Si toda alma humana es inabarcable, con más razón aquella que se abandona en manos de Dios y se deja hacer por Él, de tal manera que apenas se llega a distinguir lo divino de lo humano porque todo se torna naturalmente sobrenatural. Ernesto Juliá se ha atrevido a ensayar una búsqueda dentro del alma de un santo. Reconocer las idas y venidas del amor que configuran a un santo y su Obra, que es de Dios. Los grandes descubrimientos que desbordan y consuelan, como la filiación divina, el vivir la Santa Misa, el amor y la protección de la Virgen; junto con las exigencias rotundas, la entrega a los suyos y a los que tenían que llegar, la intimidad con la santísima Trinidad, la cruz... y la contemplación en medio del mundo. San Josemaría llegó a ser auténtico opus Dei haciendo el Opus Dei. En estas páginas que delimitan lo que podría ser un diseño de itinerario espiritual se nos brinda la oportunidad de pisar sobre sus pasos.
«La vida espiritual cristiana es una relaciòn de amor entre Dios y
cada hija e hijo suyo, destinada a ser, progresivamente, màs intima.
màs profunda y abarcante. Los santos son aquellos que màs se han
acercado a esa hondura de amor en esta tierra, y que disfrutan ya de
su plenitud en el cielo, en una vida infinitamente feliz, sin limites ni
condiciones. En este libro el autor busca desentranar algunos de los
"secretos" que transformaron a esas santas y santos, en los hombres y mujeres màs enamorados, y por eso mismo, màs dichosos de este mundo; para ayudarnos también a nosotros a serlo, y alcanzar con ellos la felicidad eterna: la santidad».
El Señor recoge una parte de sus homilías, aquéllas que versa sobre la persona y la actividad de Jesús. Con palabras iluminadas por un certero instinto sobrenatural, busca Guardini contemplar al Señor, admirar su talante para acogerlo como Salvador. De esa intención nacen reflexiones llenas de naturalidad y de solidez teológica, que bosquejan atractivos perfiles de la personalidad de Jesús. “Romano Guardini vivió intensamente su vida sacerdotal y la tarea apostólica que implica”. Así comienza la espléndida introducción de Alfonso López Quintás que abre la edición que ahora presentamos. El mismo lector podrá comprobar que el libro que tiene en sus manos es un excelente testimonio de tales palabras.
A todos nos gustaría hallar en los evangelios más noticias sobre la vida de la Virgen. El Espíritu Santo, por medio de los evangelistas, ha querido revelarnos solo algunos detalles; los suficientes para que nuestra gratitud y devoción a María de Nazaret pueda desarrollarse como un riachuelo que, nacido entre peñas, poco a poco se convierte en una gran corriente de agua dando vida a los parajes por los que discurre.
Gracias al estudio de los exégetas y a la oración contemplativa de muchas almas santas, esos pasajes se han convertido en una corriente fecunda, que hace florecer la vida cristiana en todos los lugares donde se honra a la Madre de Dios y Madre de los hombres. En el último siglo, bajo la guía del magisterio de la
Iglesia, el conocimiento y amor a la Virgen ha crecido impetuosamente entre los cristianos. En la medida en que tratamos a Nuestra Señora, descubrimos que es la senda más directa, rápida y segura para llegar a Cristo y, por Cristo, con Él y en Él, al Padre y al Espíritu Santo.
Estas páginas se proponen animar al lector a que él mismo haga este descubrimiento. Ya el título, tomado de la tradición de la Iglesia, lo dice todo: “Ad Iesum per Mariam”, a Jesús se va —y se vuelve, si se tiene la desgracia de perderle— por María.
Este libro contiene diez homilías predicadas durante los años 1986 y 1999, en la iglesia de Sankt Johannes de Pentling, cerca de Ratisbona. Allí el entonces profesor Ratzinger había vivido durante los años setenta hasta que fue nombrado arzobispo de Múnich y Frisinga en 1977. El interés de estas páginas no es por tanto tan solo biográfico, sino también histórico y teológico. Entre los temas abordados, figuran no solo el misterio del amor de Dios o la naturaleza sacramental de la Iglesia, sino también el significado de la adoración y la escatología, la necesidad del esfuerzo personal en la vida cristiana y la eucaristía como centro de la vida cristiana, la actuación de los católicos en la vida pública y la santificación del mundo, la relación entre verdad y libertad, fe y razón o política y religión. Incluso en la última homilía abordaba el primado petrino, que el editor ha dejado al final tal vez no solo por ser la última, sino también sugiriendo un cierto contenido profético. Si se cotejan los temas abordados con los documentos emanados por las Congregaciones romanas en las que el cardenal bávaro trabajaba, pueden advertirse también interesantes paralelismos.
Como un auténtico “estruendo de trompeta”, capaz de despertar y convocar a soldados que tal vez se encuentran atrincherados y a la defensiva por el empuje de las continuas ofensivas enemigas, concibe Peter Kreeft este provocador y contundente alegato que llama a la lucha inevitable y real que los cristianos deben seguir dando sin descanso en el campo de batalla de la sociedad contemporánea.
Recuperar la felicidad de la gente sencilla que cada día intenta sobrevivir con dignidad en este mundo es un empeño para el que quedan deshabilitados los “expertos”, los intérpretes autorizados por la propia cultura dominante, y ya va siendo hora, dice Kreeft, de que el sentido práctico y común de la gente normal se rebele y plante batalla. Concienciar de la guerra en la que estamos inmersos, queramos o no, y proveer de las armas que necesitamos para garantizarnos la victoria, es el objetivo de este libro, que no dejará indiferente a ningún lector, sea cual sea su circunstancia personal.
La merecida fama de brillantez intelectual y elegancia literaria de Josep Ratzinger no se limita a su admirada obra teológica, sino que se pone de manifiesto también, de forma muy significativa, en lo que ha constituido su principal modo de dirigirse al pueblo de Dios durante su pontificado: sus homilías. Constructor de Iglesia y acérrimo defensor de sus cimientos, como sus maestros en la fe san Pablo y san Agustín, Benedicto XVI, según lo que nos revela el presente volumen de Ediciones Cristiandad, ha cuidado con detalle cada párrafo de sus homilías, consciente, sin duda, de que terminarían siendo referencias del pensamiento católico contemporáneo.
Eclipsado en parte por la personalidad fulgurante de su sucesor san Juan Pablo II, la figura de Pablo VI puede haber quedado injustamente encasillada entre los dos papas a los que sirvió de puente, y esta es una de las razones por las que el presente volumen de Ediciones Cristiandad adquiere una relevancia significativa. Lejos de abrir un debate sobre supuestos protagonismos personales, los textos seleccionados por Giovanni Maria Vian muestran a un hombre desnudo, de una sencillez y una sinceridad encomiables, que tuvo que lidiar con un tiempo histórico en el que la Iglesia sentía la necesidad apremiante de dialogar con el mundo, un mundo que había comenzado a fraguarse un horizonte al margen del Evangelio. En los 32 textos recogidos en este libro, que abarcan los momentos más importantes de su vida desde su juventud, Montini dialoga con el mundo y consigo mismo, habla de Dios y del Maligno, de la Iglesia y del pecado, de la alegría y de la tristeza, habla con la curia y con los artistas, de la riqueza y de la pobreza, y nos deja también una reflexión serena de su propia conciencia de la muerte, a la que sin duda supo esperar.