El reconocimiento de la condición divina de Jesús entre sus discípulos es uno de los fenómenos más fascinantes y llamativos del cristianismo naciente. Este reconocimiento, que tuvo una expresión muy elocuente en las prácticas cultuales, merece ser estudiado en profundidad y con todo rigor, ya que resulta determinante a la hora de relacionar la investigación sobre el Jesús histórico y los comienzos del cristianismo.
El autor presenta, en primer lugar, una panorámica del debate actual sobre los orígenes de la devoción a Jesús. A continuación, muestra con renovados argumentos cómo la temprana definición de la fe cristológica fue decisiva para la formulación de la imagen cristiana de Dios. Por último, explora las consecuencias que tuvo para los primeros cristianos la exclusividad que exigía la adhesión a Dios y al Señor Jesús en los diversos ámbitos de la vida.
Este breve volumen continúa la investigación iniciada por Hurtado en su extensa obra Señor Jesucristo (Salamanca 2008) y aporta convincentes respuestas a muchas de las preguntas que plantea la temprana devoción a Jesús.
En algún momento, los historiadores de la religión, los estudiosos de la Biblia y los teólogos de la fe cristiana se han visto urgidos a responder una pregunta enormemente compleja y, sin embargo, crucial: ¿Cómo, cuándo y por qué surgió la devoción a Jesús? O dicho con otras palabras, ¿a partir de qué momento se comenzó a rendir culto a Jesús por considerarlo ya una persona divina?
El monumental estudio de Larry Hurtado aporta un arsenal de datos y, sobre todo, una nueva perspectiva en este tema tan delicado. Así, dejando en un segundo plano la preocupación por la cuestión del Jesús histórico, se plantea de forma exhaustiva la función que desempeñó Jesús en la religión de los primeros creyentes cristianos.
Para llevar a cabo esta empresa, la investigación no rehúye ninguna de las fuentes antiguas: desde la Escritura y los escritos de figuras como Ignacio de Antioquía o Justino, hasta textos apócrifos como el Evangelio de Tomás y el Evangelio de la verdad. Con todo, el interés mayor reside en la búsqueda y el esclarecimiento de las primeras confesiones de fe cristianas sobre Jesús, las oraciones dirigidas a él, el uso de su nombre en los exorcismos, bautismos y curaciones, la invocación ritual de Jesús como «Señor», el martirio y otros fenómenos menos conocidos, como las posturas usadas al orar o la curiosa práctica de los nomina sacra.
La aparición de Señor Jesucristo inaugura, sin duda, una nueva etapa de la investigación de la cristología primitiva y de los estudios sobre el primer cristianismo.
Los estudiosos del cristianismo primitivo han recurrido a los textos antiguos como fuente de sus investigaciones, pero rara vez han prestado atención a los manuscritos donde se han conservado. Y sin embargo, estos manuscritos, debido a sus características físicas y a los rasgos paleográficos de su escritura, son de capital importancia, ya que constituyen los primeros testimonios de la «cultura material» del cristianismo y arrojan nueva luz sobre los orígenes del movimiento cristiano.
Tras reseñar los textos copiados por los seguidores de Jesús en los más antiguos manuscritos, Hurtado destaca la opción de los cristianos por el códice en detrimento del rollo, que era el formato preferido por la cultura de la época para la transmisión de textos.
El autor dedica también espacio al estudio de los nomina sacra y de los estaurogramas, porque ambos representan ya una prueba de la devoción a Cristo y a su pasión.