Los 100 Momentos-Clave" elegidos nos permitirán recorrer el esfuerzo gigantesco que la (s) Iglesia (s) cristiana (s) han ido realizando a través de los siglos para pensar su identidad y misión dentro de circunstancias culturales, sociales, políticas y eclesiales tan complejas y cambiantes. Veremos a cada autor dentro de sus coordenadas históricas. La división de períodos en el segundo milenio se realiza fundamentalmente por siglos, ya que, sin absolutizar este criterio, cada siglo significa una inflexión, cambio, nueva problemática, estado de ánimo o modo de situarse ante la realidad. Nos hemos detenido con más detalle en el siglo XX. También nuestra perspectiva es básicamente la de la Iglesia Católica, lo cual no impide que el autor de toda su importancia a las aportaciones teológicas procedentes del pensamiento protestante y, en menor medida, del ortodoxo. El final de nuestra historia deja ver que nuestro horizonte ha cambiado, signo patente de que la historia de la Iglesia se adentra en un estadio nuevo, desconocido e indominable, en el que teólogos y teólogas deberán asumir su protagonismo y responsabilidad en la Iglesia y en el mundo para reflexionar y hacer cada día más inteligible la fe. Y dado que esto generará polémicas, pero también diálogos, para no caer víctima de las divisiones humanas, al autor le ha parecido conveniente recuperar el testimonio de aquellos teólogos que se han sentido abogados defensores de la Iglesia en el mundo, y abogados defensores del mundo en la Iglesia.
Gilbert Keith Chesterton fue un brillante polemista y desde sus páginas continúa sembrando hoy controversia. Partiendo de las verdades fundamentales que comparte la mayoría de la gente, defendía que la auténtica y gran aventura del hombre es la familia, pensaba que quien deja de creer en Dios termina creyendo cualquier cosa y que nada hay tan estimulante para el pensamiento como la ortodoxia en los tiempos en que se ha convertido en una herejía social. Dale Ahlquist, quizá el mayor especialista vivo en la obra del escritor inglés, muestra en este libro el alcance del pensamiento de uno de los escritores más originales del siglo XX, y trae a colación cuestiones cruciales sobre las que Chesterton reflexionó con su habitual agudeza y sentido del humor
El tratado sobre la formación moral del príncipe, escrito por el dominico Vicente de Beauvais, en torno a 1260, constituye una de las manifestaciones de literatura moral principesca más importantes de la Edad Media. Consta de veintiocho capítulos, que abordan tres grandes cuestiones: la naturaleza del gobierno y sus condiciones, la formación del gobernante ideal y la de aquellos que participan en la administración pública. Una temática que proyecta con fidelidad una imagen de la cultura pedagógica medieval descansando en el papel rector de las monarquías vicarias de Cristo. Idea que habría de marcar —no sin problemas— la teoría y la acción política de la mayor parte de la Europa cristiana y especialmente de los países mediterráneos hasta bien entrado el siglo XV, siendo esta obra uno de sus más fieles exponentes.
El texto latino del volumen está basado en la «editio princeps» de Rostock de 1477, con las variantes propias de los casos que se han considerado errores de los copistas o del impresor. Lo acompaña la versión española, hecha con la mayor fidelidad posible, enriquecida con notas y completada con un estudio preliminar.<br/
En el mercado de lengua castellana se echaba de menos un diccionario de los grades teólogos y teólogas (católicos, protestantes y ortodoxos) que han marcado la teología del siglo XX. Aquí lo tenemos. Su objetivo no es otro sino el de ofrecer, sobre todo a quines se inician en la carrera teológica, un instrumento válido para que nadie se pierda en la selva de nombres, fechas, títulos de obras, escuelas, y de tendencias teológicas y tradiciones cristianas
Temas tan controvertidos como el conflicto entre fe y razón, los valores comunes entre cristianos y ateos, el aborto, el papado de Juan Pablo II, la caída del comunismo, los derechos humanos, la naturaleza, la solidaridad o la autocrítica de la Iglesia fueron motivo del debate que en 2000 mantuvieron en Roma el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, y el filósofo ateo Paolo Flores d’Arcais desde posiciones claramente contrapuestas. El núcleo central de este libro —vivo, intenso, vibrante, en el que se habla con claridad y de manera directa de controvertidas cuestiones de actualidad— es ese diálogo, al que acompaña un texto de cada participante. El de Joseph Ratzinger se centra en la crisis del cristianismo; el de Paolo Flores rebate sus tesis, sostiene la idea de que la Iglesia rechaza el diálogo y destaca las contradicciones en que incurre esta institución.Joseph Ratzinger, teólogo y filósofo, (Baviera, 1927) participó como asesor en el Concilio Vaticano II y, siendo arzobispo de Múnich, fue nombrado cardenal por Pablo VI (en 1977). Durante el papado de Juan Pablo II desempeñó el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, a la muerte del pontífice, en 2005, se convirtió en su sucesor, con el nombre de Benedicto XVI. Escéptico frente a propuestas reformadoras de la Iglesia, es autor de numerosos artículos y estudios teológicos
¿Qué es realmente la Iglesia? Esta nueva edición revisada y actualizada de "Para comprender la eclesiología desde América Latina" trata de dar respuesta a esta pregunta ya en pleno siglo XXI.
No es propiamente «otro» libro, porque sigue fundamentalmente la estructura, el desarrollo temático y la metodología del libro anterior. Pero sí que es un libro realmente «nuevo», no sólo porque trata nuevas cuestiones, sino también porque los temas tradicionales se ven con una nueva luz y desde una nueva perspectiva.
El libro anterior estaba escrito en la perspectiva de los 500 años de la primera evangelización, y rezumaba el entusiasmo del cristianismo liberador que se respiraba en América Latina en las décadas de 1970 y 1980: el impulso de Medellín, las comunidades de base, los grandes obispos defensores de los pobres…
Ahora, ante un nuevo contexto, surgen nuevas preguntas, que bien podrían resumirse en una sola: ¿Cómo ser cristianos y cristianas desde América Latina hoy, en los albores del tercer milenio?
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Este libro se dirige principalmente a quienes afrontan por primera vez, de forma sistemática, el estudio teológico del misterio de Dios, es decir, de la cuestión más vital y radical de toda la Teología.
La cuestión de Dios, precisamente por su centralidad, es la cuestión más radical incluso en el ámbito estrictamente antropológico. Y es que la relación entre Dios y el hombre es tan estrecha que Dios mismo entra a formar parte de la definición del hombre. En efecto, si para la Filosofía el hombre es un animal racional, para la Teología este mismo animal racional ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y ha sido elevado a la dignidad de hijo de Dios en el Hijo por el Espíritu Santo.
La pregunta sobre Dios está inscrita en el corazón del hombre como una capacidad de acceder a Dios, más aún, como un deseo de infinito. Se responde a esa pregunta, presentando en forma ordenada lo que la Sagrada Escritura, la Tradición de la Iglesia y dos milenio de pensamiento teológico han dicho sobre el Dios que se ha revelado con plenitud en Jesucristo.
La revelación interpretada como «manía» y posesión o como «dictado» divino ha terminado su ciclo. La crítica bíblica desmontó el literalismo. La autonomía del mundo impide verla como intervencionismo milagroso; y la del sujeto, como imposición extrínseca y autoritaria. El sentido histórico deslegitima todo particularismo etnocéntrico. Tales son las cuestiones que afronta este libro, desde un principio radical: Dios, creando por amor, quiere revelarse plenamente a todos, desde siempre y en todas partes. Las limitaciones, oscuridades y aun horrores del proceso nacen de la limitación o la resistencia creatural; jamás de un «silencio» u «ocultamiento» por parte de Dios. Al contrario, la revelación avanza gracias a su «lucha amorosa» para vencer las resistencias y comunicar su salvación.
Desde ahí esta obra estudia tanto el surgir originario como la transmisión histórica. La revelación no es un dictado milagroso, sino un «caer en la cuenta» de la Presencia fundante y siempre activa: «Dios estaba aquí, y yo no lo sabía». Lo descubre uno —profeta o fundador—, pero Dios está queriendo manifestarse a todos con idéntico amor. Por eso el anuncio ejerce de «mayéutica histórica»: el creyente crítico es despertado por el profeta, pero no cree porque lo dice el profeta, sino porque él o ella se reconocen en lo dicho: «ahora ya lo hemos escuchado nosotros» (samaritanos); «la Biblia y el corazón dicen lo mismo» (Franz Rosenzweig).
Esto vale para el individuo y vale para toda religión. El diálogo de las religiones se sitúa así en un espacio común, postulando nuevas categorías —pluralismo asimétrico, teocentrismo jesuánico, inreligionación— y propiciando un nuevo espíritu de acogida, respeto y colaboración. La obra se cierra analizando el significado de la revelación como Escritura y la ulterior formalización en el dogma y la teología.
«El tema sobre el cual se hablará aquí sin pretensiones es de tal importancia, que le interesa hoy de un modo central a la Iglesia y a los cristianos. En la divergencia de los dos aspectos unidos en el título está la razón de toda la amenaza y de toda la atrofia del cristianismo actual. Y dado que es muy difícil volver a unir estos aspectos, una vez que han sido separados, preferimos intentar considerarlos desde la esfera donde tienen su origen, en el que, fecundándose eternamente entre sí, están entrelazados el uno con el otro. Una reforma nunca se hace pegando piezas rotas, sino como dice Isaías: `Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará` (11,1)» (de la Observación previa del autor).