Buena parte del discurso público actual hace referencia a temas morales (corrupción, aborto, fundamentalismos, etc.). ¿Dónde fundamentar una sólida argumentación, cuando son tan diferentes los modos de proceder?
Pese al interés creciente por la ética, los debates entran en callejones sin salida, pues los interlocutores no manifiestan una base filosófica clara donde apoyar su discurso.
De un modo divulgativo, el autor muestra aquí las convicciones morales de nuestra cultura, y ofrece claves para construir o reconstruir con solidez los cimientos de nuestra sociedad.
Joaquín García-Huidobro (1959) es doctor en Filosofía, profesor en la Universidad de Los Andes (Santiago de Chile) y autor de numerosos libros, entre ellos Una locura bastante razonable, publicado en Rialp.
Que se haya llamado a nuestro tiempo la «Edad del Análisis», nos hace pensar en dos hombres que pasaron sus primeros años en Viena: uno, Sigmund Freud, y otro, Ludwig Wittgenstein, pensador solitario, precursor del análisis lingüístico y del examen de las formas fundamentales del pensamiento y la expresión. La publicación póstuma de los papeles de Wittgenstein y de los apuntes de clase de sus alumnos nos ayuda a apreciar la extensión de su influencia, que, desde su laboriosa semirreclusión en Cambridge, llegó hasta los más apartados rincones del mundo. No son pocos los pensadores de nuestro tiempo que afirman que el impacto del pensamiento de Wittgenstein representa, desde Sócrates, uno de los intentos más vigorosos para llegar al meollo del entendimiento humano. La principal tarea del filósofo, insiste Wittgenstein, es librar a la tiranía de las ilusiones, de la fascinación que ejerce sobre nosotros la forma de expresar. El medio para conseguirlo lo ve Wittgenstein en un escrutinio cuidadoso del lenguaje ordinario utilizado por los hombres para descubrir el mundo. En las obras que presentamos se estudian la significación, el uso y funcionamiento del lenguaje, la comunicación, etc., es decir, diversos aspectos del «gran problema» que siempre preocupó a Wittgenstein: el problema de la naturaleza del lenguaje. El libro lleva un prefacio de R. Rhees, que sirve de introducción a ambos cuadernos. Los cuadernos azul y marrón (el título se refire al color de las tapas de esas reproducciones) han corrido en reproducciones mecanográficas entre los filósofos de todo el mundo de habla inglesa. Se produjeron estos cuadernos mientras se gestaban sus principales obras —«Tractatus Logico-philosophicus» (1922) y «Philosophical Investigations» (1953)— y constituyen una introducción accesible e indispensable al pensamiento de Wittgenstein.
Es ya usual plantear la historia de la filosofía como historia de la recepción de las obras filosóficas, de sus interpretaciones y reinterpretaciones hasta llegar a nosotros, de tal forma que se ponga de manifiesto cómo cada obra, actuando sobre el horizonte de pensamiento de una determinada época, le afecta y contribuye a su transformación. Los clásicos son nuestros interlocutores permanentes que siempre tienen algo que decirnos ante las nuevas preguntas que les dirigimos desde nuestro horizonte actual. La finalidad de la presente obra es ofrecer en panorama del desarrollo filosófico de la Antigüedad y la Edad Media, proporcionando al respecto la información que permita alzanzar una visión global de la filosofía enmarcada en la historia integral de la humanidad. Se complementa esta visión de conjunto con la inclusión de textos de los filósofos mismos para ejercitarse en la reproduccion intelectual del movimiento del pensamiento que la obra encierra y su interpretación crítica. Diego Sánchez Meca es Catedrático de Filosofía Contemporánea en la UNED. Antes ha sido profesor de las Universidades de Murcia y de California (Berkeley). Desde hace algunos años centra su tarea investigadora en el estudio de la formación, transformaciones, crisis y límites de los proyectos modernos europeos de cultura (que se desarrollan históricamente, sobre todo, a partir de la confrontación Ilustración-Romanticismo), desde el punto de vista filosófico, literario e histórico-sociológico. Entre sus últimas publicaciones destacan: Modernidad y romanticismo: para una genealogía de la actualidad, Madrid, Tecnos, 2013, Historia de la filosofía moderna y contemporánea, Madrid, Dykinson, 2010, Nietzsche. La experiencia dionisíaca del mundo (Tecnos, 4ª ed. 2009), El nihilismo (Síntesis, 2004) Martin Buber (Herder, 2ª ed. 2000), La Historia de la Filosofía como Hermenéutica (UNED, 3ª ed. 2003), Teoría del Conocimiento (Dykinson, 2ª ed. 2012). En la actualidad dirige la edición de las Obras Completas de Nietzsche, publicada por la Editorial Tecnos, de la que han aparecido ya los cuatro volúmenes de Fragmentos Póstumos, el volumen correspondiente a los Escritos de juventud (2012) y el correspondiente a los Escritos filológicos (2013).
Spinoza murió en enero de 1677. En noviembre de ese mismo año vio la luz su Ética, incluida en un paquete de obras póstumas financiado por sus amigos. Al siguiente, 1678, ya estaba condenada esa obra por el gobierno holandés. Hubo que esperar más de un siglo a que irrumpiera el rescate del pensamiento de Spinoza, iniciado por la vena más profunda de la ilustración alemana y el neopaganismo romántico de Goethe y continuado por el romanticismo filosófico y el idealismo absoluto germanos. Ese rescate marca un momento estelar del pensamiento contemporáneo. (De la Presentación de M. Garrido) La Ética es mucho más que la definición de marcos metafísicos en alianza pugna con un método. En la Ética hay mucho más. Por ejemplo, hay una extraña relación entre su título y su contenido, y no ya sólo porque esta «ética» sea en buena parte metafísica, doctrina del conocimiento, generalísima física especulativa y psicología, sino porque, cuando es ética, lo es de tal manera que no privilegia al hombre, y eso puede sorprender hoy –e incluso incomodar– a los temperamentos éticos. (De la Introducción de Vidal Peña) El recelo frente a las derivas utópicas marca el nacimiento de ética y política modernas, sobre la consigna lanzada por Maquiavelo: “conocer el tiempo y el orden de las cosas y acomodarse a ellos”. A ese llamamiento a favor de una desengañada cautela, tendrá que dar concepto el siglo xvii. ¿Es pensable una ética que se ajuste a las solas exigencias de la razón? ¿Y una política? Tal, el envite cuya entidad dibujará Spinoza al comienzo de esa inacabada prolongación de la Ética que quiso ser el Tratado Político. «Si la naturaleza humana estuviera dispuesta en el modo adecuado para hacer vivir a los hombres bajo el solo imperio de la razón, sin tender a cosa otra alguna, entonces el derecho de naturaleza no estaría determinado más que por la potencia de la razón. Pero…» (Del Epílogo de Gabriel Albiac)
Obra emblemática, junto con “El castillo” y “La metamorfosis”, de lo que se ha dado en llamar “lo kafkiano”, “El proceso” se cuenta entre las pocas obras de la literatura que han alcanzado el raro destino de desbordar ampliamente los meros límites de su naturaleza como relato. En efecto, en esta novela que se inicia con el arresto, una mañana, de Josef K., supuestamente acusado de un delito que nunca llegará a conocer, y quien a partir de ese momento se ve envuelto en una maraña inextricable regida por un mecanismo omnipresente y todopoderoso cuyas razones y finalidades resultan inescrutables, Franz Kafka forjó una vigorosa metáfora de la condición del hombre moderno.
Traducción de Miguel Sáenz
Testimonio insustituible sobre la tradición de las escuelas filosóficas griegas al ser el único compendio de este tipo que ha llegado hasta nosotros, las "Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres", obra compuesta en la primera mitad del siglo III por Diógenes Laercio, fue desde principios del siglo XIX objeto de reproches, sobre todo por parte de los filósofos, que no encontraban en ella la historia de la filosofía antigua que habrían querido encontrar. Sin embargo, llevado por aficiones más filológicas que filosóficas, su autor, como aclara en su introducción Carlos García Gual, responsable de esta primera traducción íntegra de la obra desde la que hiciera Ortiz y Sanz en 1792, sólo pretendió registrar para la posteridad el espléndido legado sapiencial de los no en vano ilustres filósofos griegos, tarea que llevó a cabo en un texto que resulta hoy uno de los más atractivos del legado helénico por su información minuciosa y su amenidad.Traducción e introducción de Carlos García Gual
Si esto es un hombre, el libro que inaugura la trilogía que Primo Levi dedicó a los campos de exterminio, surgió en la imaginación de su autor durante los días de horror en Auschwitz, cuando la principal preocupación de los prisioneros era que, de sobrevivir, nadie creería la atrocidad de la historia vivida. Los campos de concentración y exterminio, más que resguardados por las alambradas y los guardias, lo estuvieron por su propia monstruosidad, que los hacía inconcebibles.