
Libro de gran interés y una de las obras maestras de Romano Guardini, en la que se estudia la esencia del poder, su origen y su evolución histórica. No se centra solo en el poder político, sino que se interesa en éste como realidad que envuelve al hombre: poder sobre sí mismo, sobre la naturaleza, sobre el mundo.
Guardini presenta en este primer volumen una selección de sus obras cuyo eje es el diálogo que él siempre intentó con la cultura de su tiempo. La afronta con un conocimiento preciso de la historia del pensamiento, y determina los centros neurálgicos que afectan el modo de vida del hombre actual. El lector encontrará orientaciones sobre cómo abordar la construcción de la sociedad actual que, envuelta en un horizonte mundano, ve con reparo cualquier alusión a una autoridad divina
En tiempos recientes, las concepciones relativistas y constructivistas de la verdad y del conocimiento han alcanzado el estatus de ortodoxia en amplios sectores del mundo académico. En el presente libro Paul Boghossian examina críticamente estas corrientes y señala sus fallos fundamentales. El punto de vista intuitivo, propio del sentido común, es que hay un modo de ser de las cosas que es independiente de nuestras opiniones, y que podemos llegar a creencias acerca del mismo que son objetivamente razonables y vinculantes para cualquier persona —no importa cuál sea su origen social o cultural— capaz de apreciar las pruebas relevantes. Sería un error pensar que la filosofía ha descubierto razones poderosas para rechazar esta noción. Este libro breve, lúcido e ingenioso es una lectura estimulante y aporta una base sólida para oponerse al relativismo.
318 páginas
La Constitución de los atenienses (de autoría dudosa para algunos estudiosos) forma, con la Política, la parte conservada de la obra aristotélica dedicada a la organización social de la pólis, teoría política que entronca con su pensamiento ético y metafísico. Aristóteles, discípulo de Platón y estudiante en la Academia, subraya la necesidad de estudiar la política según principios filosóficos, referidos a la naturaleza misma y a la verdad, y señala la insuficiencia de los simples empíricos que imitan las constituciones de lacedemonios, cretenses y otros pueblos. El gran tratado Constituciones, perdido en gran parte, era una enorme colección que pretendía recoger las legislaciones de ciento cincuenta y ocho ciudades griegas y extranjeras, compiladas por colaboradores del maestro de Estagira. Hemos conservado su primer libro, la Constitución de los atenienses, que se cree que compuso Aristóteles como modelo para los otros trabajos constitucionales del Liceo. En su primera parte expone la evolución del régimen político de Atenas desde una época anterior a Solón hasta el arcontado de Euclides y la restauración de la democracia (analiza, pues, la obra constitucional de Ión, Teseo, Dracón, Solón, Clístenes y Pericles); la segunda parte describe la organización del Estado ateniense en la época del autor: las instituciones del derecho positivo de Atenas en el siglo IV. Completa el volumen un texto falazmente atribuido a Aristóteles dedicado a la administración de la tierra y el patrimonio.
366 páginas
Acerca de la generación y la corrupción es una obra breve pero densa, que trata una parte importante de la filosofía natural de Aristóteles: la estructura del mundo sublunar y el proceso de cambio que en él se produce, cuyo fundamento racional se quiere detectar y comprender a fin de probar la integridad del ser frente a la apariencia disolutoria de la diversidad y las mutaciones. Este tratado sigue el mismo método que la mayoría de escritos aristotélicos: tras enunciar el propósito y el contenido, se examinan y someten a crítica las doctrinas anteriores sobre la cuestión, y se procede al estudio de ésta según las concepciones y observaciones propias.
En los Tratados breves de historia natural, indagaciones acerca de diversos fenómenos fisiológicos y psíquicos, se incluyen estudios sobre la sensación y lo sensible, la memoria y la reminiscencia, el sueño y la vigilia, los ensueños, la adivinación por el ensueño, la longevidad y la brevedad de la vida, la juventud y la vejez, la vida y la muerte y la respiración. En la interpretación moderna (no necesariamente en su génesis) estos pequeños estudios forman un conjunto, no sólo por las referencias entre unos y otros, sino porque en el primero se plantean algunas operaciones comunes al alma y al cuerpo que constituyen el objeto de los tratados siguientes. En su forma actual proporcionan una especie de «curso» complementario del tratado Acerca del alma (aparecido en esta misma colección). Parten del principio de que los fenómenos psíquicos pueden explicarse como procesos puramente físicos, y responden al proyecto aristotélico de situar los problemas relativos al alma humana en el marco general de los seres vivos. Por eso, además de con Acerca del alma, estos tratados están muy relacionados con los varios de ciencias naturales que escribió el Estagirita.
Electra es muy similar a Antígona en algunos aspectos, y trata un tema muy relacionado con las Coéforas, de Esquilo, también desarrollado por Eurípides en su tragedia homónima de la primera. Electra y Orestes, hijos de Agamenón, vengan la muerte de éste en su propia madre Clitemnestra, que lo ha asesinado con la ayuda de su amante Egisto. Una serie de equívocos, engaños y revelaciones desvela la esencia de cada uno de los personajes, y lleva al cumplimiento del mandato emitido por el oráculo de Delfos.
Sófocles (c. 496-406 a.C.) ocupa el lugar central en la tríada de grandes trágicos áticos, entre Esquilo y Eurípides. Nació en Colono, cerca de Atenas, hijo de un rico fabricante de armaduras. Su infancia y primera juventud coincidieron con la expansión del imperio ateniense. Fue elegido dos veces general, pero sobre todo se consagró a su actividad de dramaturgo. Se le atribuyen unas ciento veinte obras, y veinticuatro victorias con sus tetralogías en las competiciones dramáticas atenienses; conservamos siete tragedias suyas.
612 páginas
Las grandes aportaciones de Aristóteles en el ámbito científico se sitúan, aparte de la lógica, en las ciencias naturales, en las que puso los fundamentos sobre los que se han edificado las grandes construcciones de la biología y la zoología a lo largo de los siglos, y si bien la moderna evolución de estas disciplinas ha llevado más allá de los conceptos del Estagirita, éstos han quedado como la base histórica que es indispensable tener en cuenta. Junto con Partes de los animales, Reproducción de los animales y otros tratados de ciencias naturales (todos ellos aparecidos en esta misma colección), la Investigación sobre los animales fundó la biología con principios empíricos y filosóficos, y le confirió las líneas generales que conservaría hasta el siglo XIX, más de dos milenios después de su muerte.
La Investigación estudia las partes externas e internas de los animales, sus diversos componentes (sangre, huesos, pelo...), sus varios modos de reproducción, dietas, hábitos y comportamientos. Entre las muchas especies que se someten a observación hay ovejas, ciervos, leones, hienas, elefantes, ratones, palomas, águilas, cuervos, tortugas, lagartijas, toda suerte de insectos y, en particular, animales marinos (peces, crustáceos, cefalópodos, testáceos): en suma, todas las especies animales que conocían los griegos.
Los catorce libros que forman la Metafísica aristotélica no estaban destinados originalmente a la publicación, sino que eran material para la enseñanza, que peripatéticos posteriores (sobre todo Andrónico de Rodas en el siglo I a.C.) reunieron, ordenaron y titularon; lo cual plantea varios problemas en cuanto a cronología, composición interna, relaciones entre libros, estructura global, etc. Y sin embargo, se trata de una de las obras más influyentes de toda la Antigüedad. En su análisis de las dos principales nociones de la obra, sobre el ser o ente, ousía (ámbito de la ontología), y sobre la entidad suprema (ámbito de la teología, o ciencia primera), Aristóteles instituye una serie de categorías –como materia y forma, potencia y acto, sustancia y esencia– y razonamientos aplicados a la existencia que desde su tiempo se han sucedido acerca de lo universal, la causa primera, y, en suma, de lo que rebasa el mundo de lo sensible, el cambio, la generación y la corrupción, objeto de las ciencias particulares.
Aristóteles se aparta de su maestro Platón y su distante mundo de las ideas para configurar un universo inmanente, atraído hacia un motor inmóvil –causa final simple e inmutable– dedicado a una actividad eterna de pensamiento puro.
Introducción, traducción y notas de T. Calvo Martínez. Revisión: Paloma Ortiz García.