La figura de Jesucristo nos interroga siempre, ya que no se reduce al Jesús de la historia propio de los historiadores; también el Jesús imaginado por la fe, el Jesús «en exceso» y que sus seguidores denominan Cristo, pertenece a la historia. Pero ¿cómo puede hacerse comprensible la figura teológica de Jesús en una época dominada por los tópicos y las sospechas?
En este sentido, el reto de la cristología actual se inserta en el de toda la teología: hacer creíble a Dios de modo que no sea una divinidad sin más, sino Aquel en el que cada hombre escucha su propio rumor.
Al plantear una nueva mirada sobre la identidad narrativa de Jesús, que supera el dilema entre la identidad histórica y la dogmática, y abordar una lectura renovada de los relatos de la resurrección y de los títulos reconocidos a Jesús, la cristología tiene una nueva oportunidad para ofrecer hoy un discurso abierto sobre Dios y sobre el hombre.
Jesucristo es el sexto volumen de la extensa y sugerente dogmática que lleva por título Dios para pensar.
Dos de los rasgos que sin duda caracterizan la cultura actual son la laicidad, o sea, la pretensión de vivir las distintas realidades de la existencia sin ponerlas en relación con Dios, y el respeto y aprecio del pluralismo, que conlleva el rechazo a la imposición de cualquier creencia o verdad.
En principio, ambas ideas podrían considerarse contrarias tanto a la fe cristiana, que precisamente quiere encontrar a Dios en todos los ámbitos de la vida, como al monoteísmo, que postula la existencia de una única realidad absoluta.
La genialidad de la reflexión teológica de Adolphe Gesché parte de no aceptar tal conflicto. Para él resulta obligado esforzarse por dialogar con la mentalidad moderna y sus valores si se quiere seguir hablando bien de Dios y bien del hombre. En este sentido, el cristianismo debe recuperar de su interior aquellas afinidades que le conectan con el ateísmo y con el rechazo a las verdades absolutas, para alcanzar la única verdad que promueve la comunión de todas las sensibilidades verdaderamente humanas. Sólo así podrá profundizar en la paradoja que caracteriza su ser.
El sentido es el séptimo y último libro de la extensa y sugerente dogmática de Adolphe Gesché que lleva por título Dios para pensar.
«¿Sigue siendo útil la teología para el hombre de hoy? ¿Puede ayudarle a buscar ‘sentido’ a su existencia? No, si trata de hacer de Dios la condición del sentido y convertirlo en su única fuente. Sí, si la teología ofrece una iluminación propia, la de la actualización de un exceso, de una gratuidad y de unos confines que permiten al sentido surgir de sí mismo en cada hombre. La teología se convierte así en necesaria para el tiempo presente y ofrece la posibilidad de hacer brotar el sentido.
En el presente libro intentaremos descubrir el sentido precisamente allí donde él se vive, es decir, en aquellos que yo llamo los lugares de sentido: la libertad (¿se puede imaginar la aparición del sentido sin que exista libertad?); la identidad (¿quién soy yo?, ¿tengo sentido?); el destino (¿qué puedo hacer de mi vida?); la esperanza (¿al final de la vida se encuentra el sentido o es la esperanza sólo la última ilusión de la caja de Pandora?); en fin, lo imaginario (lugar de leyendas, mitos y ficciones, fuente casi inagotable donde intentamos renovar el sentido).
Abrir el sentido hasta sus confines es abrir posibilidades, es contar una aventura posible, es procurar que cada cosa y cada acontecimiento pueda comprenderse de la mano de una visitación, de un cambio de perspectiva, de una trasgresión de lo que parece que debe ser siempre. Ahí está sin duda la clave del sentido» (A. Gesché).
Adolphe Gesché ha elaborado en los últimos años una extensa y sugerente dogmática titulada Dios para pensar.
Si Gesché hubiera sido un autor clásico, habría comenzado su reflexión teológica abordando una de estas tres cuestiones: la naturaleza, el hombre o Dios. Sin embargo, por ser un intelectual contemporáneo, no ha podido sustraerse a la pregunta escandalosa que el mal provoca en el hombre de hoy, auténtica piedra de toque y enigma que ha de ser iluminado coherentemente para poder hablar del resto de las cuestiones esenciales.
Cinco capítulos presentan otras tantas perspectivas de este tema perenne: 1. Tópicos sobre la cuestión del mal; 2. Dios en el enigma del mal; 3. El pecado original y la culpabilidad en Occidente; 4. Las teologías que ofrecen liberación al hombre y el mal; 5. El reto que el mal supone para la reflexión sobre Dios (teodicea).