Como teólogo, sacerdote y autor, Hans Küng ha servido a la Iglesia católica durante toda su vida. En este tiempo ha conocido papados muy distintos. Ahora echa la vista atrás y escribe sobre «sus» siete papas: «experiencias muy individuales que yo personalmente, de forma ya directa, ya indirecta, he vivido con los últimos siete papas».
Pero Küng no se limita a elaborar con maestría y soltura el retrato de cada una de estas siete personalidades, pues hace a la vez una valoración crítica de sus respectivos pontificados. La experiencia necesariamente viene iluminada por «conocimientos a menudo no convencionales, pero justificables, de los que me he ido percatando en el curso de mis estudios, prolongados durante años, de la historia de los papas y de la ideología papal».
Así, experiencias y conocimientos adquieren en este testigo de su tiempo, observador y actor privilegiado, el rango de un balance de la época que desemboca en una reflexión final: «¿Qué papado tiene futuro?».
En 1933 imparte Dietrich Bonhoeffer un curso con el que subraya la urgencia de cultivar, precisamente en la hora crítica del presente y según la indicación de Karl Barth, el asunto central de la teología cristiana: la pregunta de quién es Jesucristo. A través de las palabras de Bonhoeffer, ponderadas y constructivas, palabras deinterrogación, cobran nueva vida las sutiles cuestiones cristológicas de la Iglesia primitiva y de la Reforma y se entabla uno de los diálogos más profundos entre el pensamiento moderno y la tradición teológica.
Los dos comentarios bíblicos también reunidos aquí, «Creación y caída» y «Tentación», en su origen cursos y conferencias pronunciados ante sacerdotes, candidatos al sacerdocio y predicadores auxiliares, son reflejo del estilo hermenéutico, de inconfundible perfil, de Bonhoeffer. El primero ve la luz en el semestre de inviernode 1932-1933, en un momento en que la formación de una conciencia teológica debía contribuir a la toma de posición por parte de la Iglesia. El segundo, impartido en la clandestinidad en junio de 1938, surge en una época en que se había traicionado esa conciencia teológica. Ambos responden a la idea de que el texto bíblico se ha de interpretar como el texto de una Iglesia actuante en la realidad histórica.
Solo es posible alcanzar la plenitud de «lo divino» en la medida en que nos empeñamos por lograr la plenitud de «lo humano»; únicamente podemos llegar a ser «más divinos» haciéndonos «más humanos». Esta propuesta tiene que invadir e impregnar la vida y la actividad toda de la Iglesia: su teología, su sistema organizativo, su moral, sus leyes, su presencia en la sociedad y, sobre todo, en la vida y la espiritualidad de los cristianos.
Es una propuesta que brota del centro mismo de la fe cristiana: el Dios del cristianismo es el «Dios encarnado». Es decir, el «Dios humanizado», que se dio a conocer en un ser humano, Jesús de Nazaret. Pero ocurre que, en la historia del cristianismo, el hecho de la humanidad de Jesús y sus consecuencias ha resultado más difícil de aceptar que la divinidad de Cristo. Esta dificultad lleva derechamente a tener que afrontar esta pregunta: ¿Quién ocupa en realidad el centro de la vida de la Iglesia, Jesús y su Evangelio o san Pablo y su teología? No se trata de la vieja cuestión sobre quién fundó la Iglesia. La Iglesia tiene su origen en Jesús. La Iglesia tiene, por tanto, su centro en Jesús, el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios. Pero, todo esto supuesto, no se puede soslayar esta apremiante pregunta.
A partir de ella, se concretan otros interrogantes: ¿De dónde o de quién se han tomado los grandes temas que se proponen y explican en la teología católica? ¿En qué o cómo se justifican el culto, los ritos y, en general, la liturgia que se celebra en nuestros templos? ¿Desde quién y desde qué argumentos se legitima el modo de gobierno que se ejerce en la Iglesia? ¿Qué forma de presencia en la sociedad debe tener la Iglesia? ¿Por qué el cristianismo aparece más como una religión y mucho menos como la presencia del Evangeliode Jesús en nuestro mundo? Mientras la Iglesia no afronte estas cuestiones, y les dé la debida respuesta, no podrá recuperar su identidad ni cumplir su misión en el mundo.
Los grandes místicos remiten a una experiencia particular de Dios que trasformó su vida. El suyo es un conocimiento experimental, no especulativo; no deductivo, sino inmediato; una unión personal con Dios en la que el sujeto percibe intensamente la presencia divina de manera intelectiva, afectiva y fruitiva. Esta acción de Dios llega tan a las raíces de su ser que trastoca el ejercicio de sus funciones normales y puede conllevar sentimientos de felicidad extrema o de extremo dolor y amor.
El cristianismo se ha referido siempre a la palabra de los profetas y a la historia de Jesús, no a experiencia extraordinaria alguna. En el siglo XVI, en un sentido, y en el siglo XX, en otro, ha aparecido sin embargo el concepto de experiencia como igualmente esencial a la fe y, con ello, la mística ha vivido un renacimiento. Este libro pregunta si Jesús era un místico y cómo une el cristianismo obediencia a la palabra de Dios y experiencia del hombre. Al estudiar el lugar de la mística en la historia de Occidente y su redescubrimiento en el siglo XX, analiza las distintas formas de experiencia mística y la relación entre mística y filosofía.
«La vida sigue, pero ¿cómo?». Es lo que se preguntaba Hans Küng en sus horas más bajas, cuando el papa le retiró la licencia eclesiástica de enseñanza. Y sucedió lo que nadie esperaba: Hans Küng no se rindió, sino que desplegó toda su capacidad como pensador universal, más allá de la crítica de la Iglesia. De las tres últimas décadas de su vida, de sus grandes logros, pero también de sus amargas experiencias, rinde cuentas en esta tercera entrega de sus memorias. No solo narra el esfuerzo por abrir nuevos campos de estudio y actividad, desde el ecumenismo de las religiones del mundo hasta la «ética mundial». También habla con toda franqueza de las cuestiones que se le plantean en el atardecer de la vida y que conciernen a todo hombre. Estas memorias son relato y reflexión a la vez: de la historia del tiempo presente, de historia de la Iglesia, de la teología y de las religiones. Humanidad vivida con todas sus luces y sombras.
Éste es el primer diccionario científico bíblico hebreo-español. Basado en una traducción literaria de la Biblia hebrea, es el heredero directo del «Diccionario Hebreo-Latín» de la Biblia Políglota de Alcalá. Realizado con los más modernos criterios lingüísticos, cada entrada recoge diferentes tipos de información: morfológica (variantes posibles, conjugación, régimen, clase de palabra), sintáctica (modismos, fraseología, restricciones de uso) y semántica (diversas acepciones, sinónimos, antónimos, información sobre el campo semántico al que pertenece); así como las palabras españolas derivadas.
Este libro se centra en los retos planteados a los derechos humanos cuando estos se ven confrontados con los movimientos que reivindican la presencia de la religión en la esfera pública. Estos movimientos, crecientemente globalizados, y las teologías políticas que los sustentan, constituyen una gramática de defensa de la dignidad humana que rivaliza con la que subyace a los derechos humanos y muchas veces la contradice. Las concepciones y prácticas convencionales o hegemónicas de los derechos humanos no son capaces de enfrentarse a esos retos y ni siquiera imaginan que sea necesario hacerlo. Como procuran demostrar estas páginas, solo una concepción contrahegemónica de los derechos humanos puede estar a la altura de dichos desafíos.
Mientras que la tradición filosófica buscó un fundamento último de la moral, la teoría de la sociedad elaborada por Niklas Luhmann pretende describir la sociedad tal como es: la tarea del sociólogo no es normativa, simplemente ha de mejorar la comprensión de la complejidad social.
Según Luhmann, la sociedad actual, funcionalmente diferenciada, no puede ya integrarse gracias a la moral. Tampoco cabe aislar la moral en ninguno de los sistemas funcionales de la sociedad, que aparecen desacoplados del código moral. Sin embargo, operan en ellos equivalentes funcionales de la moral: medios de comunicación simbólicamente generalizados que procuran la fluidez y la continuidad de la comunicación. El análisis sociológico descubre así la función de toda regla moral en las expectativas y las expectativas de expectativas, requeridas para la estabilización de las interacciones en una sociedad de individuos.
El presente volumen reúne por vez primera los ensayos más importantes de Luhmann acerca de la moral. Dentro de su proyecto de una teoría de la sociedad, plantean un nuevo tipo de ética como «descripción de la moral» o «teoría reflexiva de la moral». Se abre así la posibilidad de un estudio de la moral en relación con los riesgos y peligros, así como una concepción de la persona desde la perspectiva de su inclusión en la sociedad sobre la base de la estima y el menosprecio.
El pensamiento de Emmanuel Levinas pertenece por derecho propio a la historia de la fenomenología contemporánea y a la historia de la filosofía sin más. Su obra, sin embargo, sigue siendo difícil de captar en su conjunto, por su vastedad, su dispersión y la riqueza de sus registros, no sólo filosóficos. A esa comprensión ha de contribuir el conocimiento de sus escritos inéditos.
Este volumen recoge las que cabe llamar notas de investigación filosófica del periodo que se extiende desde mediados de los años treinta hasta mediados de los sesenta. Destacan entre ellas los «Cuadernos del cautiverio», escritos entre 1940 y 1945. Son apuntes de una filosofía en búsqueda que a menudo no han hallado un eco directo en la obra publicada. Pero son asimismo testimonio del escritor que ambicionaba realizar una obra no solo filosófica sino novelística.
Especial interés revisten los «Escritos sobre el cautiverio», páginas sobrias y hermosas que describen la vida de los prisioneros, despojada de todo bien propio, y evocan su dignidad en medio de una existencia ruda y fría entregada a la muerte. Las «Notas filosóficas diversas», escritas en los años cincuenta, pertenecen a la etapa de relativo silencio editorial en la que, privado del reconocimiento universitario, Levinas dirige la Escuela Normal Israelita Oriental. Corresponden, pues, a las investigaciones llevadas a cabo entre El tiempo y el otro (1948) y Totalidad e infinito (1961), en las que ocupan un lugar central las reflexiones sobre la metáfora.