Disentir sin herir es cada vez más difícil, y más valioso, tanto en las personas como en las ideologías. Hay quienes no soportan una oposición a su punto de vista, y hacen uso de su poder siguiendo el proceder del pensamiento único: quien se mueva, no sale en la foto. A quienes se atreven a pensar y a cuestionar el statu quo pronto se les cuelga el cartel de homófobo, fascista o intransigente. Buscar la verdad es inconcebible: se construye o se inventa, pero no existe.
¿Es obligatorio pensar, si a veces solo trae problemas? “Pensar” requiere saber qué han dicho los demás, qué errores han cometido y qué verdades han alcanzado. “Pensar” requiere estudiar. El autor ofrece en este libro una valiosa introducción al pensamiento filosófico.
Rafael Corazón (Córdoba, 1952) es doctor en Filosofía y Teología. Ha publicado numerosos libros de filosofía, especialmente sobre Descartes y Kant, además de algunos manuales. Entre sus obras se encuentran La verdad, un consenso posible ; Kant y la Ilustración ; Filosofía del trabajo ; El pesimismo ilustrado ; Agnosticismo y Filosofía del conocimiento.
Conocer las raíces culturales de la Europa actual, con sus luces y sus sombras, puede ayudar a despertar inquietudes para corregir los errores sin renunciar a las muchas cosas buenas que Occidente ha aportado al mundo. Pero la tarea crítica, de la que Kant ha sido el abanderado, precisa que nos proveamos de un criterio objetivo, real, absoluto. Cuando la subjetividad se erige en la última norma y medida de la verdad, el bien y la belleza, la realidad queda arrinconada, se vive de espaldas a ella, y las tinieblas sustituyen a las luces.
Una Ilustración que margine el ser, que no haga justicia a la realidad, es, como advirtiera Platón en el mito de la caverna, un conocimiento sofístico que enseña frases hechas, tópicos, pero que no libera.
Sin pretender agotar el tema, el autor se dirige a un público amplio, con cierto nivel cultural, que se pregunta por las causas del malestar que flota en el ambiente. Trata de llamar la atención sobre la debilidad del fundamento en que se asientan muchas ideas valiosas que compartimos en Occidente.
Rafael Corazón González (Córdoba, 1952) es doctor en Filosofía y profesor de Enseñanza Secundaria en un Instituto de Málaga. Ha ejercido la docencia de la Filosofía durante más de veinte años, tanto en el Bachillerato como a nivel universitario, y ha publicado diversos artículos en revistas filosóficas, así como varios libros y ensayos, entre otros, dos libros de texto de Bachillerato. Entre sus obras cabe destacar: Las claves del pensamiento de Gassendi (1995); Agnosticismo (1997); Fundamentos para una filosofía del trabajo (1999); La verdad, un consenso posible (2001), y Saber, entender... vivir (2002), los dos últimos publicados en esta misma colección.
Conocer la naturaleza, fiabilidad y alcance del conocimiento ha sido una preocupación constante a lo largo de la historia de la filosofía. Pero ¿cómo llevar a cabo esta labor si para ello hemos de fiarnos previamente de él? Además, el conocimiento ¿es apertura a lo real o clausura en nuestras propias concepciones y teorías?
Para los clásicos el hombre formaba parte de la realidad, si bien podía trascenderla y trascenderse. Para la mentalidad moderna la naturaleza es la materia prima para que el hombre construya su propio mundo. En este giro antropológico ha influido decisivamente la pérdida de la noción aristotélica de intencionalidad.
Problemas tan actuales como el agnosticismo, el relativismo, el ateísmo, el escepticismo, el nihilismo, etc., se resuelven con solo cambiar de punto de vista. Aceptar la verdad no es someterse a algo extraño, no es llevar una pesada carga que nos impide caminar. Al contrario, la verdad nos hace libres, nos permite encontrar aquello que buscamos "por naturaleza", como diría Aristóteles