El texto del Apologético que presentamos se conserva, de hecho, en las actas del XV concilio de Toledo, celebrado en el año 688. Se trata de parte del escrito que Julián, en nombre del episcopado hispano, envió a la sede apostólica para defenderse de unas acusaciones de las que poco sabemos, relacionadas con la recepción en Hispania de las actas latinas del III concilio de Constantinopla. La respuesta a las perplejidades romanas se sitúa en la línea de la literatura teológica ibérica del s. VIII caracterizada por la labor de síntesis y transmisión del magisterio y de la doctrina ortodoxa de los siglos anteriores.
En esta breve obra Julián muestra no solamente su dominio de las técnicas retóricas sino también la calidad de su pensamiento teológico, en este caso prevalentemente cristológico, heredero de una serie de escuelas constituidas por autores como Leandro e Isidoro de Sevilla, Braulio de Zaragoza y Eugenio e Ildefonso de Toledo, entre otros, que contribuyeron a configurar lo que se ha venido a denominar siglo de oro de la Iglesia visigoda.
Este libro subraya el valor del cuerpo humano partiendo del maravilloso y con frecuencia desconocido arte de amar, que ilumina con una nueva luz todos los aspectos de la vida de pareja, incluso los más íntimos, haciendo de la sexualidad una práctica gozosa que se vive de modo sereno y cautivador. «Después de cuarenta y tres años juntos –dicen los autores– cada vez somos más conscientes de que la vida en pareja es un camino lleno de obstáculos y continuas recaídas… Pero hay un secreto que nos ha impedido rendirnos cuando la cuesta se hacía muy empinada: volver a empezar siempre. Y no solos, sino juntos. Junto con Aquel que “está a la puerta y llama”, junto con quienes no temen elegir el camino del amor verdadero, un poco incómodo pero infinitamente más gratificante».
San Ambrosio de Milán (340-397) dedicó una gran solicitud pastoral a las vírgenes cristianas. Fruto de sus desvelos pastorales son los tres tratados que publicamos en este volumen: De uirginitate, De institutione uirginis y la Exhortatio uirginitatis. Con anterioridad, en esta misma colección publicamos los escritos De uirginibus y De uiduis. De esta manera cumplimos el propósito de sacar a la luz pública todo el corpus ambrosiano sobre la virginidad en lengua castellana. El primer tratado sobre la Virginidad que presentamos comienza con unos exempla sobre la sabiduría del rey Salomón y sobre Jefté. La actuación de este último le da pie para desarrollar una homilía en defensa de la virginidad. Finaliza la obra con otra homilía dedicada a la fiesta de S. Pedro y S. Pablo. El escrito consagrado a la Instrucción de la virgen tiene una particular significación, pues en él se destaca el papel de la Virgen María como modelo a imitar por las vírgenes cristianas. Se puede decir que estamos ante una obra eminentemente mariológica que va a tener un gran influjo en siglos posteriores. Aquí se nos muestra Ambrosio como un valedor a ultranza de la virginidad de Santa María, frente a detractores como Bonoso. La Exhortación a la virginidad reproduce una homilía de Ambrosio predicada en Florencia con motivo de la traslación de las reliquias de S. Agrícola. El obispo de Milán utiliza un recurso literario que consiste en poner en boca de Juliana, viuda de uno de los mártires cuyas reliquias se habían trasladado, un discurso animando a sus hijas a vivir la virginidad. Después, Ambrosio retoma la palabra para aplicar a las vírgenes unas enseñanzas del Cantar de los Cantares. En todo el volumen se puede apreciar el dominio de Ambrosio sobre los textos bíblicos, así como la exégesis que hace de los mismos, siguiendo en este punto las líneas generales de la hermenéutica alejandrina de tipo origeniano, aunque tampoco falten aplicaciones muy concretas de carácter parenético.