Bajo este título se publican por primera vez en lengua española tres escritos de san Gregorio de Nisa.
Tienen en común estos escritos que versan sobre la dignidad y exigencias de la vocación cristiana, y ponen en evidencia el carácter cristocéntrico que debe tener la vida cristiana, concebida como una imitación de Cristo.
Los títulos de estos escritos son ya bien elocuentes: "Qué significa el nombre de cristiano" (carta dirigida a Armonio); "Sobre la perfección" (opúsculo dedicado a Olimpio); "La enseñanza de la vida cristiana".
Estas tres obras pertenecen a la época de madurez de Gregorio, y son de suma actualidad e importancia. Ellas, en efecto, sintetizan su visión teológica y su doctrina espiritual en torno a la naturaleza del cristiano y a la espiritualidad que dimana del bautismo.
La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en lengua castellana.
Las ocho Homilías sobre el Eclesiastés, escritas probablemente entre los años 378 y 381, son un buen testimonio del método exegético y de la preocupación pastoral de Gregorio.
La enseñanza contenida en ese libro del Antiguo Testamento constituye –para el obispo de Nisa– una exhortación a apartarse de la vanidad del vicio y a orientar la vi-da según la virtud.
Su doctrina está emparentada con el ideal griego antiguo, que proponía precisamente el camino de la virtud como medio para lograr una vida feliz.
Pero a esta concepción ética de la Grecia clásica Gregorio le aporta la gran novedad de la fe cristiana: el Logos hecho carne, la Palabra del Padre proferida en la humanidad de Jesús, que muestra el camino de la recuperación de aquella santidad que el ser humano perdió en los orígenes.
Cristo se presenta, entonces, como el verdadero «eclesiastés», que convoca a la Iglesia y, con una sabiduría superior al rey sabio, cura todas las enfermedades de la humanidad doliente.
En la obra destaca la presencia de una antropología que se apoya en dos pilares fundamentales: el libre albedrío y la condición del ser humano en situación de caída.
El discurso de Gregorio apunta a que el oyente de las homilías reconozca su situación de dolencia y acepte al Médico que se le propone para su curación.
La salud total es algo que se alcanzará en la dimensión escatológica, cuando se dé la participación plena en los bienes del Resucitado.
El estilo es sencillo, en consonancia con las características de la audiencia de las homilías: la comunidad eclesial.
Con frecuencia se emplean imágenes vivaces, tomadas de la experiencia cotidiana. La explicación alegórica facilita la comprensión de la enseñanza, y la belleza del discurso, en fin, invita a una lectura sabrosa del texto bíblico.
La "Oratio catechetica magna" de Gregorio de Nisa, escrita hacia el año 386, que ahora aparece en lengua castellana, es una de las síntesis más exactas de la dogmática cristiana de los primeros siglos. Tiene una originalidad propia.
Mientras que las demás síntesis de este tipo (dejando a un lado la "De catechizandis rudibus", de san Agustín) estaban dirigidas, en la mayoría de los casos, a la enseñanza de los catecúmenos en las principales verdades de la fe, con vistas al bautismo, y se dirigían directamente a los iniciados y a los fieles para instruirles sobre los fundamentos de la doctrina evangélica, la "Oratio catechetica magna" está dirigida a los "dirigentes eclesiásticos", a los maestros o "catequistas", que en la Iglesia tenían la misión de promover en los creyentes una adecuada formación sobre el patrimonio doctrinal de la tradición apostólica teniendo en cuenta las tendencias heréticas en el interior del cristianismo y las dificultades que provenían del ambiente pagano o judío.
Gregorio teje una magistral síntesis teológica adaptada a las instancias fundamentales de su época, respondiendo, sin el menor tono polémico, a las objeciones que se le hacían a la fe cristiana.
Así pues, trata los grandes temas de la dogmática: el misterio trinitario, la creación del hombre, el origen y naturaleza del mal, la encarnación del Verbo, la redención del hombre, los sacramentos del bautismo y de la Eucaristía, la necesidad de la fe y de la conversión interior, para concluir con los fines últimos del hombre