Teología es reflexión, argumentación y adoración. A lo largo de la historia, los momentos fundamentales de la vida de Jesús han constituido el territorio privilegiado para llevar a cabo esta disciplina. No en vano, desde el principio del cristianismo se contempla a Cristo en su itinerario terreno a fin de rastrear las huellas de Dios y los rasgos constitutivos de todo ser humano.
Según esta lógica, el tiempo y el espacio cobran una especial relevancia. No es posible hablar hoy de Dios sin que Él se haga presente en el aquí y ahora disponibles para los hombres y mujeres vivientes. Pero resolver semejante paradoja –la trascendencia en la inmanencia, la eternidad en el tiempo, el espíritu en la carne, lo divino en lo humano– es la tarea que ha de emprender la teología para cumplir con su finalidad primera: dar sentido a la existencia humana y ofrecer esperanza transmundana, es decir, salvación.
Al ritmo de los días el creyente cincela su vida con la escucha de la Palabra. Y si además se tiene la responsabilidad de acompañar a la comunidad cristiana desde el ejercicio del ministerio recibido, esta Palabra no puede por menos que orientar, sugerir, llenar de esperanza y comprometer en el amor.
Los textos reunidos en este volumen tienen como denominador común la perspectiva eclesial; mejor dicho, testimonian la convicción de que la Iglesia es el territorio natural donde la Palabra de Dios desvela sus sentidos e ilumina cada faceta y dimensión del ser humano.
Esta Palabra divina, que halla su manifestación suprema en el amor de Cristo crucificado, se prolonga en la comunión y misión de la Iglesia, en las diversas vocaciones que la concretan, en la oración siempre presente y en la búsqueda incansable de la verdad y la dignidad humanas.
«Siempre se les pregunta a los escritores por qué escriben. Y supongo que las respuestas con muchas: fama, éxito, belleza, dinero…
La mía es muy sencilla: escribo para comunicarme, para ganar amigos, para amar y ser amado. Y me gusta que mis libros sean una hoguera en la que otros vienen a calentarse dentro de un mundo frío.
Desde esta amistad, estrecho tu mano, lector.
Con un abrazo de
José Luis Martín Descalzo».
En este volumen se reúnen los cinco libros de Martín Descalzo: Razones para la esperanza, Razones para la alegría, Razones para el amor, Razones para vivir y Razones desde la otra orilla. A cada libro le precede una presentación especial: Invitación (José María Javierre). Pórtico (Joaquín Luis Ortega). Atrio (José María Cabodevilla). Umbral (Antonio Montero). Cancela (Paloma Gómez Borrero). Zaguán (José Jiménez Lozano).
La vocación es ante todo un acontecimiento personal. Por ser única e irrepetible, debe tenerse especial cuidado al teorizar sobre ella, pues se corre el peligro de «simplificarla y trivializarla».
La mejor forma de conocer el sentido de la llamada que el Señor dirige a una persona consiste en comprenderla a la luz de su Palabra. De hecho, la Palabra no solo nutre cada vocación, sino que es su territorio natural, como atestiguan las historias de Abrahán, Moisés, Samuel y Jeremías, en el Antiguo Testamento, o Jesús y sus discípulos, en el Nuevo.
Al contemplar la riqueza y variedad de las distintas vocaciones, el creyente tiene la posibilidad de discernir los elementos comunes y permanentes que caracterizan la llamada de Dios y de reconocerlos en su propia historia de salvación.
La enseñanza de San Josemaría Escrivá abarca una amplia gama temática que puede ser examinada desde diversas perspectivas. De entre esos enfoques el Profesor Illanes ha prestado especial atención a cuanto se refiere a las relaciones entre cristianismo y mundo, entre fe cristiana y experiencia humana. Así partiendo de la afirmación del valor y sentido del existir en el mundo, pasa revista a cuestiones como la secularidad cristiana, la riqueza humana y cristiana de la vida ordinaria, la santificación del trabajo, el empeño que reclama el servicio al ideal de la justicia, la libertad y el pluralismo en cuanto elementos constitutivos del vivir social.
La Medicina pastoral pretende ofrecer unos conocimientos antropológicos, médicos, biológicos y psiquiátricos elementales, que hoy se consideran de obligada necesidad para cualquier persona que pretenda desempeñar tareas educativas o formativas, ya sean sacerdotes, catequistas, maestros, profesores de enseñanza media, padres o madres de familia, etc.
Sin necesidad de convertirse en psicólogos o antropólogos, esto no les exime, sin embargo, de conocer algunos elementos de Antropología, Biología, Medicina, Sexología, Psicología o Psiquiatría, que les serán necesarios para el buen desempeño de su tarea formativa. El libro también resulta de interés para los trabajadores sanitarios(médicos, enfermeras, etc) por las frecuentes referencias éticas y/o pastorales a cuestiones de salud y enfermedad, como el hospitalismo, el estrés, el tabaquismo, el consentimiento informado o la humanización de la Medicina, por ejemplo.
Se ofrece un desarrollo- lo más claro y sencillo- de temas médicos y psiquiátricos, entre los caules se afrontan cuestiones como la clonación, la eutanasia, las drogas, el empleo de anticonceptivos, la fecundación artificial, la caracterología del hombre y de la mujer, el modo de comportarse con los enfermos depresivos, escrupulosos o anoréxicos; asuntos más técnicos como la GIFT, la impotencia sexual, la frigidez o la transexualidad; o cuestiones más simples, pero que a veces resultan un tanto difusas, como el conocimiento de la anatomía o fisiología de la reproducción, etc.
Presentamos esta 2ª edición (estaba muy agotado este libro) donde el autor explora sistemáticamente la doctrina de Santo Tomás sobre la ley natural, tratando de poner en evidencia tanto su coherencia como su relación con otras características de sus enseñanzas sobre el obrar humano. Estando tan estrechamente ligada con la razón práctica, cualquier concepción de la ley natural incluye necesariamente un entendimiento de la autonomía moral: la autonomía se basa en la razón, y solamente un ser razonable puede ser llamado «autónomo».
Rhonheimer desarrolla una visión de la autonomía moral que hace justicia a ambas, a la autonomía cognitiva de las personas en la comprensión y en el establecimiento de estándares fundamentales del bien humano, y a la dependencia de estos estándares de precondicionamientos que no están a disposición de la persona.
Martin Rhonheimer es profesor de Ética y Filosofía política en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. Ha estudiado Historia, Filosofía, Ciencias Políticas y Teología en Zürich y Roma. Es Doctor en Filosofía. En 1983 fue ordenado sacerdote. Antes desarrolló actividades de investigación en las universidades de Zürich y Friburgo (Suiza). Aparte de un gran número de artículos en revistas especializadas y contribuciones en obras colectivas, es autor de numerosos libros y artículos.
La pregunta sobre la identidad cristiana, rebrota con particular vigor en los momentos y lugares en los que es más intenso el pluralismo cultural y social, y más sentida, en consecuencia, la necesidad de definir los perfiles intelectuales y morales del cristianismo. ¿Qué caracteriza la identidad cristiana de una persona o de una determinada institución? ¿Qué trazos específicos han de informarla si está animada por el espíritu y el dinamismo del Evangelio?
Por resolver éstas y otras preguntas contamos con esta obra, en la que han colaborado profesores universitarios que desarrollan su actividad docente e investigadora en áreas científicas distintas y en centros de trabajo diferentes. Late en ellos la convicción de que, estableciendo un serio diálogo interdisciplinar, se puede calar más profundamente en las claves del patrimonio cultural cristiano (pensamiento, actitudes, obras), y ayudar a rehacer el entramado de evidencias de carácter ético y principios indiscutibles de la vida social, que en muchos ambientes parecen haberse oscurecido, y que son contenido esencial de la ley moral natural.
Este libro está compuesto de textos breves que quieren introducir al lector en los grandes temas del pontificado de Benedicto XVI. Se dirige a un público amplio, con espíritu joven y talante abierto. Son como cartas desde la fe que esperan una respuesta concreta en la vida personal y social. Se presentan como ventanas a través de las que se puede ver un horizonte mayor. Ese horizonte es el perfilado por San Pablo, cuando dice que Dios ha pronunciado un gran «sí» al enviarnos a su Hijo. Sin duda son los jóvenes –de todas las edades– los que tienen más capacidad para captar y realizar ese proyecto, que comienza por el «sí» de Dios al hombre, a todos sus anhelos e inquietudes, y que ha querido necesitar de nuestro «sí».