En el siglo II el cristianismo vivió una de sus crisis más importantes por la aparición de movimientos como el marcionismo y los variadísimos grupos gnósticos, que proponían una reinterpretación total del mensaje cristiano a partir de un pensamiento coherente sobre la salvación, respetuoso de los axiomas que prevalecían en la filosofía del momento y que requería un largo proceso de iniciación. Ireneo de Lyon percibió que al gnóstico no le interesaba la salvación del mundo sino liberarse del mundo y del Creador, ni la salvación de la carne sino liberarse de la carne, ni la fe sino la gnosis. Frente a ello Ireneo levantará una preciosa reflexión, en cinco libros, sobre el Creador y las creaturas, que nunca escapan a las Manos de Dios y necesitan del tiempo y la historia para crecer a imagen y semejanza de Dios. Ireneo sacó a la luz las enseñanzas que permanecían ocultas y refutarlas. No es un heresiólogo al uso; es un pastor que responde a las inquietudes de los creyentes. El libro I del Contra las herejías ha resultado de una enorme riqueza para conocer las claves del gnosticismo del siglo II.