El título Antropología diaria hace referencia al quehacer diario de cada uno manifestando sus convicciones acerca de la persona y del sentido de la vida. El autor enfoca con un lenguaje vivo los sucesos cotidianos ocurridos en España durante la primera década del dos mil, cuando empieza el nuevo milenio. Vemos desfilar noticias sobre la religión, el debate sobre la vida humana, sobre el matrimonio, las libertades cívicas o sucesos de la vida política. Todos queremos influir en la opinión pública y configurar un ambiente más humano. Sin embargo no siempre sabemos escribir una carta al periódico, expresar una opinión por teléfono, o participar en un coloquio en la universidad. Y esto también se puede aprender, practicar, pues la neutralidad no es posible.
Trata de cada uno de nosotros. Ofrece una fundamentación inicial acerca del ser, dirigida a todo lector interesado en plantearse preguntas, o encontrar respuestas, sobre las razones últimas de la vida humana. El lugar que ocupan los sentimientos en nuestra existencia; la fundamentación de nuestro carácter digno; qué y cuáles son los valores; cómo saber apreciar lo importante, lo bello, lo serio, sin mezclarlo con lo que no es; qué es la libertad y cómo se mejora; por qué no ser escéptico y cómo acceder y aceptar la verdad; si caben los amigos, cómo y hasta qué punto; si el amor es una quimera; si la felicidad también, o por el contrario, cabe ser feliz y afirmar la vida a pesar de la presencia del dolor, de la traición, de la muerte. Por qué no ser individualista, la importancia del diálogo, la presencia del misterio y de lo religioso en nuestra existencia, el sentido de todo eso…
Se trata de “aprender a ver al hombre con nuestros propios ojos”. O, por lo menos, se trata de intentarlo, de no renunciar a priori a la aventura de pensar. Pensar el ser del hombre desde la perspectiva de lo que “puede llegar a ser”(a eso llamamos excelencia) puede parecer un atrevimiento, más aún en estos tiempos en que casi nadie sabe lo que eso significa, en que se renuncia a la belleza de un reto por miedo a perder la mediocridad de una existencia plana pero acomodada. Aún así, casi todo el mundo desearía ir a más. Nuestro propósito es, cuando menos, plantear algunas inquietudes que ayuden a lanzarse a ese proyecto.
Sólo Jesucristo nos trae a Dios. Él es Dios-hombre, Dios con nosotros. Y eso es precisamente lo que necesitamos. Necesitamos de la lejanía de Dios, de su divina distancia, como centro y medida de nuestra vida. Y necesitamos a la vez de su cercanía para entender que lo divino no anula lo humano sino que lo lleva a su plenitud. Mirando a Cristo conocemos quién es Dios y hasta dónde llega su amor por nosotros, referencia y fundamento de nuestra existencia. Este libro estudia la centralidad de Cristo en el pensamiento antropológico de Romano Guardini. La fuerza y la grandeza del pensamiento de Guardini –y su riesgo– nacen del reto que con tanta seriedad se planteó: pensar toda la existencia humana desde Cristo recuperando así un pensamiento unitario e integral. Este reto choca con una cultura tan acostumbrada a «pensar sin Dios»; una cultura que, en gran parte, considera una ingenuidad y una falta de madurez crítica cualquier referencia objetiva a lo trascendente. Para salir de la crisis del pensamiento moderno a que ha llevado este abandono de Dios, se necesita un reencuentro del conocimiento con la revelación. Sólo pensando en unión vital con la fe, conseguiremos una visión unitaria y total de la existencia humana: del hombre, de la naturaleza y de la cultura. Poner a Cristo en el centro del pensamiento humano, para aprender a «mirar por sus ojos» y contemplar desde ahí la realidad
Entendemos que, la clave antropológica de la afectividad se halla en la estrecha relación que las emociones tienen con la vida auténtica. Dicho vínculo se ve con claridad cuando se indaga el porqué de los millones de ejemplares vendidos de la obra de Susana Tamaro, Donde el corazón te lleve.
El ser humano tiene, para Tamaro, una luz para buscar y encontrar el sentido de la vida: el anhelo de la alegría que todos hemos experimentado en la infancia, cuando la educación todavía no había transformado lo que somos en algo distinto, en un ser anónimo que poco a poco se aleja del centro de su yo. El modo de llegar a este yo escondido no es el propugnado por el psicoanálisis, que, como otros métodos educativos, supone una imposición externa; tampoco es el del seguimiento de la razón, la cual conduce a imitar modelos de comportamiento y a realizar juicios morales despersonalizados.
Sólo el corazón, o la espontaneidad afectiva, es el camino inmediato para volver al yo. Pero para escuchar la voz del corazón, además de librarse de lo impersonal se necesita eliminar dos sentimientos, siempre al acecho: la prisa, contraria al silencio interior, y el miedo a ser uno mismo.
Antonio Malo, doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Fue profesor de la Universidad de Navarra, y redactor de la Revista Internacional "Acta Philosophica". Autor de varios libros, actualmente es profesor de Antropología Filosófica y Psicología de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz
La Antropología Teológica es una materia extraordinariamente interesante, tanto para la sistematización de la teología, como para la evangelización. El Pontificado de Juan Pablo II ha supuesto una importante aportación y ha dejado planteado un reto: la importancia de la antropología cristiana en la evangelización, porque es una oferta de sentido para todos los hombres.
Este volumen quiere responder al reto de Juan Pablo II e intenta ofrecer una síntesis orgánica de la antropología cristiana, centrada en el designio divino para el hombre en Cristo y su realización en el misterio pascual. Se hace un esfuerzo por recoger lo que la teología cristiana ha elaborado a lo largo de los siglos. Por eso, este manual presta mucha atención a la teología patrística y a los exponentes principales del pensamiento cristiano antiguo y moderno. Los temas de la gracia son muy importantes de cara al diálogo ecuménico, con la teología protestante y ortodoxa; por eso se tratan con particular cuidado los capítulos sobre la divinización y la justificación. Además, se establece un diálogo con la cultura moderna, mostrando los contrastes con la oferta cristiana. Como quería Juan Pablo II, esa oferta es un camino de evangelización. Especialmente la idea cristiana sobre la verdad, la libertad y su sentido, la sexualidad humana y los ideales para la sociedad.
Esta obra responde a la necesidad de articular de manera coherente una concepción unitaria de la persona humana.
Se articulan en la primera las facultades humanas, las comunes (nutrición, deseos e impulsos) y las específicas (conocimiento y amor). La segunda parte se centra en la noción de persona a partir de su fundamentación metafísica, para culminar con aquellas manifestaciones propias del ser personal: libertad, amor, la cultura, el trabajo y la técnica, etc.
La pregunta acerca del origen y destino de la persona humana, con la que se cierran estas páginas. Con un estilo claro y sistemático la lectura de este libro invita a continuar la reflexión, nunca agotada, sobre la grandeza y dignidad del hombre.