Romana presenta con Libreria Editrice Vaticana (LEV) la colección de libros «La teología del Papa Francisco», que reúne en 11 volúmenes, el análisis de la teología que está en la base de las palabras y enseñanza del Papa Francisco de la mano de once teólogos de reconocido prestigio internacional.
En particular, el primer volumen, titulado Según el Espíritu, teología espiritual en camino con la Iglesia de Francisco, ha sido escrito por el famoso teólogo jesuita Marko Ivan Rupnik.
La colección «La teología del Papa Francisco», presenta el análisis teológico del magisterio de Francisco que desarrollan once renombrados teólogos procedentes de varios países del mundo. Tiene por objeto enseñar cuál es la teología subyacente en la base de las palabras y acciones del Papa Francisco, tan impactantes y al tiempo tan sencillas, a las que el Santo Padre nos tiene acostumbrados.
El Papa es, antes que nada, pastor de la Iglesia y símbolo de su unidad. Puede ser un teólogo de profesión, pero puede ser también que no lo sea como ha sucedido con la mayoría de los Papas. En ambos casos, tanto en sus enseñanzas como en sus elecciones o en las orientaciones que ofrece, su magisterio y su estilo participan plenamente de una visión teológica.
En suma, el primer volumen de la colección, escrito con estilo ágil y cautivador, capaces de mostrar de forma rigurosa, las raíces profundas del pensamiento y de la acción del Papa Francisco en clave teológica.
Los dogmas son una garantía de la identidad y el futuro de la fe. Esta es la tesis del cardenal Walter Kasper al afrontar la cuestión del dogma y la renovación de la Iglesia. El teólogo y cardenal muestra los nuevos caminos y posibilidades para ver los dogmas eclesiales bajo una nueva luz y descubrir en ellos la base de la revitalización y el resurgimiento de la Iglesia.
WALTER KASPER, nacido en 1933, doctor en teología y profesor de Dogmática, fue obispo de la diócesis de Rottemburgo-Stuttgart de 1989 a 1999. Presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, fue creado cardenal en 2001. Es uno de los principales teólogos actuales y con sus numerosos escritos, charlas y conferencias se ha hecho merecedor de un respeto generalizado en el mundo ecuménico.
Son muchos hombres de buena voluntad, incluso no pertenecientes a la comunidad cristiana, que reconocen al papa como la más alta autoridad moral. El papa es signo tanto de la orientación del hombre por la verdad de Dios como de su indestructible dignidad y de la paz y la justicia social en la familia de los pueblos.
Al conmemorar en 2017 los quinientos años de la Reforma, pero también con tristeza por la escisión de la cristiandad occidental, muchos cristianos que todavía no están en comunidad plena con el sucesor de Pedro anhelan una figura ecuménica del papado para que nos dirijamos a la unidad visible de la Iglesia tal y como la quiere su divino Fundador. Para poder cumplir la misión confiada por Cristo, el Santo Padre necesita la cualificada colaboración y el compromiso del colegio cardenalicio, que comparte su solicitud y, junto con él, representa a la Iglesia romana, madre y maestra de todas las iglesias.
Las congregaciones cardenalicias de la curia romana, constituidas en la Edad Moderna, son la forma actual de la participación sinodal de la Iglesia romana en el ministerio petrino, tal y como esta fue ejercida en la Antigüedad por los sínodos romanos —sumamente relevantes desde el punto de vista de la Iglesia universal— y más tarde por el colegio cardenalicio como un todo.
Gerhard Ludwig Müller (Maguncia, Alemania, 31-12-1947), creado cardenal el 22-2-2014, fue obispo de la diócesis de Ratisbona entre 2002-2012. De 2012 a 2017 fue Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», de la Comisión Teológica Internacional y de la Pontificia Comisión Bíblica. Durante dieciséis años (1986-2002) fue profesor de Teología Dogmática en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich. Ha sido el encargado de la publicación de las Obras completas (16 volúmenes) de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en alemán, que ahora edita en español la Biblioteca de Autores Cristianos. En la BAC ha publicado: La esperanza de la familia. Diálogo [de Carlos Granados] con el Cardenal Gerhard Ludwig Müller; Informe sobre la esperanza. Diálogo [de Carlos Granados] con el cardenal Gerhard Ludwig Müller; Salvar la semilla. La fecundidad pastoral de la esperanza
Texto original en alemán, traducción a cargo de José Mardomingo.
¿Cómo puede saber cualquier hombre lo que tiene que hacer para proceder rectamente y agradar a Dios en todo momento? ¿Cómo actuar en las situaciones concretas de la vida de forma libre y justa?
La respuesta que los autores del Nuevo Testamento dan a esta pregunta es muy clara: el discernimiento personal de la voluntad de Dios, de acuerdo con las exigencias de la fe, representa la más completa liberación interior que puede vivir un creyente y la exigencia más radical que brota del mensaje de Jesús de Nazaret.
Ahora bien, por los evangelios sabemos que Jesús fue desconcertantemente liberal en algunas cosas pero muy exigente en otras. Por ello se comprende el desconcierto que produjo su predicación y su conducta. En este sentido, la conducta del hombre religioso tiene que ser un reflejo lo más perfecto posible de lo que fue la conducta de Jesús.
ENGLISH: Christian Discerment.
Discerning God’s will, according to the requirements of faith, is the greatest opportunity of personal liberation for a believer. Likewise, it is the most radical request born out of Jesus message.
Insight es la obra maestra de Bernard Lonergan. Su propósito es llevar al lector a comprender lo que es comprender, en particular destaca el momento en que uno gozosamente descubre que por fin algo se hace claro, que uno entiende. Aunque se ocupa de los grandes debates de la epistemología, no propone una «teoría del conocimiento». Lonergan escribe desde otro punto de vista: trata de llevar al lector a mucho más que a una acumulación de conceptos acertados o erróneos sobre el conocimiento humano; busca el autodescubrimiento de las capacidades cognoscitivas.
Para Lonergan, un acto de intelección (insight) sobre lo que es un acto de intelección es la fuente de las ideas claras y distintas. Este insight añade a lo meramente dado una unificación explicativa u organización, una filosofía. Más aún, nos permite unificar y organizar lo que es conocido en las matemáticas, en las ciencias y en el sentido común; es, por tanto, la base de una metafísica verificable.
Con este libro Lonergan adquirió una gran autoridad epistemológica. La Universidad Iberoamericana (México) patrocina la difusión de esta obra del genial meta-metodólogo en coedición con Ediciones Sígueme.
El desafío de la postmodernidad, en sus diversas configuraciones, es el gran reto que tiene ante sí Occidente y particularmente el cristianismo.
A lo largo de su historia bimilenaria, la Iglesia no ha dejado de relacionarse con la cultura. En muchas épocas, ella misma ha sido un importante agente creador; en otras, se ha enfrentado a los efectos deshumanizadores de la cultura dominante. Para realizar esta labor, la Iglesia se ha servido de la teología como instancia crítica.
Durante el siglo XX, el diálogo con la Modernidad fue especialmente fecundo (basta señalar los efectos beneficiosos del Concilio Vaticano II). Sin embargo, la Postmodernidad, o Modernidad tardía, ha abierto un nuevo escenario de confrontación dominado por el pluralismo, la fragmentación, el consumismo y la cibercultura. A este nuevo reto ha de responder una teología renovada (narrativa y estética), que ofrezca una propuesta humanizadora creíble y salvaguarde la identidad cristiana.
En el corazón de este desafío, cuyos límites son difusos, discurre la vida cotidiana, tanto personal como comunitaria, del creyente. Por ello, la Iglesia únicamente será fiel a su misión si es capaz de responder desde su propia lógica secular y de cuidar y acoger a cada ser humano vulnerable que transita por esta tierra.
João Manuel Duque es profesor de teología en la Universidad Católica Portuguesa, sede de Braga.
El 18 de noviembre de 2015 se cumplieron los cincuenta años de la aprobación en la misma fecha de 1965 de la constitución sobre la divina revelación Dei Verbum, del II Concilio del Vaticano. Con motivo de tan importante efeméride, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe decidió llevar adelante no tanto un comentario, en el sentido estricto del vocablo, como volver sobre las cuestiones afrontadas por la Constitución hace medio siglo y, teniendo en cuenta el curso seguido por las ciencias bíblicas en estas décadas y el conjunto de documentos emanados del magisterio pontificio y de algunos de los órganos que auxilian al magisterio como la Pontificia Comisión Bíblica y la Comisión Teológica Internacional, afrontar de nuevo una lectura concorde con las enseñanzas de la Constitución y que tenga en cuenta las aportaciones de las ciencias bíblicas.
Conocer a Dios, asomarse a su intimidad, encamina derechamente al hombre hacia un misterio sublime, el más importante del dogma cristiano: Dios es uno y trino, tres personas en un solo Dios. El hombre, durante siglos, ha entrado de puntillas a analizar este misterio, mediante la piedad y la teología, de la mano de lo revelado por el mismo Dios.
Maspero ofrece aquí un valioso recorrido por la historia del dogma trinitario, vértice de toda la doctrina cristiana, que ayuda, en definitiva, a conocer la propia dignidad del ser humano.
Giulio Maspero (Como, Italia, 1970) es doctor en Física por la Universidad de Milán y en Teología por la Universidad de Navarra. Es sacerdote desde 2003, profesor de Teología en la Universidad de la Santa Cruz, Roma, y miembro del consejo de la Pontificia Academia de Teología.
El autor trata de la obra más maravillosa del Espíritu Santo, que es nuestra propia vida espiritual; y en especial de la oración, elemento inspirador de toda la armonía, principio de unidad, y clave de esa obra en el alma del cristiano. "No quiero decir con esto -afirma en su introducción- que para la vida espiritual baste con la oración; se necesitan, sin duda, otros elementos; pero el elemento positivo, pudiéramos decir, el elemento director, es precisamente la oración. Quiero mostrar, desde luego, cómo la oración es el principio esencial y positivo de la vida espiritual, y cómo el Espíritu Santo es el gran inspirador, el gran director de ese procedimiento divino, por el cual nos vamos constantemente acercando a Dios y transformando en él". Luis María Martínez (1881-1956) fue Arzobispo Primado de México desde 1937 y es conocido en su país y en toda América latina por sus escritos sobre el Espíritu Santo. De profunda piedad, se ha iniciado su proceso de beatificación.
Millones de personas se dirigen cada día a su trabajo. Algunos van a disgusto, como obligados a una tarea que no les interesa ni les agrada. A otros les importa únicamente el sueldo que recibirán y sólo eso les proporciona aliento para trabajar. Otros encarnan lo que Hannah Arendt llama el “animal laborans”: el trabajador sin más fin ni horizonte que el mismo trabajo al que la vida le ha destinado y que realiza por inclinación natural o por costumbre.
Por encima de todos ellos en humanidad se encuentra la figura del “homo faber”, el que trabaja con perspectivas más amplias, con el afán de sacar adelante una empresa o un proyecto, unas veces buscando la afirmación personal pero otras muchas con la noble aspiración de servir a los demás y de contribuir al progreso de la sociedad.
Entre estos últimos deberían encontrarse los cristianos, y no sólo en primer lugar sino en otro nivel. Porque si de veras son cristianos, no se sentirán esclavos ni asalariados, sino hijos de Dios para quienes el trabajo es una vocación y una misión divina que se ha de cumplir por amor y con amor.
En su célebre discurso del 2008 al Collège des Bernardins, en París, Benedicto XVI mostró que el cristianismo posee la clave para comprender el sentido del trabajo, al afirmar que el hombre está llamado a prolongar la obra creadora de Dios con su trabajo, y que debe perfeccionar la creación trabajando con libertad, guiado por la sabiduría y el amor. El mismo Hijo de Dios hecho hombre ha trabajado muchos años en Nazaret, y «así santificó el trabajo y le otorgó un peculiar valor para nuestra maduración» (Papa Francisco, Laudato si’, 98).
Todo esto muestra que el trabajo es “vocación” del hombre, “lugar” para su crecimiento como hijo de Dios, más aún, “materia” de su santificación y de cumplimiento de la misión apostólica. Por eso el cristiano no ha de temer el esfuerzo ni la fatiga, sino que ha de abrazarla con alegría: una alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz.
La última frase es de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el santo que ha enseñado a “santificar el trabajo”, convirtiéndolo nada menos que en “trabajo de Dios”. En su mensaje se inspiran las páginas de este libro. Mejor dicho, se inspiran en el Evangelio, pues san Josemaría no ha hecho otra cosa que enseñar las palabras y la vida de Jesús, sobre todo los años transcurridos en Nazaret junto a José, de quien aprendió a trabajar como artesano, y junto a María, que le sirvió con su trabajo en el hogar.
Jesús, María y José aparecen en la portada de este libro, que reproduce una de las escenas del retablo en alabastro que se encuentra en el Santuario de Torreciudad (Aragón, España), obra maestra del escultor Joan Mayné. El lector puede contemplar en esa imagen todo lo que se dispone a leer en este libro. Incluso, si quiere, puede "entrar ahí" como uno más de la familia de Nazaret, porque también es hijo de Dios, y esa casa y empresa es la escuela para aprender cómo se ha de convertir el trabajo en oración: en una “misa” que da gloria a Dios y redime y mejora el mundo.