Las desavenencias conyugales y las rupturas causan agudísimos sufrimientos y, con frecuencia, sus consecuencias resultan irreparables. Cada cual está convencido de que la culpa es del otro cónyuge. Lo que para el marido es tan sólo una piedrecita, a su mujer puede parecerle una montaña. Y viceversa.
Objetivo de este libro es individuar la causa principal de las incomprensiones que arruinan la convivencia conyugal. Intenta, pues, prevenir rupturas; pero, eso sí, también explica por qué más allá de cierto umbral sólo un milagro puede lograr que razone bien un cónyuge que ya ha decidido separarse.
Con profundo conocimiento del tema, Ugo Borghello lleva a cabo un detallado análisis de las causas de las desavenencias familiares, y ofrece, en la segunda parte, unos ajustados consejos prácticos, que no son un simple prontuario de recetas comunes. Las crisis del amor resulta así de gran utilidad para afrontar el drama de una crisis conyugal, de la que ningún matrimonio puede sentirse hoy exonerado.
Ugo Borghello (Novi Ligure, Italia, 1936) obtuvo el Doctorado en Derecho Canónico por el Angelicum de Roma y la Licenciatura en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, antes de ordenarse sacerdote en 1961. Al apasionante tema de la familia ha dedicado numerosos artículos en diarios y revistas, así como dos libros que han obtenido notable éxito en su país: Liberare l'amore (1997) y Le crisi dell'amore (2000), que ahora aparece en castellano. En nuestro idioma vio también la luz en 1983 el volumen Ernst Bloch, ateísmo en el cristianismo. S u más reciente publicación en Italia es La sfida dell'amore.
En este libro recogemos las catequesis de Francisco sobre la esperanza cristiana, dadas entre el 7 de diciembre de 2016 y el 25 de octubre de 2017.
Con su estilo cercano, Francisco anima al pueblo de Dios a dar razón de la esperanza «no solo con palabras, sino sobre todo con el testimonio de la vida. Si Cristo está vivo y vive en nuestro corazón, debemos dejar que se haga visible y que actúe en nosotros. Esto significa que el Señor Jesús debe convertirse cada vez más en nuestro modelo de vida». «El Espíritu Santo –dice Bergoglio–nos hace capaces no solo de tener esperanza, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser paráclitos, es decir, consoladores y defensores de los hermanos, sembradores de esperanza».