Con respecto a la espiritualidad ignaciana y jesuítica, el P. Ignacio Iglesias (1925-2009) representa uno de sus impulsores más decisivos y eficaces en el ámbito de lengua castellana y, por extensión, en toda la Compañía. Sus ocupaciones como hombre de gobierno, primero, y su infatigable labor apostólica después no le permitieron elaborar sistemáticamente su magisterio, pero sí esparcirlo en forma de innumerables artículos y algunos libros. Este tomo de la Colección «Manresa», de la que fue iniciador, pretende recoger lo mejor de esa sabiduría dispersa que él nos legó. Pretende ser, al mismo tiempo, un homenaje vivo a su memoria y un estímulo para los estudiosos de san Ignacio que vienen tras él.
Los artículos recogidos en este libro, 23 exactamente, están organizados en torno a tres ejes: «Ejercicios espirituales», «Mundo y misión en Ignacio de Loyola» y «El carisma ignaciano hoy». El último de ellos está dedicado a la memoria del P. Arrupe, con quien Ignacio Iglesias trabajó muy estrechamente durante más de nueve años. Le siguen, como complemento necesario, una bibliografía lo más exhaustiva posible de los escritos de Ignacio Iglesias y, finalmente, un apartado con la procedencia bibliográfica de cada capítulo.
El propósito de la presente obra es incidir, desde una perspectiva teológica, en el discurso de la espiritualidad y las espiritualidades, un discurso tan generalizado como poco o mal definido en muchas ocasiones. En esta propuesta de una mística de ojos abiertos, el autor no hablará solo del perfil irrenunciable de la espiritualidad cristiana, sino que también irrumpirá en el debate actual, marcado por la crisis, sobre Dios y la Iglesia, sobre las religiones y los ámbitos seculares.
Según Metz, la espiritualidad cristiana no debe rehuir dicho debate ni neutralizar las decepciones ocasionadas por las fallidas reformas de la Iglesia. Estas decepciones, muy arraigadas ya en gran parte de la sociedad, degeneran a menudo en una gran indiferencia con respecto a la vida de la institución. ¿Puede contribuir una espiritualidad teológicamente imbuida a que la Iglesia recupere lo que ha perdido a lo largo de la historia? El autor ha escrito estas páginas porque cree en esa posibilidad y no considera sustituible el perfil católico del cristianismo eclesial —en el sentido más ecuménico de la palabra— cuando se trata de enfrentarse finalmente con los ojos abiertos a los retos de una crisis (de Dios) histórica.
«La fe cristiana es, a no dudarlo, una fe buscadora de justicia. Ciertamente, los cristianos deben ser místicos, pero no exclusivamente en el sentido de una experiencia individual espiritual, sino en el de una experiencia de solidaridad espiritual. Han de ser “místicos de ojos abiertos”. […] Son ojos bien abiertos […] los que nos hacen volver a sufrir por el dolor de los demás: los que nos instan a sublevarnos contra el sinsentido del dolor inocente e injusto; los que suscitan en nosotros hambre y sed de justicia, de una justicia para todos.» S
En la historia de la cultura, Jesús ha sido un signo imposible de evitar, un signo con el cual hay que ajustar las cuentas, un signo que hay que aceptar o rechazar. Encontrarlo nunca puede dejar a nadie indiferente: en la relación con él se juega, de hecho, algo significativo para nuestras vidas. ¿Qué significó cruzarse con sus pasos durante su experiencia terrenal o también después del acontecimiento de la resurrección?
Desde la fecha de su nacimiento, colocada convencionalmente como línea divisoria entre dos eras, Jesús ha impregnado de su presencia y de su palabra la historia de Occidente, que no puede entenderse sin él. Este libro traza su perfil partiendo de la experiencia bíblica de quien lo encontró y se confrontó con él.
Autores/as:
GIANFRANCO RAVASI, nació el 18 de octubre de 1942 en Merate (Lecco, diócesis de Milán), sacerdote desde 1966, arzobispo titular de Villamagna di Proconsolare (2007), Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, de la Comisión para los Bienes de la Iglesia y de la Comisión de Arqueología Sacra. Es un conocido biblista de fama internacional, con numerosos libros y artículos científicos y de divulgación.
Cuatro profesores universitarios más un investigador especialista en la eclesiología del Santo Maestro Juan de Ávila, y la postu­ladora de su Causa de Doctorado, ofrecen en este libro renovados enfoques y sugerentes perspectivas de acercamiento al nuevo Doctor de la Iglesia universal. Es mucho y muy valioso lo que se ha estudiado y publicado sobre él, pero este gigante del Siglo de Oro español, que ha atravesado qui­nientos años de perenne actuali­dad, guarda todavía ricos filones por explorar. A ellos se acercan estos autores, que proponen dis­tintas vías de acceso a este notable evangelizador de ayer y de hoy. Completan el libro doce de los mejores poemas presentados al Certamen de Poesía «San Juan de Ávila» que se convocó con motivo de su Doctorado. Es también este un modo original de traer a nues­tro presente a este gran santo de ágil pluma y verso fluido al expre­sar la Doctrina cristiana.
Partiendo de su experiencia en la práctica terapéutica y de su trabajo con grupos de meditación, Esteve Humet ha decidido poner por escrito este camino hacia el descubrimiento del Silencio interior. El objetivo del texto es ayudar no tanto a quienes ya están iniciados en la meditación o practican asiduamente alguna forma de oración, sino sobre todo a aquellos que oyen hablar del tema y desean entrar vivencialmente en él, pero no encuentran a nadie que les ayude en esta exploración.
La meditación se nos presenta aquí no solo como una actividad, como un proceso pedagógico con un amplio abanico de posibilidades, sino también como una actitud vital en que la simplicidad es la base. El autor desea que los ejercicios propuestos sean, más que vínculos, ayudas compatibles con cualquier creencia u opción religiosa. Así pues, todos son relativos y, por tanto, opcionales; es decir, medios y no fines, ya que el único fin es la plenitud del Silencio.
«La esperanza es cierta, nos la da el Padre de la Verdad. Discierne lo bueno y lo malo. No rinde culto a lo óptimo (no cae en el optimismo) ni se cree segura en lo pésimo (no es pesimista). Porque la esperanza discierne entre el bien y el mal, es combativa; y combate sin ansiedad ni obcecación, con la firmeza de quien sabe que corre a una meta segura, como esperanzadamente lo dice el autor bíblico: «corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia» (Heb 12,1).
El 13 de marzo de 2013 el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa, tomando como nombre Francisco. Los Ejercicios Espirituales aquí recogidos fueron predicados por él a los obispos españoles en el año 2006; constituyen un verdadero tesoro espiritual y una auténtica propuesta de vida cristiana.
Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 17-12-1936), SJ, fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, realizando desde entonces una fecunda labor en la Compañía de Jesús, llegando incluso a ser Provincial de la misma de 1973 a 1979. Después de una gran actividad como sacerdote y profesor de Teología, fue consagrado obispo de Oca, el 20 de mayo de 1992. Arzobispo de Buenos Aires desde el 28 de febrero de 1998, y, por tanto, «Primado de la Argentina», fue creado cardenal por el papa Juan Pablo II, el 21 de febrero de 2001, con el titulus de san Roberto Belarmino. Como cardenal formó parte de la Comisión para América Latina, la Congregación para el Clero, el Pontificio Consejo para la Familia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Asimismo fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina de 2005 a 2011 y miembro del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
¿Qué me sienta bien cuando las cosas no me van tan bien? ¿Qué me ayuda cuando surgen en mí sentimientos negativos, cuando experimento decepciones o incluso recibo ofensas? ¿Dónde encuentro remedios para mi alma, a veces desorientada o triste?
Anselm Grün se sabe unido a la tradición y habla, además, desde su experiencia personal: «Lo que le hace bien al cuerpo, le hace bien igualmente al alma. Lo que importa en nuestra vida es tener el comportamiento debido con el cuerpo y con el alma, cuidar del uno y de la otra. No se requieren para ello técnicas complicadas como las que hoy se recomiendan a menudo en los manuales de consulta. Se trata, más bien, de cultivar la sensibilidad hacia el cuerpo y hacia el alma. Cuando presto atención a mi cuerpo, estoy mostrando un profundo respeto a mi alma».
Ocupan el centro del libro realidades absolutamente sencillas: placer y lágrimas, amigos, sueño y baños..., y también la oración.
Anselm Grün ha complementado los «siete consuelos» de que habla ya Tomás de Aquino con experiencias que han tenido importancia en su vida: escuchar música, caminar, leer o jugar, o también la deliciosa satisfacción que puede ir asociada a un vaso de vino. La felicidad no está en algún lugar indeterminado. Está en el centro de nuestra vida.
ANSELM GRÜN, doctor en teología y administrador de la abadía de Münsterschwarzach, es uno de los maestros espirituales más apreciados en la actualidad. Las ediciones de sus libros, traducidos a más de veinte idiomas, alcanzan millones de ejemplares. Sal Terrae, que ha publicado una sesentena de obras suyas, es su editorial de referencia en lengua española.
Cada día es distinto, por eso el autor de la obra Hablar con Dios, nos invita a hacer la oración diaria según el periodo litúrgico de cada momento. En el tomo I desgrana El Adviento, La Navidad y la Epifanía.
Cristo tiene siempre algo que decirnos, a cada uno en particular, personalmente: en el Evangelio, en la doctrina de la Iglesia, en la liturgia.
El lector se siente ayudado a conversar con Dios de la vida misma: de sus situaciones reales cotidianas, de sus penas y afanes concretos. Por eso Hablar con Dios no es un tratado para "especialistas", sino para la gente que encontramos cada día por la vida: para la madre de familia, para el empleado, para el oficinista, para el sacerdote, para el profesor. Los más de dos millones de ejemplares vendidos son un ejemplo de esto. El libro no encorseta la oración; es, mas bien, un manantial de sugerencias abiertas, para cualquier circunstancia vital, pero que apunta a la vez a la concreción, a una aplicación efectiva. La oración diaria se proyecta así sobre la convivencia y los quehaceres normales de todos los días. El libro esta lleno de sugerencias para adelantar en el amor a Dios, en la convivencia diaria, en la mejora del carácter y en la perfección del trabajo habitual.
La obra completa está compuesta por siete tomos:
1. Hablar con Dios I. Adviento, Navidad, Epifanía
2. Hablar con Dios II. Cuaresma, S Santa, Pascua
3. Hablar con Dios III. Tiempo ordinario (1)
4. Hablar con Dios IV. Tiempo ordinario (2)
5. Hablar con Dios V. Tiempo ordinario (3)
6. Hablar con Dios VI. Fiestas y Santos (1)
7. Hablar con Dios VII. Fiestas y Santos (2)
El Tratado de la oración y meditación de san Pedro de Alcántara, una obra muy representativa dentro del género de guías espirituales, fue uno de los manuales de oración que contó con mayor número de ediciones y que alcanzó una enorme difusión tanto en España como en América, incluso en los dos siglos posteriores a su aparición. La presente edición actualiza el lenguaje de la edición de Medina del Campo de 1587, testimonio que contiene una licencia de publicación de 1565, por ahora la referencia cronológica expresa más antigua de una tradición textual ininterrumpida, ya en vida del autor, de El Tratado de la Oración y meditación. Cinco siglos después, el testimonio de Medina vuelve a ver la luz para difundir el mensaje de un místico y extremeño universal, san Pedro de Alcántara, e insertar su obra en un lugar prominente dentro del vasto panorama de la literatura espiritual áurea.
Edición preparada y presentada por Javier Melloni, SJ.
Esta obra anónima, compuesta por un monje de Montserrat entre 1510 y 1555, puede haber jugado un papel estratégico en el pasaje del ámbito monástico al secular, de la tradición benedictina a la tradición ignaciana. En ella se da un concentrado de los grandes maestros de la espiritualidad medieval, así como podría tratarse de un manual del que se valió Ignacio de Loyola durante su estancia en Montserrat y Manresa para beber del legado que le precedía y aportar, a partir de él, sus elementos de novedad. Con esta obra nos acercamos a la intrahistoria, palabra acuñada por Unamuno para expresar que la gran historia se juega en los silenciosos episodios de la pequeña historia. Vivimos un tiempo propicio para caer en la cuenta de las interdependencias. No necesitamos afirmarnos negando al otro, sino recibiéndonos del otro.
Esta segunda parte de las catequesis de Benedicto XVI sobre la oración se centra en la vida de la Iglesia naciente narrada en los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de san Pablo y el Apocalipsis.
María acompaña con su presencia orante el camino de la primera comunidad cristiana.
Pentecostés no es un hecho aislado: la acción del Espíritu guía constantemente a la Iglesia en medio de persecuciones y dificultades.
El testimonio de san Esteban, la oración unánime durante la cautividad de Pedro… son hechos que muestran los frutos de una profunda comunión: confianza, libertad, fuerza, luz.
En san Pablo –ante todo un místico según el Papa–, la oración se manifiesta con gran riqueza de formas y en todas las situaciones de la vida. «Hemos recibido un espíritu de hijos», y por eso podemos llamar a Dios «Abba, Padre».
El Apocalipsis –libro difícil, rico de simbolismo– presenta una comunidad reunida en oración.
En sus últimas meditaciones el Papa profundiza en la liturgia, lugar privilegiado de oración que expresa a la Iglesia de todo tiempo y lugar.
Ofrecemos en apéndice tres catequesis del Papa sobre tres grandes maestros de oración: Alfonso María de Ligorio, Domingo de Guzmán y Juan Bautista.
Joseph Ratzinger nació en 1927 en Marktl am Inn, Baviera; ha sido catedrático de teología católica, arzobispo de Munich y Freising y, desde 1982, prefecto de la «Congregación para la doctrina de la fe». En 2005 fue elegido papa.