Desde que comenzó su misión al frente de la Iglesia, el Papa Francisco es consciente de que ésta no puede seguir aletargada y acomplejada ante los desafíos del mundo de hoy. La exhortación apostólica "Evangelli gaudium" ("La alegría del Evangelio") es una sacudida a la conciencia de toda la Iglesia -ordenados, religiosos y laicos- para poner a todos en "actitud de misión". Para conseguirlo se necesita una conversión radical a la novedad original del Evangelio.
La Exhortación es un amplio programa de pastoral, en el cual el Papa pone de manifiesto su visión de la Iglesia, y la forma de anunciar el Evangelio en el mundo de hoy. Propone "algunas líneas que pueden alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo" (EG 17). Interesa conocer esta líneas pastorales en las cuales Francisco "perfila un determinado estilo evangelizador", con el cual se siente personalmente comprometido.
Muy posiblemente la característica más perceptible de estas páginas sea el amor al sacerdocio: amor del autor a su propio sacerdocio, y amor a los sacerdotes. Aunque el libro contiene seria y fundada teología, sólo de manera secundaria es un tratado teológico o una investigación sobre el sacramento del orden. Constituye ante todo un estímulo vital ofrecido a los sacerdotes para renovarse y vivir desde la raíz de su llamada, y a todos los lectores para comprender el significado del sacerdocio en la vida de la Iglesia. Mons. Celso Morga -designado arzobispo coadjutor, en octubre de 2014, de la diócesis de Mérida-Badajoz- ha madurado su visión del sacerdocio cerca del Papa actual y de sus dos antecesores -ha trabajado durante veintisiete años en la Congregación para el Clero-. De ellos ha entresacado los tres grandes apoyos necesarios para todos los sacerdotes: la amistad con Cristo, la vida de fe y la humildad.
La finalidad del presente libro es tanto aportar luz a los fieles de la Iglesia como ofrecer nuestra colaboración a quienes tienen la delicada misión del discernimiento en la misma, para comprender, con la ayuda del Espíritu Santo, en qué consiste esta nueva realidad asociativa que ha surgido en su seno. Los hechos hablan, es una realidad que existe, y que los últimos Papas han querido visualizar convocando a todas estas realidades en torno a Cristo y al sucesor de Pedro. Constatar su existencia es fácil, pero llegar a comprender la acción del Espíritu en estos momentos de la vida de la Iglesia requiere apertura de corazón, oración, reflexión y mucho diálogo. Este escrito desea propiciar todas estas actitudes. Colaboradores: Milthon Ascencio Arzave, José Manuel Conde Elola, Lourdes Grosso García, Silvia Holgado Rodríguez, Juan Francisco Martínez Sáez, Maleny Medina, Gómez-Arnau, Juan Carlos Ortega Rodríguez, Teresa Rodríguez Arenas, Maruja Serrano Vargas, Antonio Velasco Jiménez.
Introducción de Olivier Clément. Editado en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria.
El lector experto se dará cuenta de que no estamos ante una antropología teológica al uso, en el sentido de que no se trata de un manual académico, frío y aséptico, en el que se analicen y criben doctrinas varias. Sin embargo, tanto el estudioso como el lector inquieto por encontrar cauces nuevos para la reflexión acerca del hombre, sí encontrarán una antropología teológica rigurosamente confeccionada. Descubrirán en sus páginas la fecundidad de un pensamiento elaborado desde la luz que el Oriente cristiano —menos racionalista y encorsetado por rigorismos conceptualistas— aporta al Occidente postilustrado al «decir el hombre».
Marko Ivan Rupnik (Zadlog, Slovenia, 1954), jesuita, es profesor del Pontificio Instituto Oriental de Roma y de la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde 1995 es, asimismo, director del taller de arte espiritual del Centro Aletti y, desde 1999, consultor del Pontificio Consejo para la Cultura. A su amplia actividad como artista y teólogo añade, además, la específicamente pastoral, sobre todo mediante conferencias y la dirección de numerosos ejercicios espirituales. En la BAC ha publicado también El conocimiento integral (2013) y Teología de la evangelización desde la belleza (2013).
Inspirado por las ideas de la conferencia de Aparecida, Galli nos presenta una propuesta para una nueva pastoral urbana, ya que cada vez más personas viven en las megalópolis del mundo.
La afirmación «Dios vive en la ciudad» procede del Documento Conclusivo de Aparecida (A 514). A partir de ella, el teólogo argentino Carlos María Galli nos invita a pensar, desde la fe y el Evangelio, la presencia de Dios en los ambientes urbanos.
A la luz del espíritu de la Conferencia de Aparecida, Galli afirma que la fe descubre a Dios no solo en los lugares de su presencia, sino también en los signos de su ausencia. Porque, en realidad, Dios no vive en el campo o la ciudad. El habitar de Dios se da más bien en su identificación, por el Espíritu de Jesucristo, con los hombres, aun en sus experiencias más contradictorias. «Las sombras que marcan lo cotidiano de las ciudades, como, por ejemplo, violencia, pobreza, individualismo y exclusión no pueden impedirnos que busquemos y contemplemos al Dios de la vida también en los ambientes urbanos.» (A 514)
En este documentado ensayo, Galli presenta sus reflexiones y propuestas para una nueva pastoral urbana, ya que cada vez más personas viven en las megalópolis del mundo.
Siempre hubo escritos filosóficos, como los aristotélicos, que preguntaban sobre la esencia y las propiedades de las acciones humanas, así como por sus intenciones y fines. Bastaría recordar también la distinción kantiana entre «obrar técnico» y obrar «moral»; o la más contemporánea teoría de la «acción comunicativa» de Habermas. Lo que en inglés se denomina «Action theory» y en alemán «Handlungstheorie» se ocupa de esos problemas relativos al obrar humano.
El presente trabajo se centra fenomenológicamente en cuestiones psicológicas, no morales, tal como se reflejan en las obras del Aquinate, comentadas por algunos maestros del Siglo de Oro, como Martínez o Araújo, y especialmente por Poinsot. Allí se hace pivotar la acción en la voluntad misma. Es ésta la facultad que mueve a las demás –alentándolas o refrenándolas– para conseguir sus objetivos. Esa voluntad tiene su principio en el sujeto. Si este sujeto se pierde, también pierde su principio –su arkhé– la acción misma. El resultado de esa deconstrucción es la anarquía (an-arkhía, sin-principio).
El núcleo trascendental de la voluntad se tensa, fundada en su principio o sujeto, hacia sus propios actos libres. Este es el núcleo de la «teoría de la acción» en Tomás de Aquino. Y el autor pretende hacer una arqueología de la acción humana deliberada.
El 26 de abril de 2012la Conferencia Episcopal Españolahacía público el texto «La verdad del amor humano», con el subtítulo «Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar». Los Obispos, dentro del ámbito propio del ejercicio de su misión como Pastores de la Iglesia, buscaban ofrecer una luz que orientara y sirviera de ayuda a los cristianos y a toda la sociedad en la valoración de las cuestiones relacionadas con el matrimonio, la familia y la legislación matrimonial y familiar (cfr. LvAH, 5).
Esa es la finalidad que determina el contenido y la metodología que se sigue con esta publicación. El contenido, porque su objetivo no es otro que el de dar a conocer el texto del Documento: ofrecer la luz de la verdad del amor humano y conyugal, la belleza del matrimonio uno e indisoluble y de la familia de fundación matrimonial. El Documento señala también la metodología, sobre todo, porque da pie a desgranar su contenido con la formulación de preguntas.
¿Cuál es la identidad de la persona humana? ¿Qué es el amor humano? ¿Por qué solo es conyugal el amor entre el varón y la mujer unidos en matrimonio? ¿Por qué el matrimonio y la familia son elementos esenciales del desarrollo de la sociedad? Son algunas de las cuestiones que el libro trata de contestar.
Un libro sobre el celibato de los sacerdotes no es extraño que provoque variadas expectativas. Esto mismo suele pasar con algunas cuestiones que, latentes en la conciencia cristiana, terminan por resurgir en determinadas circunstancias dolorosas y generan comentarios de todo tipo, muchos de los cuales no siempre se basan en la razón y el equilibrio.
Al abordar hoy el tema del celibato es preciso comenzar asumiendo las objeciones más comunes para, desde ellas, articular la reflexión teológica que hace posible ahondar en sus implicaciones espirituales, eclesiales y pastorales. Solo entonces el autor se atreve a introducir metodológicamente «un punto de vista psicológico», que permite plantear la vida célibe como medio de alcanzar la plenitud humana.
El libro se mueve siempre entre la precisión del lenguaje técnico, que no teme usar la terminología científica, y el humor benévolo, que ha de reservarse para temas sobre los que el lenguaje resulta demasiado grave o a menudo insuficiente.
Esta obra va dirigida en último término a quienes se esfuerzan por discernir la propia vocación presbiteral, pero también a los educadores, teólogos, pedagogos y psicólogos interesados en repensar la figura actual del ministerio ordenado.
«El mundo de hoy está pidiendo a la Iglesia que sea un lugar de relaciones terapéuticas que hagan bien a la vida. A este reto desea responder el presente libro sobre teología pastoral, que constituye una propuesta actualizada de desplegar las implicaciones de la teología, cuando esta quiere ser práctica, como también ha sido llamada en otros momentos de la historia.
»No se trata solo de buscar la aplicación de la teoría a la praxis, sino más bien de comprender el dinamismo teológico subyacente en la historia, buscando el modo de ser testigos de un seguimiento auténtico de Jesús, relacionando saludablemente teoría y praxis desde la dinámica propia de la teología pastoral, que ve en la persona concreta el camino privilegiado de la Iglesia por el que pasa el misterio de la Encarnación y de la Pascua.
»La teología pastoral, considerada de segundo rango en otras épocas, tiene su propio objeto de estudio, y su método, y en ella se subraya la misión evangelizadora de toda la Iglesia en el mundo de hoy, con su riqueza y variedad de contextos socio-culturales. Más aún, la teología pastoral tiene un poder humanizador dentro del conjunto de las diferentes disciplinas teológicas. Contribuye a realizar un diálogo muy especial entre teoría y praxis, un diálogo fecundo, que lleva a ver la realidad y la fe con mirada comprometida.
»La teología pastoral, en efecto, está caracterizada por su dimensión operativa, es decir, por su rica referencia a la acción, de la que también nace la teoría. Han quedado atrás los viejos tiempos en los que la pastoral se reducía a la vida litúrgica y la teología pastoral a la aplicación de la teología (teoría) a la praxis. La teología pastoral tiene su propia identidad y un rango no menor que cualquier otra teología. Por eso, este libro contribuirá a la formación de los teólogos con una visión pastoral adecuada a los tiempos de hoy» (Tomado del Prólogo de José Carlos Bermejo).
LUCIANO SANDRIN, sacerdote camilo y licenciado en psicología y en teología, es profesor de Psicología de la salud y de la enfermedad en el Camillianum, en la Universidad Gregoriana, en la Universidad Lateranense y en otros ateneos de Roma. Colabora como experto en la Agenzia della Santa Sede per la Valutazione e la Promozione della Qualità delle Università e Facoltà Ecclesiastiche (AVEPRO). Es uno de los editores del Dizionario di Teologia Pastorale Sanitaria (Camilliane, Torino 1997) y autor de numerosos escritos, entre los cuales destacan: La Iglesia, comunidad sanante. Un reto pastoral (2000); Frágil vida. La mirada de la teología pastoral (2008); Perdón y reconciliación. La mirada de la psicología (2014). En Sal Terrae ha publicado Ayudar a los demás. La psicología del buen samaritano (2014).
«El núcleo íntimo de la fe cristiana no es ante todo una cosmovisión ni un programa moral, sino una relación y, más en concreto, la relación con una persona. El cristianismo es fe en Jesucristo, en quien Dios nos ha mostrado a los seres humanos su rostro verdadero; consiste en entablar y vivir una relación de íntima amistad con el Cristo crucificado y resucitado. Al igual que en toda amistad humana los amigos de nuestro amigo se convierten también en amigos nuestros, así no es posible vivir como cristianos la amistad con Cristo sin vincularnos al mismo tiempo con todos los amigos de este. Entablar amistad con Cristo significa, en consecuencia, incorporarse simultáneamente a la gran comunidad de sus amigos, llamada Iglesia por la fe cristiana».
Esta convicción profunda, expresada en las primeras líneas del «Prólogo a la edición en lengua española», es uno de los pilares de la presente eclesiología de Kurt Koch, quien nos ofrece una visión de conjunto de la Iglesia que es, por su misma esencia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y communio, y está llamada a ser hogar que dé vida y esperanza a los seres humanos hasta más allá de la muerte.
Kurt Koch insiste en la necesidad urgente de iniciar a las personas al bautismo y la eucaristía, centro de la vida eclesial. Expone también cuáles son los gestos fundamentales de la comunidad eclesial: la predicación, la liturgia y la diaconía. Y, tras presentar tres dimensiones de la Iglesia: mariana, apostólica y católica, concluye su obra con esta expresión de su pasión por el ecumenismo: «Para quien quiere permanecer fiel al impulso ecuménico del concilio Vaticano II, una cosa es segura: que solo un ecumenismo que anhela profundamente la unidad visible de la Iglesia, y que ora y labora por esa unidad, es fiel al concilio y conducirá hacia un futuro esperanzador. Porque también y especialmente en la recuperación ecuménica de la unidad visible de la Iglesia se juega la catolicidad plena de la Iglesia y su testimonio digno de crédito en el mundo actual».
KURT KOCH, nacido en Emmenbrücke (Cantón de Lucerna, Suiza) en 1950, obtuvo su licenciatura en teología en 1975 y fue ordenado sacerdote en 1982. Doctor en teología con la tesis «El Dios de la historia. La teología de la historia en Wolfhart Pannenberg como paradigma de una teología filosófica en perspectiva ecuménica», fue catedrático de teología dogmática y ciencia litúrgica en la Facultad de teología de Lucerna.
Obispo de la diócesis de Basilea (1995-2010) y presidente de la Conferencia Episcopal Suiza (2007-2009), fue nombrado por Benedicto XVI en 2010 presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y fue confirmado en este ministerio por el papa Francisco en 2014. Creado cardenal en 2010, es miembro, entre otros dicasterios de la Curia romana, de la Congregación para la Doctrina de la Fe y del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.