A la señora Bengtsson le encanta ser ama de casa, y para ella el mejor momento de la semana llega cuando puede servirse un vaso de vino blanco y pasearse por su inmaculado hogar con las zapatillas satinadas de tacón que tienen pompones en la punta.
Su vida parecía destinada a transcurrir entre bollos de canela, aspiradoras y cursillos de caligrafía, hasta que un fatídico día decidió darse un baño y usar el hidromasaje, y eso lo cambió todo. Era un martes cualquiera, y la señora Bengtsson murió.
Pero Dios, que ese día la estaba observando, decidió darle una segunda oportunidad y la devolvió a la vida. Aunque algo debió de salir mal, porque desde entonces la señora Bengtsson se comporta de un modo extraño, tanto en casa —para sorpresa de su estupefacto marido— como fuera de ella —para asombro de sus tranquilos vecinos—. ¿Será que la señora Bengtsson ha dejado de ser la vecina perfecta?
Deliciosa, irreverente, fresca y divertida, Una vecina perfecta retrata con un sentido del humor único y original las tribulaciones místicas que cualquiera de nosotros puede plantearse.