El diaconado, tras prestar importantes servicios a la vida de las comunidades cristianas en tiempos de la Iglesia antigua, cayó en declive durante la Edad Media llegando al punto de desaparecer como ministerio permanente y quedando solo como momento de transición hacia el presbiterado y el episcopado. Después de su restauración como ministerio efectivo, puesto a disposición de las Iglesias particulares por el Concilio Vaticano II, se ha asistido a un proceso diferenciado de recepción, en el que se han planteado diversas cuestiones. La Comisión Teológica Internacional las ha abordado con el fin de esclarecerlas merced a un conocimiento mejor de las fuentes históricas y teológicas, así como de la vida actual de la Iglesia.
Texto original en francés publicado por La Documentation Catholique.
«Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (2,42). La “fracción del pan” evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia. Y, mientras lo hacemos en la celebración eucarística, los ojos del alma se dirigen al Triduo pascual: a lo que ocurrió la tarde del Jueves Santo, durante la Última Cena y después de ella» (Ecclesia de Eucharistia, 3).
La relectura de este importante documento de Pablo VI es siempre útil. Se hace eco del Vaticano II, con unas normas que Juan Pablo II ha confirmado repetidamente.
La relectura de este importante documento es siempre útil. Se hace eco del Vaticano II, con unas enseñanzas y normas que Juan Pablo II ha confirmado repetidamente. El Papa pide que el celibato sea presentado y explicado en su plena riqueza bíblica, teológica y espiritual.
Este Directorio tiene la finalidad de orientar y, en algunos casos, prevenir de abusos y desviaciones las diversas devociones que han ido surgiendo a lo largo de los siglos en el seno de la Iglesia. En este sentido, ofrece una serie de orientaciones para los ejercicios de piedad centradas en la historia, la teología y la liturgia, al tiempo que brinda sugerencias prácticas sobre el tiempo, el lugar, el lenguaje y otros elementos para armonizar las acciones litúrgicas y los ejercicios de piedad.
Esta nueva carta apostólica de Juan Pablo II, en la que se proclama el año que va de octubre de 2002 a octubre de 2003 Año del Rosario, ofrece unas importantes reflexiones sobre el tradicional rezo del Rosario, oración contemplativa que, a través de la Virgen María, permite al orante cristiano ahondar en el misterio salvífico de Cristo: «El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología [...] En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor», comenta el Papa al comienzo de la introducción. El documento aporta también la contemplación de un nuevo ciclo de cinco misterios que podrían llamarse «luminosos», y que, vinculados al jueves en el ciclo semanal, desgranan la vida pública de Jesús: su bautismo, su autorrevelación en las bodas de Caná, su anuncio del Reino de Dios, su transfiguración y la institución de la Eucaristía.
La Carta Apostolica del sommo Pontefice Giovanni Paolo II all'episcopato, al clero e ai fedeli del Santo Rosario.
La paz es uno de los mayores anhelos de la humanidad, siempre presente en los corazones humanos. A lo largo de estas páginas hemos tratado de recoger las enseñanzas de este mensajero incansable del Evangelio y de la paz que es Juan Pablo II. Grandes y continuos han sido, y son, sus desvelos de Pastor universal de la Iglesia en favor del don de la paz. A lo largo de sus años de pontificado ha dejado un inmenso y valiosísimo patrimonio doctrinal a la Iglesia y a la humanidad, que busca anhelante esa paz. Además está su testimonio y compromiso personal. Todas esas enseñanzas del Pontífice se recogen en distintos capítulos centrados en la dimensión antropológica y social de la paz, además de su vertiente moral y teológica. Se cierra la exposición apuntando a su logro desde la perspectiva del nuevo milenio recién estrenado.
La carta apostólica Novo millennio ineunte, firmada por el papa Juan Pablo II el 6 de enero de 2001, con ocasión de la clausura de la Puerta Santa, es el documento conclusivo del Año Jubilar. Interpreta la exigencia de una Iglesia que, tras un año de intensa experiencia espiritual, se siente llamada a «ir mar adentro» ?según la orden que Jesús dio a Pedro (Lc 5, 4)? afrontando los desafíos del mundo.
La carta se articula en cuatro capítulos, con un hilo único conductor, Cristo: «El encuentro con Cristo, herencia del Gran Jubileo»; «Un rostro para contemplar»; «Caminar desde Cristo», y «Testigos del amor».
La Puerta Santa se cierra, pero queda más abierta que nunca la «puerta viva», Cristo Jesús, simbolizado en la Puerta Santa. La Iglesia, después del entusiasmo jubilar, no vuelve a una cotidianidad anodina. Por el contrario, le espera un nuevo impulso apostólico, animado y sostenido por la confianza en la presencia de Cristo y en la fuerza del Espíritu.
En los círculos académicos teológicos y en los ámbitos eclesiales el P. Cándido Pozo, S.J., no necesita ser presentado. Es por todos bien apreciada su colaboración en las distintas colecciones de la Biblioteca de Autores Cristianos, sus reconocidas investigaciones acerca de la teología del Siglo de Oro español, sus aportaciones sobre el método teológico, la labor desarrollada como profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y en la Facultad de Teología de Granada y como miembro de la Comisión Teológica Internacional y de la Comisión Teológica Asesora de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Muchos son los alumnos que han sido favorecidos por su magisterio y no pocas las iniciativas teológicas, dentro y fuera de los límites hispánicos, que han encontrado en él aliento y apoyo.
El P. Pozo, cercano a las más importantes figuras de la teología católica de la segunda mitad del siglo XX, atento a los grandes acontecimientos de la Iglesia en los últimos decenios, presta un gran servicio eclesial al ofrecer la más completa y acabada edición en lengua española de todos los documentos de la Comisión Teológica Internacional. Es un privilegiado conocedor de la elaboración de cada uno de los documentos publicados desde 1969 hasta 1996. Todos y cada uno de los documentos constituyen, sin lugar a dudas, un favor y un acontecimiento teológico capaz de iluminar el camino de la Iglesia en este final del siglo XX. Ninguna de las grandes cuestiones debatidas, dentro y fuera de la Iglesia, ha quedado fuera de las preocupaciones de la Comisión Teológica Internacional, y sus documentos quieren ser una respuesta fiel al sentir de la Iglesia en este momento histórico (EUGENIO ROMERO POSE, Obispo Auxiliar de Madrid).