
Edición bilingüe preparada por los Monjes Cistercienses de España. Traducción de Mariano Ballano, Juan M.ª de la Torre, Severino Alonso, Iñaki Aranguren.
Este tercer volumen de las Obras completas de San Bernardo incluye la primera parte de sus enriquecedores sermones litúrgicos. Como padre y maestro de una comunidad monástica consagrada a la vida de oración litúrgica y personal, a través de ellos Bernardo expone y comparte su experiencia del misterio de Cristo al ritmo de las solemnidades que jalonan el año. Son páginas que nos trasmiten la unción y solidez de su doctrina, nos recrean con la elegancia de su estilo y nos alientan con su impulso pastoral místico.
Sermones que contiene: En el tiempo de Navidad (Adviento, vigilia de Navidad, Natividad, Santos Inocentes, Circuncisión, Epifanía, Conversión de San Pablo, Nacimiento de San Víctor, Purificación de Santa María, En la Septuagésima); En el tiempo de Cuaresma (Cuaresma, Sobre el Salmo 90, En el nacimiento de San Benito, En la Anunciación del Señor)
Hoy hacen falta testigos más que maestros. Los maestros enseñan doctrinas. Los testigos han visto y dicen lo que han visto. Por ambos costados San Juan de la Cruz es testigo y maestro, mistagogo, porque enseña lo que ha experimentado y cómo lo ha vivido. Y lo hace con convicción y persuasión, y, además, exquisitamente. Sólo un pero para los lectores del tercer milenio. Escribió hace cuatrocientos años. Lo que testifica y enseña es inmutable, pero el molde ha cambiado muchísimo. ¿Cómo paliar esa desventaja? El autor ha roto el nudo. Su preparación, sensibilidad, el profundo conocimiento de San Juan de la Cruz y de los lectores así como su estilo han conseguido en una brava y eficaz tarea que San Juan de la Cruz escriba hoy su Llama de amor viva, sus cartas o sus poesías. De ahí el título: Una nueva lectura... Con la valiosa originalidad de haber investigado las fuentes bíblicas, ascéticas y poéticas en que se inspiró San Juan, y la riqueza de los comentarios.
Jesús Martí Ballester es licenciado en Teología, buen conocedor de los místicos españoles, predicador, escritor, conferenciante y fundador de la Institución Amor y Cruz. Es autor de varios libros sobre San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús
¿Vale la pena ponerse hoy a hablar de la amistad? Dentro de un generalizado aprecio de ella y de la oportunidad de su tratamiento, algunos opinan que hoy no hay tiempo para la amistad porque es otro de los grandes valores (como la convivencia familiar o la conversación) que han sucumbido ya a la ofensiva invasora de la televisión, del turismo compulsivo de nuestros días y del apego al internet de nuestros días y de nuestras noches. Otros insisten en que sobre la amistad entre hombres o entre mujeres gravita hoy una brumosa sospecha debido al auge social de la homosexualidad. Los de más allá van lógicamente más lejos culpando del decaimiento actual de la amistad al pansexualismo reinante que no acierta a entender la limpia gratuidad amistosa, ajena a cualquier compensación de otro género. En todo caso, parece claro que procede rescatar el don de la amistad de las trampas y de las hipotecas de hoy. Luego hay que echar un cuarto a espadas a favor de la amistad. Hay que protegerla del riesgo de que pase por ser una mera antigualla.
Colaboradores: Carlos Amigo Vallejo, Tarsicio de Azcona, Raúl Berzosa Martínez, Ricardo Blázquez Pérez, Eloy Bueno de la Fuente, José Antonio Carro Celada, Gonzalo del Cerro Calderón, Pedro Chico González, José M.ª Cirarda Lachiondo, M.ª Teresa Compte Grau, Francisco Contreras Molina, José M.ª Díaz Fernández , José M.ª Díaz Moreno, Carlos Díaz Hernández, Pedro Escartín Celaya, Joaquín Fernández González, Alejandro Fernández Pombo, José Román Flecha Andrés, Juan Carlos García Domene, Mª Encarnación González Rodríguez, Eduardo de la Hera Buedo, Alberto Iniesta Jiménez, Juan María Laboa, André-Mutien Leonard, Alfonso López Quintás, Felicísimo Martínez Díaz, Rosa M.ª Milla Fernández, José Molina Melgarejo, Ángel Moreno Sancho, Eugenio Nasarre Goicoechea, Joaquín L. Ortega, José T. Raga Gil, Emma-Margarita Rodríguez Arias-Valdés, Antonio Rodríguez Carmona, José Vicente Rodríguez, María Paz Rodríguez Álvarez, Josep M.ª Rovira Belloso, Mercedes Salisachs, José Sánchez Herrero, Juan Sánchez Trujillo, Fernando Sebastián Aguilar, José Francisco Serrano Oceja, M.ª Enriqueta Soriano, M.ª Victoria Treviño, Bernardo Velado Graña, Miguel Ángel Velasco.
En la Palabra de Dios reside una sabiduría que da sentido a la vida humana y que abre ya en este mundo el horizonte de la eternidad. Sin embargo, es una sabiduría oculta, porque frecuentemente la tenemos postergada y apenas nos acordamos de ella. Esta sabiduría nos dice que Dios habita en lo más profundo de nuestro ser (pues somos su imagen y semejanza) y es más íntimo y próximo a nosotros que nosotros mismos, en palabras de San Agustín. Este libro pretende ser una invitación a descubrir una sabiduría evidente que los hombres hemos ocultado, una invitación a saborear el conocimiento y el amor de Dios y a dejarse llenar por Él para que su Palabra ilumine y transforme nuestra vida; por eso, es también una invitación a hacer que la lectura diaria de la Palabra de Dios se convierta en un hábito.
Joaquim Mesegier García (Sabadell, Barcelona, 1962), sacerdote y pá-rroco, es doctor en Teología por la Facultad de Teología de Cataluña y completó estudios en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma. Ha sido profesor en el Instituto de Ciencias Religiosas y en el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona.
Los Consejos evangélicos o Directorio es el texto más meditado y orado de Carlos de Foucauld, el gran testigo del evangelio que, a comienzos del siglo XX, se consagró por entero a los tuaregs, estudiando su lengua y sus costumbres, y procurando su bien material y espiritual. Después de haber constatado que su deseo en vida de fundar una congregación religiosa era difícil de materializar, quiso lanzar con estos Consejos evangélicos o Directorio un movimiento misionero «profético» para los nuevos tiempos que nos toca vivir, que englobara tanto a obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas como a laicos unidos por el lazo espiritual de la «comunión de los santos». Para realizar este proyecto que él mismo encabezó en vida, nos pide, a todos los que queremos seguir sus huellas, leer y releer, orar y meditar, por lo menos una vez al año, estos Consejos evangélicos, que nos remiten a nuestro muy querido y amado Señor Jesús de Nazaret.
José Luis Vázquez Borau (Barcelona 1946) es Doctor en Filosofía, Licenciado en Teología Moral y Master en Ciencias Bíblicas por la Universidad de Friburgo (Suiza). Dirige el Centro Horeb para el Estudio y Encuentro de las Religiones y es autor de cuarenta ensayos sobre Filosofía, Religión y semblanzas de personajes.
«¿Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos?» Esta frase de Santa Teresa de Jesús, recogida en la exhortación Vita consecrata, es todo un reto, porque la aportación insustituible de la vida consagrada a la trasformación del mundo pide de ella una permanente fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al propio Instituto y al hombre de hoy. Respondiendo a la necesidad de explicitar mejor su identidad su vocación y su misión específica en la Iglesia Vita consecrata ofreció en su día una reflexión teológica sumamente valiosa. Siguiendo el texto de esta exhortación y respondiendo a su deseo, el presente libro, escrito desde el interior de la propia vida consagrada, en estilo coloquial y personal brinda una amplia visión de la misma a la luz de la Palabra de Dios y con la ayuda de la sólida enseñanza eclesial y magisterial. El autor pertenece desde los años setenta a la Orden Dominicana. Sus sucesivos destinos le han permitido trabajar en diversos campos pastorales, desde el académico y parroquial al misionero y juvenil. Su actual cometido, en el área de la espiritualidad, tiene como destinatarios a laicos, sacerdotes y diversas órdenes y congregaciones religiosas.
Ésta es una de las obras maestras de espiritualidad de nuestra época. Es un compendio preciso y profundo, pero accesible, de las principales fases que las almas suelen atravesar en su relación con Dios.
Esta obra vio la luz, por primera vez, en 1938, fruto del saber enciclopédico del autor, de su experiencia personal y pastoral en la vida interior y de veinte años de docencia sobre esta materia, y fue una de las obras que más contribuyó a fundar la teología espiritual como disciplina plenamente teológica.
El fin de este primer volumen es establecer con rigor la tesis por él sostenida de la necesidad moral de la contemplación infusa de los misterios de la fe para alcanzar la santidad, al menos en la mayoría. La obra está compuesta de dos volúmenes. El primero contiene dos de las cinco partes de la obra: ´Las fuentes de la vida interior y su fin´, donde se ponen las bases de la vida interior y ´La purificación del alma de los principiantes´, que trata, sobre todo, de los temas de la ascesis cristiana.
Ésta es una de las obras maestras de espiritualidad de nuestra época. Es un compendio preciso y profundo, pero accesible, de las principales fases que las almas suelen atravesar en su relación con Dios.
Esta obra vio la luz, por primera vez, en 1938, fruto del saber enciclopédico del autor, de su experiencia personal y pastoral en la vida interior y de veinte años de docencia sobre esta materia, y fue una de las obras que más contribuyó a fundar la teología espiritual como disciplina plenamente teológica.
Este segundo volumen trata de los temas más especializados que se refieren a las almas más adelantadas en el camino espiritual, iniciando con la tercera parte de la obra, ´Los progresos del alma guiada por la luz del Espíritu Santo´; hasta llegar al estado ´De la unión de las almas perfectas con Dios´ en el que se practica la heroicidad de las virtudes teologales y morales y se recibe la contemplación infusa. Concluye con la parte quinta, que trata ´De las gracias extraordinarias´, donde se explica el sentido y el valor relativo que hay que atribuir a fenómenos especiales como las visiones, los éxtasis y otros semejantes.
Cosas de curas” significa a veces algo reservado a una clase especial de personas y, en cualquier caso, algo que está fuera de las posibilidades de la gente normal. Otras veces es una expresión ofensiva: “Cosas de curas” quiere decir cosas de subdesarrollados, o bien algo complicado, abstruso... Pero siempre se trata de algo que no pertenece a la esfera de los intereses de las personas comunes.
Más grave aún es cuando esta expresión se aplica al mensaje de Jesús. Para muchos el evangelio es “Cosas de curas”, algo reservado a los especialistas, que no merece la pena conocer.
También bastantes creyentes consideran que muchas partes del evangelio están dirigidas a categorías particulares de personas y que lo poco que queda y les afecta contiene sólo fórmulas que creer y preceptos que observar.
Pero la “Buena Noticia” es para todos.
Todo el evangelio es para todos.
El mensaje de amor incondicional por parte de Dios se dirige a todos los hombres. No es una propuesta para los curas, sino también para los laicos; lo mismo para los santos que para los pecadores, igual para los justos que para los inmorales y los despreciados. Nadie está excluido de la invitación a la plenitud de vida que hace Jesús
Cuando un conjunto de expertos en un autor o tema vertebra todo su mensaje en unos "puntos fuertes" de interés y avala, luego, cada uno de esos "puntos" con textos seleccionados y hasta meditados, sólo entonces brota una obra como ést
Mons. Juan del Río Martín, obispo de Asidonia-Jerez, reúne en estas páginas los comentarios radiofónicos semanales que, durante sus cinco primeros años al frente de la diócesis, ha «regalado» a los oyentes de Cope-Jerez. Siempre al hilo de la actualidad eclesial y social, sus intervenciones a través de las ondas son breves y directas, pero llenas de frescura, espontaneidad y claridad de ideas. No se trata de textos meramente doctrinales, morales o espirituales, sino que su objetivo fundamental es servir de ayuda a sus oyentes para que vivan «con toda ilusión e intensidad», estimularnos a vivir «coro gozo y esperanza la existencia cristiana en su diálogo con el mundo». Como el propio Juan del Río reconoce, las ondas le han servido «como un púlpito, plaza o areópago» desde donde predicar los valores del Reino de Dios y, de paso, contribuir a crear una «Iglesia más atrayente» que empeñe todo su esfuerzo en edificar «una sociedad más humana, justa y pacífica».