El autor fue, antes del Concilio, un profundo renovador de la teología, y asesor permanente del episcopado francés durante las sesiones conciliares. Se le puede considerar como un autor clásico, y muy recomendable para una introducción a la eclesiología. En este libro traza un estudio bíblico, histórico y ecuménico. El “Pueblo Mesiánico” es el pueblo portador del mensaje de Salvación y liberación para el hombre, el que prolonga a lo largo de los siglos el mensaje de Jesús el Mesías.
El fenómeno cultural y antropológico que supone la religiosidad popular es analizado por el autor, que trata de descubrir la dimensión religiosa de lo popular y su relación con lo cristiano. Una serie de fenómenos y movimientos culturales y sociales acaecidos en nuestro siglo han provocado un retorno a lo religioso y lo sagrado, lo cual supone un gran avance dialéctico al incorporar críticamente el hecho de la secularización. En esta nueva coyuntura cultural, el estudio de la religiosidad popular y sus valores más permanentes pueden resultar de gran interés.
El título del libro ya explica, en cierto modo, su contenido. No pretendemos abarcar todos los misterios de la vida de Cristo, sino detenernos en el misterio pascual: en su Pasión, Muerte y Resurrección. Misterio ya anticipado, celebrado y prolongado en la Eucaristía.
El misterio pascual nos lleva a una profundización en el cristocentrismo. La Iglesia, desde sus orígenes, ha predicado a Cristo como Camino, Verdad y Vida. La espiritualidad se ha mantenido sólida y fuerte sobre esta base en el decurso de los siglos. Cristo criterio, centro y modelo de la vida y del actuar.
El cristocentrismo se explicita y adquiere medidas más humanas a través de la devoción al Sagrado Corazón. No son realidades diversas. Dado que el Verbo se hizo carne y asumió una verdadera humanidad, no sólo se puede «pintar la faz humana de Jesús», sino que Él mismo nos ha mostrado los rasgos de su propio cuerpo humano, marcado por las huellas de su misterio pascual.