«Un hombre, llegado a la fase terminal de su existencia terrena, trata de pensar en su vida; y eso significa en primer lugar que toma distancia respecto de ella. Sin ese distanciamiento, ¿cómo podría pensar en ella? Mas al mismo tiempo se pregunta por este acto, lo cual quiere decir que se pregunta cómo es esto posible. ¿Puede de verdad desprenderse suficientemente de su vida para considerarla, incluso juzgarla?». Así comienza esta singular obra tejida de recuerdos y reflexiones, que muy bien podría calificarse de autobiografía filosófica.
La vida y el teatro, la música y el diálogo con algunos de los grandes pensadores contemporáneos (Jaspers, Heidegger, Proust, Bergson, Sartre) permiten a Marcel desarrollar los nervios fundamentales de su pensamiento: los encuentros, el amor, la muerte… Y como trasfondo y clave interpretativa de todo ello, la llamada de una trascendencia amorosa y el impulso hacia una eternidad no siempre justificable desde la pura racionalidad
Gabriel Marcel (1889-1973), filósofo y dramaturgo francés, destaca por su conquista de un concepto cada vez más hondo de la «existencia», entendida como encarnación y participación. Su pensamiento está muy influido por el cristianismo, al que se convirtió, del judaísmo, en 1929.
Los dos volúmenes que comprende esta edición reúnen algunas de sus obras más importantes, tanto en el campo filosófico como en el teatral. El misterio del ser (1951), que recoge en dos series veinte lecciones pronunciadas entre 1949 y 1950, ha sido complementado con unos anexos de documentos inéditos y abundantes notas elaboradas por Jeanne Parain-Vial (la discípula por excelencia) y Mario Parajón, traductor y preparador de la edición. La selección de las piezas teatrales (El dardo, La sed y La señal de la cruz) pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre el pensamiento de Marcel y su obra dramática.
«Homo viator» agrupa una serie de conferencias, estudios y escritos inéditos que fueron pensados y redactados durante la ocupación nazi de Francia. En sus páginas, sin embargo, no existe rastro de desánimo y abatimiento, sino una gozosa esperanza fundada en ese «vivir soñando» que ya comenzaba a anticipar la ansiada liberación.
Gabriel Marcel considera que el ser humano está siempre en camino; por tal motivo la peregrinación se le revela como el único modo de responder a los diferentes interrogantes que se van planteando a lo largo de la existencia: el otro, la familia, la inmortalidad, los valores, la salvación, la experiencia del espíritu. Cada uno de estos temas tiene sentido si no se pierde de vista otra afirmación fundamental: el valor sagrado de la vida. Su reivindicación hace posible la verdadera esperanza.