Que se haya llamado a nuestro tiempo la «Edad del Análisis», nos hace pensar en dos hombres que pasaron sus primeros años en Viena: uno, Sigmund Freud, y otro, Ludwig Wittgenstein, pensador solitario, precursor del análisis lingüístico y del examen de las formas fundamentales del pensamiento y la expresión. La publicación póstuma de los papeles de Wittgenstein y de los apuntes de clase de sus alumnos nos ayuda a apreciar la extensión de su influencia, que, desde su laboriosa semirreclusión en Cambridge, llegó hasta los más apartados rincones del mundo. No son pocos los pensadores de nuestro tiempo que afirman que el impacto del pensamiento de Wittgenstein representa, desde Sócrates, uno de los intentos más vigorosos para llegar al meollo del entendimiento humano. La principal tarea del filósofo, insiste Wittgenstein, es librar a la tiranía de las ilusiones, de la fascinación que ejerce sobre nosotros la forma de expresar. El medio para conseguirlo lo ve Wittgenstein en un escrutinio cuidadoso del lenguaje ordinario utilizado por los hombres para descubrir el mundo. En las obras que presentamos se estudian la significación, el uso y funcionamiento del lenguaje, la comunicación, etc., es decir, diversos aspectos del «gran problema» que siempre preocupó a Wittgenstein: el problema de la naturaleza del lenguaje. El libro lleva un prefacio de R. Rhees, que sirve de introducción a ambos cuadernos. Los cuadernos azul y marrón (el título se refire al color de las tapas de esas reproducciones) han corrido en reproducciones mecanográficas entre los filósofos de todo el mundo de habla inglesa. Se produjeron estos cuadernos mientras se gestaban sus principales obras —«Tractatus Logico-philosophicus» (1922) y «Philosophical Investigations» (1953)— y constituyen una introducción accesible e indispensable al pensamiento de Wittgenstein.
Como señaló Bertrand Russell en el prólogo a la traducción inglesa de 1922, reproducido en esta edición, el TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS «merece por su intento, objeto y profundidad, que se le considere un acontecimiento de suma importancia en el mundo filosófico». Esta obra clave de LUDWIG WITTGENSTEIN (1889-1951), a la vez clara y difícil, crispada y rigurosa, ofrece en un lenguaje aforístico, digno de la mejor prosa alemana, una filosofía del lenguaje y de la matemática, una reflexión acerca de la naturaleza y de la actividad filosófica y una concepción del mundo.
Ludwig Wittgenstein (Viena, 1889 - Cambridge,1951) repensó todas las grandes cuestiones de la filosofía desde su fundamento mismo: la formulación lingüística. Si el siglo XX se caracterizó por el giro lingüístico, por la conciencia de que el pensamiento es en gran medida lenguaje, Wittgenstein radicalizó y profundizó esta conciencia en análisis lúcidos y certeros, de una riqueza abierta a sucesivas interpretaciones. La multitud de enfoques y líneas de investigación acerca de conocimiento, verdad y realidad que contienen sus escritos lo han convertido ya en uno de los grandes pensadores de referencia en Occidente; al mismo tiempo, el hecho de que no escribiera tratados sistemáticos ni tratara sus temas según el método tradicional de la filosofía académica hace que sea una de esas presencias inquietantes y no homologables en la historia del pensamiento (como Pascal y Nietzsche), imposible de clasificar: una paradoja más en este singular autor. El arte de pensar wittgensteiniano queda para la historia como paradigma de aquello que escribió su compatriota Weininger acerca de la obligación moral frente a uno mismo de aspirar al genio, al amor intelectual a la verdad y a la claridad. A lo que remite el título de la por ahora insuperable biografía de Ray Monk, Ludwig Wittgenstein: El deber de un genio. Lógica y ética, es decir, filosofía y ética, en este sentido, son una y la misma cosa.
Este segundo volumen agrupa varios textos de índole miscelánea, anotaciones que Wittgenstein no acabó de pulir para su publicación, pero que sin embargo arrojan una poderosa luz sobre su pensamiento, puesto que versan sobre los grandes temas epistemológicos que constituyeron su preocupación constante: varios diarios filosóficos de periodos distintos y espaciados, notas, lecciones y conferencias sobre lógica, ética, estética, psicología y creencia religiosa, cartas a destacados pensadores (Russell, Keynes, Moore)...
Estudio introductorio de Isidoro Reguera (León, 1947), catedrático de filosofía en la Universidad de Extremadura y director del Instituto de Filosofía de dicha universidad en Cáceres. Reguera es traductor e introductor de Wittgenstein en España, así como autor de diferentes entradas de la Terminología Científico Social y del Diccionario Crítico de Ciencias Sociales y, entre otros, de los siguientes títulos: Objetos de melancolía: Jacob Böhme; La miseria de la razón: El primer Wittgenstein y El feliz absurdo de la ética: El Wittgenstein místico.
Se recogen en este volumen varias conversaciones que mantuvo, durante los tres últimos años de su existencia, el filósofo Ludwig Wittgenstein con su colega el profesor O. K. Bouwsma. Dada la reticencia de Wittgenstein a publicar sus ideas personalmente (sólo publicó en vida un libro filosófico, el Tractatus logico-philosophicus), constituyen un testimonio singular de gran parte de los problemas que más le habían obsesionado durante su trayectoria intelectual.
Además, estas Últimas conversaciones no sólo resultan apasionantes por constituir una suerte de compendio final de sus preocupaciones filosóficas, sino que en ellas Wittgenstein aborda con cierto detenimiento esferas culturales sobre las cuales había guardado cierto silencio con anterioridad: la religión, la ética, sus propias preocupaciones vitales, que se exponen aquí de un modo mucho más explícito que en gran parte de su obra previa.