Este estudio presenta precisamente cómo las Escrituras Santas fueron paulatinamente descubriendo la realidad del Mesías, que constituye el alumbramiento histórico por excelencia, gestado en el misterio mismo del Ser y Obrar Trinitario para salvación de la humanidad y del universo entero.
"Jesús es la Palabra y el Hijo de Dios, mediador de la creación y de la comunicación de Dios; y por serlo, es clave de lectura de lo creado. Jesús es el Hijo encarnado, y por ello no se puede encontrar la divinidad si no es en forma humana, con lo que se conoce a Dios como Aquel que no es para-sí, sino que es Solidaridad; y al buscar lo cristiano no hay que buscar algo diverso del hombre, sino al hombre mismo como hombre-para (para Dios y para los hombres). Jesús es el Hijo Crucificado, y por eso rubrica a la vez la impiedad del mundo y la reconciliación de Dios; y así nos libera para vivir ante Dios en medio del mundo sin Dios. Jesús es, finalmente, el Resucitado; y por eso su señorío sobre la realidad es el señorío del Origen, de la Meta y de la Esencia de ésta. La cristonomía supera el dilema entre autonomía y heteronomía, expresando así la liberación de lo creado para que llegue a ser su propia verdad, fundada en Cristo".
Estas palabras, que figuran en la Conclusión de la presente obra, resumen (si así puede decirse, tratándose de una obra de estas dimensiones) la trayectoria seguida por el autor en su acercamiento sistemático a la revelación de Dios en Jesús el Cristo.
José Ignacio González Faus realiza aquí una auténtica reflexión teológica (y no sólo histórica y exegética) sobre Cristo, atendiendo de un modo especial a las preguntas que actualmente se plantean acerca de Jesús, la fundamental de las cuales se refiere a la significación del acontecimiento-Cristo para el hombre. Pregunta perenne, pero ahora intensamente reformulada, a la que el autor responde con el sugerente enfoque de Cristo como Humanidad Nueva, que es la humanidad de Cristo santificada por su unión con el Hijo y universalizada por la Resurrección.
Pocas son las investigaciones sobre aquello donde principalmente se apoya el arte del icono: la doctrina cristiana de la encarnación de Dios. Dios ha tomado un rostro humano y dicho rostro es el lugar privilegiado de su revelación. Sobre esta convicción se funda el arte de los iconos, no sólo en su temática, sino también en su técnica específica e inconfundible, que sólo pretende expresar este misterio. La fascinación que todavía hoy despierta el arte de los iconos deriva seguramente de este hecho.
El presente volumen no es un libro más sobre iconos. No al menos como estudio histórico-artístico. El tema de la obra son los fundamentos sin los cuales ni existirían los iconos ni se podría entender el sentido de los mismos: los fundamentos teológicos, con mayor precisión, los cristológicos.