Uno de los grandes logros del sociólogo italiano, Pierpaolo Donati, es poner en el centro de la persona sus relaciones, pues somos sobre todo los vínculos que forjamos con otros. En este libro vuelve a hacerlo, para esta vez dar una respuesta o, más bien, abrir un camino de respuesta a la pregunta sobre la generación, tema de mucha actualidad. Desde hace algún tiempo se están difundiendo diversas formas de tener un hijo que prescinden de la relación entre dos padres naturales, utilizando técnicas de laboratorio que combinan gametos masculinos y femeninos recibidos de varias personas. La pregunta que surge entonces es: en estas condiciones, ¿quién o qué genera un niño? ¿Quién es un “padre”? ¿Es la persona que dona el material biológico, o los técnicos de laboratorio, o la persona que asume la tarea de acoger y criar al niño no nacido? La respuesta, dice Donati, debe darse desde el punto de vista del niño, y no sólo desde el lado de la paternidad. La identidad personal del niño reside en la relación entre quienes lo han generado. Los que generan no son los individuos como tales; los que generan son sus relaciones. Este es el punto que hay que entender. Lo que califica la generación de un niño como humana es la estructura hombre-mujer y la calidad intersubjetiva de esa relación.
Ogni società, in ogni epoca storica, si pone la domanda "dov'è Dio?" e dà una risposta che indica un modo prevalente di intendere la religione. Questa è la sua "matrice teologica". La società moderna ha dato una risposta altamente ambivalente, non sapendo reggere la distinzione fra immanenza e trascendenza di Dio. Oggi, c'è chi è compiaciuto e chi rimane deluso da come la religione viene configurandosi in Occidente, ma un fatto è certo: né l'attuale danza degli dei, né il riemergere dei fondamentalismi possono caratterizzare la matrice teologica della società in via di globalizzazione. La tesi del libro è che la società dopo-moderna dia una risposta tanto semplice quanto enigmatica: Dio è nella relazione perché è relazione. La matrice teologica della società dopo-moderna è all'insegna di una trascendenza che non è solo un "andare oltre" (un oltrepassamento), ma anche e soprattutto uno "scendere fra", nel senso di andare alla radice delle relazioni umane e sociali.