fácil encontrar, ni en la producción del mismo Balthasar, ni en la literatura sobre él, un texto que exponga de una manera suficientemente completa y global —a la par que sintético y accesible a los lectores que no conocen su obra— las fuentes y la estructura cardinal de su pensamiento. Este libro quiere introducir al lector en el pensamiento teológico de von Balthasar a partir de su Trilogía (Gloria, Teodramática y Teológica), considerada su obra cumbre y que recoge en buena medida su producción anterior. Se trata de mostrar el talante general de su persona y su vida, exponer las líneas esenciales de su pensamiento teológico y ofrecer algunos criterios fundamentales para su lectura y comprensión.
A este volumen le seguirá un segundo (Hans Urs von Balthasar II. Aspectos centrales de su Trilogía), complementario aunque independiente, en el que, en un segundo nivel de profundidad, se expondrán las líneas teológicas centrales de la Trilogía, a fin de dar a conocer las principales aportaciones en las diversas áreas de la ciencia teológica de uno de los autores más relevantes del pensamiento católico del siglo XX.
«Nos encontramos ante una magnífica introducción al pensamiento balthasariano cuyo valor más significativo es otorgar una visión orgánica de toda la obra del pensador suizo» (Del prólogo de Ángel Cordovilla).
El libro “fotografía” los últimos instantes de 100 santos, místicos y mártires, religiosos y laicos, ancianos y niños.
«He narrado la muerte de muchos santos, pero todos ellos me han confirmado la verdad de esta antigua intuición cristiana: “Cuando muere un santo, es la muerte la que muere"».
El autor presenta así una impresionante galería de santos, “fotografiados” en los últimos instantes de su vida. Para todos ellos, la muerte es la ternura de un abrazo, el encuentro con el Amado, largamente perseguido. Contemplaremos así la muerte de místicos y mártires, religiosos y laicos, ancianos y niños, que han aprendido el secreto del amor quizá en una vida breve pero enormemente intensa.
Mediante estos sugerentes “retratos” el autor ayuda a descubrir la vida como un viaje hacia una felicidad más plena, la de la Casa del Padre.
«Cierro los ojos sobre esta tierra doliente, dramática y magnífica, implorando una vez más sobre ella la Bondad divina. De nuevo bendigo a todos. Especialmente a Roma, Milán y Brescia». Así, nombrando tres ciudades, resumía Giovanni Battista Montini retrospectivamente su vida en un testamento realmente inspirado: la juventud en Brescia, los treinta años transcurridos en el Vaticano en la Secretaría de Estado, los ocho como arzobispo de Milán, y los quince en la cátedra del apóstol Pedro con el nombre de Pablo VI (1963-1978). Una vida, decisiva para el catolicismo contemporáneo, que este libro presenta en su primera parte, profundizando en la segunda la relación de un hombre moderno con la santidad, una dimensión que cuando es auténtica consigue atraer la atención no solo de los creyentes.
La autora ofrece un divulgativo perfil de la vida y obra de este filósofo y escritor del siglo I d. C., que remite a una cuestión de enorme actualidad: ¿debe el hombre perseguir su triunfo a cualquier precio? ¿En qué consiste exactamente el éxito? La pregunta recorre toda la producción literaria de Séneca, que muestra diferentes modelos de vida exitosa.
De origen hispano, sufrió el exilio y la deshonra, y llegó a ser uno de los hombres más ricos y poderosos de Roma, tutor y mano derecha del emperador Nerón. Defensor del estoicismo, su pensamiento ha influido en la historia de las ideas, y sigue repercutiendo hondamente en la evolución de la cultura, desde Hamlet a El Príncipe, Quo Vadis? o Los juegos del hambre.
En Elogio de la imperfección, Rita Levi-Montalcini hace un apasionado balance de su trayectoria profesional y vital, una odisea que recorre todo un siglo, coronada con el Premio Nobel de Medicina.
Rita Levi-Montalcini ha tratado siempre de conciliar dos aspiraciones irreconciliables (según el gran poeta Yeats): la perfección en la vida o la perfección en el trabajo. Lo logró optando por cierta imperfección en la vida y en el trabajo. Y al descubrir el placer que le procuraban ambas actividades, descubrió que eso, la imperfección, era lo que más se ajustaba a la naturaleza humana. Nacido en el seno de una familia judía–no ortodoxa pero sí practicante–, Levi-Montalcini vivió su infancia en Turín, mientras se libraba la primera guerra mundial, y se empeñó en matricularse en medicina en 1930 para doctorarse en neurocirugía. Ayudante del eminente histólogo Giuseppe Levi, montó un laboratorio en su propia casa cuando las leyes raciales de la Italia fascista le impidieron proseguir sus investigaciones. Tras la segunda guerra mundial, y durante treinta años, desarrolló su carrera científica en Estados Unidos, y el descubrimiento del llamado «factor de crecimiento nervioso» (NGF) le valió el Nobel de Medicina en 1986.