¿Qué dice la ciencia y la filosofía acerca del origen de la vida humana? ¿Qué nos diferencia de los animales? ¿Qué papel juegan los sentimientos en el conocimiento? ¿Tiene alguna base objetiva la noción de persona? ¿Es la familia algo radicado en la naturaleza humana? ¿Están unidas naturaleza y ética?… Este trabajo aspira a responder estas cuestiones dando ideas que nos puedan ayudar a redescubrir en qué consiste la naturaleza humana y su dignidad. A lo largo de los siglos se han dado comportamientos tremendamente inhumanos que se han legalizado en algunas sociedades como algo permitido e incluso visto con buenos ojos: la esclavitud, las guerras de conquista, los sacrificios humanos, el exterminio de personas inocentes en campos de concentración… Cuando esto ocurre se hace necesaria una revisión de cuál es la idea de nosotros mismos y del legado que queremos dejarles a las generaciones futuras. La vida humana no es un bien protegido incondicionalmente en todas sus etapas, especialmente en sus momentos más dependientes. Aunque pueda parecer una cuestión tangencial esto es algo de gran importancia para entendernos a nosotros mismos y a nuestro futuro. La dignidad de la persona humana debe ser constantemente redescubierta para que no se vacíe parte de su contenido. En íntima relación con ella está la idea que tengamos de la familia y del amor humano.
La bioética es una ciencia interdisciplinar con una presencia cada vez mayor en la sociedad en general. El aumento en el conocimiento acerca de las primeras fases del desarrollo humano como la aplicación de las nuevas tecnologías al inicio de la vida humana plantea importantes interrogantes de carácter científico, ético y jurídico. La desprotección del no nacido en el siglo XXI aborda los problemas acerca del inicio de la vida humana: el estatuto biológico y antropológico del embrión humano, los problemas y las carencias de las técnicas de reproducción humana asistida (TRA), el diagnóstico preimplantatorio y prenatal, el estado actual de la investigación con células madre, la selección genética de embriones o «bebés-medicamento», la píldora del día después, la ley del aborto, las nuevas tecnologías reproductivas o la determinación de la filiación en las TRA… Temas que configuran el debate actual sobre el inicio de la vida humana y que abren horizontes a futuras investigaciones.
Muchos confiesan ser creyentes pero no practicantes pues no participan en la vida de la Iglesia, unas veces por una fe poco arraigada y otras quizá por el abandono de las prácticas de vida cristiana de la infancia. La falta de coherencia en la conducta termina por construir un dios subjetivo, hecho a nuestra medida, lejos del Dios real que se ha revelado a los hombres y ha marcado pautas morales para que vivamos conforme a nuestra naturaleza humana. Así se entiende la importancia y necesidad de «practicar» la Fe. El conocimiento de Dios y de nosotros mismos implica necesariamente una conducta moral que en definitiva nos dignifica y acerca a la felicidad.
Necesitamos disponernos a las propias búsquedas interiores porque de no ser así, como señala Heidegger: «el hombre habría negado y lanzado fuera de sí lo que tiene de más propio, a saber, que es un ser que reflexiona». Agustín de Hipona nos invita a no buscar fuera la verdad y volvernos hacia nosotros mismos, porque es en nuestro interior donde ésta reside. Bastarse a sí mismo es la gran meta a la que nos convoca Aristóteles para ser felices. Cicerón se atreve a afirmar: «no puede menos de ser feliz quien es capaz de valerse por sí mismo y hace depender todo de sí mismo».
El autor traza un «Resumen muy resumido: Todos educamos mal… pero unos peor que otros. Y, a pesar de todo, nuestros hijos suelen acabar siendo una maravilla.» «La diferencia más honda entre quienes simplemente lo hacemos mal y los que lo hacen aún peor estriba […] en que los primeros batallamos conjuntamente por crecer como personas, mientras los segundos aspiran a forjar las personas de sus hijos sin esforzarse por reformar la propia.» «El problema más extendido en la educación actual es que a muchos nos gustaría hacer bien de padres… sin esforzarnos seriamente por ser buenos padres.» Escrito en un tono desenfadado e incluso divertido, el libro aúna ideas muy de fondo, con observaciones de aplicación a la vida cotidiana.
Cartas de Sarajevo recupera el tono epistolar para sistematizar una compleja realidad: la política internacional y las relaciones internacionales del Siglo XXI, el Siglo de la Globalización. Es fundamental no cometer el error de ignorar las repercusiones de la política internacional en nuestro tiempo. Este libro se hace eco de todas las contradicciones que se presentan siempre en estas encrucijadas de la Historia: crecimiento y crisis, nacionalismo frente a cumbres internacionales, democracia frente a «anorquía», intervención bélica y Derechos Humanos. En la obra se encuentra una explicación detallada, culta y amena, sobre los grandes temas de nuestro tiempo.
Invitación… «Nunca en la historia de la humanidad se han acumulado tantos y tan variados conocimientos sobre el hombre y probablemente nunca se haya ignorado tanto lo que el hombre es». Afirmaciones similares, repetidas por las mejores mentes de los últimos cien años, se encuentran en el origen de este libro. La Invitación que encabeza su título señala la atmósfera de amabilidad en que pretende moverse. Se nos invita a conocer al ser humano —varón y mujer—, proponiendo de forma sencilla y amena los principios imprescindibles para que cada uno llegue a saber quién es y pueda más fácilmente alcanzar la felicidad. Con la ilusión añadida de que la lectura de estas páginas invite a su vez a profundizar en el conocimiento del hombre y a hacer partícipes a los parientes, amigos y colegas del saber así adquirido.
Carta de Karol Wojtyla a su amigo judío desgrana los recuerdos de un muchacho judío –Jerzy Kluger– durante la ocupación alemana de Polonia; hace revivir el drama de millones de personas condenadas a morir por el hecho de ser judíos. Pero, por encima del horror, triunfa la amistad, la carga humana de su amigo católico, Lolek –que más adelante será conocido como Juan Pablo II–, cuyo sentido de la lealtad, de la justicia, del respeto de la persona, es un desafío a la violencia y al odio que sacuden su patria.