Uno de los grandes logros del sociólogo italiano, Pierpaolo Donati, es poner en el centro de la persona sus relaciones, pues somos sobre todo los vínculos que forjamos con otros. En este libro vuelve a hacerlo, para esta vez dar una respuesta o, más bien, abrir un camino de respuesta a la pregunta sobre la generación, tema de mucha actualidad. Desde hace algún tiempo se están difundiendo diversas formas de tener un hijo que prescinden de la relación entre dos padres naturales, utilizando técnicas de laboratorio que combinan gametos masculinos y femeninos recibidos de varias personas. La pregunta que surge entonces es: en estas condiciones, ¿quién o qué genera un niño? ¿Quién es un “padre”? ¿Es la persona que dona el material biológico, o los técnicos de laboratorio, o la persona que asume la tarea de acoger y criar al niño no nacido? La respuesta, dice Donati, debe darse desde el punto de vista del niño, y no sólo desde el lado de la paternidad. La identidad personal del niño reside en la relación entre quienes lo han generado. Los que generan no son los individuos como tales; los que generan son sus relaciones. Este es el punto que hay que entender. Lo que califica la generación de un niño como humana es la estructura hombre-mujer y la calidad intersubjetiva de esa relación.
10 interrogantes bioéticos actuales ofrece al público general 10 respuestas fundamentadas y sencillas sobre algunos problemas que están generando nuevos avances científicos y nuevas legislaciones. Desde el punto de vista científico, bioético y jurídico los autores de este libro responden a retos y dudas éticas que muchas personas se están planteando en estos momentos. La preocupación social sobre cómo actuar cuando la dignidad humana y los derechos fundamentales están en juego, reclama una guía ética clara que marque el rumbo para acertar en las decisiones. No es suficiente tener buenos y legítimos deseos sobre nuestra vida, salud y bienestar. Valorar éticamente nuestras acciones exige previamente determinar cómo queremos satisfacer esos deseos, porque no vale cualquier modo de hacerlo. A veces en la vida hemos de renunciar, conscientemente y no sin sacrificio, a ciertas cosas y a dejar sin satisfacer deseos propios por veneración y respeto a la vida humana. Sin duda este libro puede ser un apoyo básico de consulta para interrogantes bioéticos que a veces nos cuesta resolver por sí solos.
Nicolas Diat aborda en este libro la cuestión del final de la vida. De una manera sensible y delicada, gracias a su admirable pluma, abriendo las abadías, nos descubre cómo afrontar la muerte en un lugar tan especial. ¿Cómo morir? ¿Cómo responder a nuestros miedos? Detrás de los muros de los monasterios, los hombres de Dios pasan sus vidas preparándose para el gran paso. ¿Pueden ayudarnos a comprender el sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la soledad de los últimos momentos? De la abadía de Císter a Lagrasse, de la Grande Chartreuse a Solesmes, Nicolas Diat recogió las confidencias de los monjes al final de sus vidas. A través de entrevistas excepcionales en ocho monasterios con los "hijos del silencio", entendemos que sus muertes son simples, felices, hermosas y agonías brillantes, aunque en ocasiones sean lentas o dolorosas. Aunque indudablemente cada una de sus experiencias es única, a la vez, los dolores de los monjes, nos resultan familiares. Son los de todos los hombres. PREMIO CARDENAL LUSTIGER, GRAN PREMIO DE LA ACADEMIA FRANCESA, 2018.
A lo largo de la historia, la expresión de los sentimientos se ha reservado al ambiente íntimo de las personas. Sin embargo, últimamente el imperio de la sensiblería ha desbordado a la razón, la cultura y la tradición, convirtiéndose en el factor decisivo de nuestras elecciones, y afectando seriamente al hombre y a la sociedad actual.
Basándose en los criterios de la bioética, este libro explora y reflexiona, sin anestesia, las consecuencias de dejarse llevar por un sentimentalismo tóxico en cuestiones relacionadas con el inicio de la vida, la gestación, el nacimiento, la enfermedad, la investigación en medicina o la muerte. Temas que nos atañen a todos y sobre los que deberíamos pensar, porque corremos el riesgo de vivirlos de una forma frívola, irresponsable e ingenua por falta de información.
Blanca López-Ibor es doctora en Medicina y especialista en Pediatría y Hematología-Oncología Pediátrica. Miembro de la Academia Pontificia para la Vida, del consejo asesor científico de la cátedra Tomás Moro y de la Fundación Lejeune y patrono de la Fundación Curarte. Profesora del máster de psicooncología de la UCM, del máster de medicina paliativa de la UAM y del máster de musicoterapia y oncología de la Fundación Edo Ed Elvo Tempia. Profesora de la Universidad CEU/ San Pablo. Ha impartido múltiples conferencias y participado en publicaciones de ámbito nacional e internacional. En la actualidad ejerce como jefe de la Unidad de Hematología y Oncología pediátrica de HM hospitales/ CIOCC en el hospital HM Montepríncipe.
¿Qué es la eutanasia? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cómo saber si un tratamiento es proporcionado? ¿Qué significa “estado vegetativo”? ¿Para qué sufrir? Desde su contacto diario con el dolor, el autor trata sobre la muerte, los trasplantes de órganos, la sedación, el coma y el estado vegetativo, los sentimientos del enfermo terminal y de su familia, los deseos del paciente, el ensañamiento terapéutico, el suicidio asistido y los cuidados paliativos: se adentra así en el actual debate acerca de la dignidad y la libertad de elección, la calidad de vida y el sentido del sufrimiento. Manuel Martínez-Sellés es catedrático de Medicina y jefe de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón (Madrid). Ha sido presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología, y ha recibido 18 premios nacionales e internacionales de bioética y cardiología.
El hombre dispone de un poder inmenso, pero ese poder comporta un riesgo inmenso, en cuanto está en juego el destino de la humanidad. Hoy nuestras vidas están amenazadas, no sólo por lo que las amenaza, sino también por lo que las protege: la ciencia y la medicina. Vivimos un tiempo en el que las ciencias de la vida, en el modo en que tienden a plantearse, pueden convertirse en ciencias erosionantes de valores humanos importantes como la vida, la conciencia de la dignidad humana y la identidad de la persona. El problema se encuentra localizado en la ideología. No en la ciencia misma, sino en el hecho de que se transmite con adherencias ideológicas. La ideologización de las ciencias biológicas significa una gran degradación de los valores humanos. El objetivo específico de “Ética Biomédica” consistirá en conocer las bases científico-experimentales como paso previo a la reflexión moral de las principales temáticas relacionadas con el área de la Biomedicina, así como desarrollar las bases filosóficas necesarias para elaborar un juicio de valor propio y riguroso en torno a cuestiones bioéticas.
"Rechazo horrorizado; rechazo sin horror; despenalización para algunos supuestos excepcionales; legalización de un derecho; aceptación social; ¿imposición obligatoria?". Así puede describirse el itinerario seguido por el aborto en Occidente (y por otras manifestaciones de la "cultura de la muerte", como la eutanasia). Este libro analiza el tipo de sociedad que da lugar a esa evolución y los argumentos esgrimidos para justificarla. Punto de partida es el Gobierno de Mariano Rajoy en España (2011-2018), pero hay también referencias a otros países: el fenómeno tiene alcance global y los debates son muy parecidos. Alejandro Navas, Doctor en Filosofía. Profesor de Sociología en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y en diversas universidades americanas. Miembro del Proyecto ATLANTES, de la Universidad de Navarra, que estudia el mensaje de los cuidados paliativos. Colaborador habitual en medios de comunicación.
"¡Afán, afán de cuerpo! Querer vivir es anhelar la carne, donde se vive y por la que se muere. Se Busca oscuramente sin saberlo un cuerpo, un cuerpo, un cuerpo.”
Las virtudes pueden ser una ayuda, pero también un obstáculo, un límite, un estorbo. En ese caso, no pocos optan por considerarlas algo ornamental. El juicio de prudencia se reduce entonces a la simple toma de decisiones, sin mapas ni códigos. Frente a esa opinión, el autor defiende la primacía de la persona y el respeto de su dignidad e integridad, como límite infranqueable de cualquier actividad biotecnocientífica. La bioética que propone no suprime las normas y llega aún más lejos, al no perder de vista el elemento esencial de la ética: la felicidad, el bien.