Esta obra es una auténtica e innovadora «Summa logicae». Lo que empezó como un proyecto de redacción de un manual, tras varios años de trabajo, ha terminado siendo un tratado novedoso de gran calado filosófico. Si bien presenta de una forma clara, amena y ordenada ―que agradecerán los estudiantes― la lógica del concepto, del juicio y del razonamiento, la lógica de enunciados, predicados y clases o la logística no clásica, terminando con una cumplida explicación de la metalógica, no se trata de una mera obra expositiva. Sorprende el autor con una aportación original y radical en el panorama filosófico, pues no se refiere a la lógica al modo aristotélico, como mera ciencia auxiliar y propedéutica, sino que sitúa la Ciencia del Logos en el corazón de la filosofía, como privilegiado acceso al problema del conocimiento y del ser. La articulación entre lógica, en este sentido radical, con la gnoseología y la ontología late en cada página. Y desde esta articulación, hecha en clave realista, dialoga con originalidad y hondura con la filosofía de la ciencia, con la hermenéutica o la lingüística. Además, ofrece esta obra otra virtualidad más profunda, original del autor: la apertura del logos al Logos, la lógica como dintel de entrada firme y seguro al problema filosófico de Dios.
Pablo Domínguez Prieto (Madrid 1966-Tarazona 2009), sacerdote de la archidiócesis de Madrid, fue doctor en Filosofía y en Teología. También fue decano de la Facultad de Teología «San Dámaso» de Madrid y catedrático de Teoría del Conocimiento y Lógica. Su actividad docente, sus diez libros publicados y sus innumerables artículos no fueron óbice para desarrollar una amplia e intensa tarea pastoral, que sentía como vocacional, con sacerdotes, consagrados y laicos.
La noticia es terrible: sacerdotes y líderes católicos, venerados por su fe, alabados por su apostolado, practicaban en secreto una mística perversa. Las víctimas de sus abusos hablaron. Los periodistas investigaron sus abusos y encubrimientos. Los historiadores empezaron a investigar los embrollos eclesiásticos de los que se beneficiaron. La sociedad entera se escandalizó. Pero, ¿cómo interpretar espiritualmente el hecho de que semejantes crímenes fueran encubiertos con apariencia de sacralidad? Utilizando todos los recursos de su aguda mente y estilo, el filósofo y teólogo más original de su generación, Fabrice Hadjadj, nos sumerge en las raíces del mal, donde, según el Evangelio, "los lobos se disfrazan de corderos", sin minimizar nada de lo grave que tiene, sin descuidar lo que esconde de gracia.
Una denuncia de la mentira, la impostura y la credulidad. Un alegato a favor de la fe. Un ensayo vigorizante, ejemplar por su lucidez y sobriedad. Si hay un buen uso para el abuso, es conseguir que nos cuestione personalmente.
En términos filosóficos, un planteamiento sin crítica es un planteamiento estéril. Peor aún, superfluo. Lo más relevante de la contribución de Pieper se desgrana en este texto, por su capacidad comunicativa y su búsqueda de la verdad. Pieper hace fácil lo difícil, trata de descifrar el misterio con simplicidad, y en eso recuerda a Tomás de Aquino. Por eso su atractivo no deja de crecer.
El descubrimiento de la realidad es un estudio sobre el fundamento de la ética. Incluye dos ensayos: “La realidad y el bien” y “La verdad de las cosas”. El término “descubrir” alude a algo que merece ser visto tal cual es. Y el horizonte de la actividad humana es “la realidad”, el ser. Por eso Tomás de Aquino fundamenta la moral en la aceptación de la verdad de las cosas. El bien, dice Pieper, “es lo conforme con la realidad”, y tiene por ese motivo una profunda fuerza de irradiación.
Estética para principiantes
Este libro no pretende otra cosa que mostrar la compleja historia del arte y de las teorías que lo han intentado explicar. Más que proponer soluciones el libro siembra dudas al intentar explicar que no siempre el arte estuvo ligado a la belleza. Durante siglos, desde el inicio del cristianismo hasta finales del siglo xv, la función del arte fue sobre todo realizar imágenes para alimentar la piedad de los fieles. Sin embargo, poco a poco, prevaleció la tendencia a apreciar las obras de los artistas por su belleza. De este modo las artes se convirtieron en artes bellas y, desde Kant, la disciplina filosófica que se ocupó de su estudio se llamó Estética. Superada la metafísica y descartada la posibilidad de acceder con la razón a la realidad trascendente, tocó al arte mostrar lo que racionalmente no podía conocerse. Este fue el motivo por el que la estética ocupó una función de gran relieve en la reflexión filosófica. Y, sin embargo, la sucesiva historia de la filosofía y su rechazo del proyecto moderno llevaron al abandono de las esperanzas puestas en la Estética, a la vez que el arte dejaba de nuevo de comprenderse como bello. Más que belleza el arte contemporáneo manifiesta la inquietud de nuestra época, la desazón de no haber sido capaces de desvelar el misterio de nuestro mundo ni de comprender nuestra presunta grandeza. Y todo esto merece ser estudiado para reconocer en el arte nuestra propia historia y darnos una respuesta a la necesidad que los hombres seguimos sintiendo por hacer y contemplar obras de arte.
La pobreza, la ignorancia y la violencia son obstáculos para expresar las propias ideas y perdonar a los demás. Ambas cosas son indispensables, como lo es perpetuar nuestra existencia.
Buscar lo indispensable ha sido un reto constante en la historia de la humanidad. La pobreza, la ignorancia y la violencia son obstáculos para expresar las propias ideas y perdonar a los demás. Ambas cosas son indispensables, como lo es perpetuar nuestra existencia, pero ignoramos qué sucede tras la muerte.
El autor trata sobre esas riquezas indispensables, tanto materiales, racionales o espirituales, y sobre el modo de afrontar su escasez. Acude, para ello, a numerosas historias reales.
Sobre Cristian Mendoza (Escritor)
Cristian Mendoza es profesor de Doctrina Social de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad Ponti? cia de la Santa Cruz (Roma), y de Dimensión Económica de la Iglesia en la Facultad de Comunicación Social Institucional. Es profesor visitante en IPADE Business Schoo
El término “humanismo” está obsoleto. El nuevo “humanismo”, vacío de sustancia, se extiende como un cáncer. ¿Hay solución a este problema, quizá desde una mirada cristiana?
Atravesamos una “crisis del humanismo”. El término está casi obsoleto. Su dificultad para respirar no proviene de discursos despectivos hacia el hombre, no nos equivoquemos. Es a través de la “compasión” como este nuevo humanismo, vaciado ya de sustancia, se extiende como un cáncer. Al querer ser mejor humano, sólo humano, demasiado humano, el hombre moderno genera quimeras.
El nuevo hombre soñado por los regímenes fascistas o soviéticos era un anticipo del hombre aumentado con el que sueñan los transhumanistas; de la misma manera, el Untermensch (“infrahumano”, como llamaban los nazis a los no arios) encuentra hoy sus avatares en una muchedumbre que no se ajusta al proyecto deseado para la humanidad. La tentación de definir al hombre a partir de sí mismo lo relega a esa condición inferior. Sólo una imagen del hombre que lo salva impide esta división idólatra ¿Por qué?
La cultura contemporánea occidental, aunque depende en sus fundamentos de raíces profundamente cristianas, se ha visto sustancialmente influida por una rein­terpretación de los mismos a la luz de lo que ha sido denominado pensamiento mo­derno. Este puede ser caracterizado como un proceso histórico-cultural en el que se ha ido desarrollando un progresivo antropocen­trismo asentado en la reivindicación de las capacidades de la razón humana, así como en los avances de las ciencias naturales y las conquistas de la tecnociencia.
Aunque algunos de estos elementos ya se advierten en el pensamiento renacentista, es con Descartes con quien apropiadamente se puede afirmar que surge la Filosofía moderna, que tendrá su epígono final en el pan­logismo hegeliano.
El estudio de esta etapa de la filosofía nos puede permitir comprender mejor las claves de nuestra sociedad del siglo xxi, deudora convencida de las ideas que promocionaron los pensadores que llamamos modernos, y que anhela en la actualidad ofrecer una cen­tralidad definitiva a un ser humano en per­manente aspiración a la autotrascendencia.
Joaquín Jareño Alarcón (Murcia), es doctor en Filosofía. Amplió estudios en la London School of Economics (MSc in Philosophy of the Social Sciences), y en las universidades de Oxford (Academic Visitor) y Cambridge (Visiting Scholar). Ha sido conferenciante invitado por la Academia Rusa de las Ciencias y la Higher School of Economics (Moscú). Sus publicaciones más re­cientes incluyen: Retratos seculares: David Hume y John Stuart Mill sobre el significado de la religión (2018) y Ludwig Wittgenstein: The Meaning of Life (2023), así como el texto «Gewissen und Moralische Verbindlichkeit», publicado por la Universidad de Innsbruck (2022).
En estas páginas exploramos las vidas y las ideas de siete profetas cuyas contribuciones a la filosofía y la sociedad han dejado una profunda huella en la historia. Algunos de ellos, como Descartes, Rousseau y Nietzsche, anunciaron grandes convulsiones en su época y en la humanidad en general, a menudo desencadenadas o fomentadas por las poderosas ideas que promovieron. Por otro lado, figuras como Pascal, Kierkegaard, Dostoyevski y Soloviev nos introducen a los mismos dilemas y desafíos, pero también nos ofrecen valiosas perspectivas y soluciones para superarlos. Estos visionarios nos brindan las herramientas para comprender la esencia y el origen del drama universal que se desarrolla frente a nosotros en la actualidad y nos ayudan a tomar decisiones existenciales cruciales en nuestro viaje personal. Este libro es una ventana al fascinante mundo de estos pensadores y una invitación a explorar su impacto duradero en nuestra comprensión del ser humano.
Desde una crítica a la habitual visión etnocéntrica, el presente libro contempla la filosofía medieval en su totalidad, es decir, englobando no sólo la filosofía escolástica latina sino también la árabo-islámica y la judía. En contra de Hegel, que situaba esas filosofías "al margen del tiempo", el autor las ancla en su propio mundo histórico. Asimismo, presta una atención preferente a los problemas metodológicos y a la variada historiografía de este período, en especial a las fuentes literarias e históricas disponibles. Lejos de todo dogmatismo y desprovista de cualquier tentación apologética, la propuesta que encierra este libro radica en la lectura de los textos filosóficos medievales mediante los instrumentos filológicos necesarios y en su interpretación con el más depurado método hermenéutico. Incluye herramientas de la web para el estudio de la filosofía medieval. Manual UNED
El filósofo Byung-Chul Han dirige ahora su mirada crítica hacia las nuevas técnicas de poder del capitalismo neoliberal, que dan acceso a la esfera de la psique, convirtiéndola en su mayor fuerza de producción. La psicopolítica es, según Han, aquel sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente (smart), que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación.
En este sistema, el sujeto sometido no es consciente de su sometimiento. La eficacia del psicopoder radica en que el individuo se cree libre, cuando en realidad es el sistema el que está explotando su libertad. La psicopolítica se sirve del Big Data el cual, como un Big Brother digital, se apodera de los datos que los individuos le entregan de forma efusiva y voluntaria. Esta herramienta permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas y condicionarlas a un nivel prerreflexivo. La expresión libre y la hipercomunicación que se difunden por la red se convierten en control y vigilancia totales, conduciendo a una auténtica crisis de la libertad.
Según Byung-Chul Han, este poder inteligente podría detectar incluso patrones de comportamiento del inconsciente colectivo que otorgarían a la psicopolítica un control ilimitado. Nuestro futuro dependerá de que seamos capaces de servirnos de lo inservible, de la singularidad no cuantificable y de la idiotez –dice incluso– de quien no participa ni comparte.
A la luz de la ética filosófica, el autor analiza los comportamientos humanos en torno a la sexualidad y aporta criterios de conducta.
El comienzo de la filosofía lo constituye la indagación de los primeros pensadores griegos acerca de la razón primordial de todo, a la que denominan «Dios» o lo «Divino». El pensamiento cristiano, por su parte, está presidido, desde un principio y durante toda la Edad Media, por la idea de «Dios», que fundamenta filosóficamente. Y los más insignes pensadores de la Edad Moderna profesan a su manera la creencia en la existencia de Dios, haciendo de ella el fundamento y contenido principal de su filosofía. En la actualidad, no pocas personas en Occidente viven y piensan como si Dios no existiera. Y sin embargo, en la mayor parte del mundo la fe religiosa conserva e incluso acrecienta su influencia. También hoy la filosofía puede sin duda esclarecer un gran número de cuestiones sobre la existencia y la presencia de Dios.