Cuando a finales de los años cincuenta Joseph Ratzinger era un joven teólogo, dictó un curso en Viena sobre el concepto «hermano» según el cristianismo.
¿En dónde radicaba la originalidad de este análisis? ¿Por qué sigue siendo válido?. He aquí las cuatro tesis que defiende: 1) la fraternidad depende del concepto que se tenga de la paternidad de Dios y de cómo sea Dios; 2) la fraternidad cristiana está siempre por delante de los lazos biológicos (familia) y sociales (ciudadanía); 3) el cristiano es antes de nada y sólo hermano del cristiano; 4) el cristiano es hermano para servir a los que están fuera de la comunidad cristiana.
«Siempre es tiempo de evangelización. Siempre es el tiempo del primer anuncio. Dios nos da el don de la fe de una vez para siempre, pero nosotros tenemos que renovarla cada mañana. Consciente de mis limitaciones, ofrezco estas páginas a cuantos sienten la inquietud de descubrir los nuevos caminos de la evangelización, aquí, en España, en estos momentos de prueba y en los años venideros que no serán mucho mejores. Con estas páginas querría llamar la atención de los pastores y educadores cristianos para que centren sus esfuerzos en lo fundamental, en lo que nos hace capaces de profesar y vivir la fe gozosamente en un medio inhóspito y hostil».
1. Un lenguaje sobre Dios; 2. Desde el reverso de la historia; 3. Dar testimonio de la resurrección; 4. El sentido del quehacer teológico; 5. Su relación con las ciencias sociales; 6. El conflicto en la historia; 7. Verdad y teología; 8. El camino de la liberación; 9. La misión liberadora de la Iglesia.
El título y subtítulo del presente libro aclara su contenido: Misión y ministerios laicales. Mirando al futuro. A lo largo de doce capítulos, el autor toma el pulso al estado de la Iglesia actual a partir de los denominados ministerios y servicios que pueden realizar los laicos. Pero, además, reflexiona sobre su teología y propone sugerencias pastorales para ahondar en tales servicios y mejorarlos en bien del pueblo cristiano.
Los primeros capítulos esbozan una teología fundamental de los ministerios a partir de sus elementos esenciales (misión, corresponsabilidad, vocación, relación con los distintos sacramentos) y del lugar que la mujer puede ocupar en la Iglesia (La mujer y los servicios y ministerios en la Iglesia, cap. 4).
Los capítulos siguientes presentan siete familias básicas de ministerios y servicios: catequista-guía del catecumenado; educador cristiano; comunicador cristiano; ministerio de sanación; promotor de la pastoral familiar; ministerio de la reconciliación y la pacificación; ministerio de la animación litúrgica y de la comunión.
La conclusión del libro esboza el futuro de los ministerios y servicios con una mirada amplia, esperanzada y urgente. Y puesto que todo ministerio dinamiza y estimula a la comunidad de creyentes que sirve, se invita a articular la propia Iglesia desde esta ministerialidad abierta y corresponsable, adulta y participativa.
El presente volumen es una preciosa selección de solidísimas lecturas espirituales que bien podrían llamarse un curso completo de espiritualidad a la vez copiosoy sintético. Notables son la cvlaridad y la sobria objetividad en la exposición de las ideas. El autor sabe escoger en todo momento, en el inmenso campo de la mística y de la ascética, aquellos temas de más fácil comprensión y se remonta desde ellos a la contemplación de las verdades más sublimes de la revelación.
Los pensamiento que aquí se proponen a los cristianos han ido madurando y coordinándose en el transcurso de muchos años como fruto de una íntima meditación personal y de una perspicaz experimentación en frecuentes jornadasde espiritualidad.
Nunca el espíritu ha encontrado mejor guía de caminantes que esta obra, trazada al ritmo de nuestra vida contemporánea, pero con la visión siempre fija en el abismal misterio de la divinidad.
No hay que darle más vueltas: sólo quien está convencido de ser conocido personalmente por Jesús, logra acceder al conocimiento de él; y únicamente quien tiene la seguridad de conocerle tal cual es, se sabe también conocido por él.
Dos de los rasgos que sin duda caracterizan la cultura actual son la laicidad, o sea, la pretensión de vivir las distintas realidades de la existencia sin ponerlas en relación con Dios, y el respeto y aprecio del pluralismo, que conlleva el rechazo a la imposición de cualquier creencia o verdad.
En principio, ambas ideas podrían considerarse contrarias tanto a la fe cristiana, que precisamente quiere encontrar a Dios en todos los ámbitos de la vida, como al monoteísmo, que postula la existencia de una única realidad absoluta.
La genialidad de la reflexión teológica de Adolphe Gesché parte de no aceptar tal conflicto. Para él resulta obligado esforzarse por dialogar con la mentalidad moderna y sus valores si se quiere seguir hablando bien de Dios y bien del hombre. En este sentido, el cristianismo debe recuperar de su interior aquellas afinidades que le conectan con el ateísmo y con el rechazo a las verdades absolutas, para alcanzar la única verdad que promueve la comunión de todas las sensibilidades verdaderamente humanas. Sólo así podrá profundizar en la paradoja que caracteriza su ser.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la salvación! Esta bella frase del profeta Isaías constituye un buen resumen del libro dirigido por Bianchi a los sacerdotes.
La celebración y la Palabra se revelan en la vida del presbítero como un arte que debe protegerse y desarrollar. No se trata, pues, de meras actividades que caracterizan una profesión o de simples acciones que deben realizarse, sino de una sensibilidad que brota de la unión con Cristo y se comunica con la delicadeza de la ternura.
Desde su profunda experiencia monástica y pastoral, Bianchi se esfuerza por ayudar a los sacerdotes a valorar y ejercer con esmero y belleza la presidencia de las celebraciones litúrgicas, y a prestar amorosa atención a la palabra de Dios, alimento para su vida y objeto de su acción pastoral.
En esta era de cambio vertiginoso, de perplejidad sobre los principios morales y espirituales, donde la fidelidad parece retroceder, el autor afirma en el prólogo de este ensayo: «Tratar hoy de fidelidad encierra mucho sentido, y es como un imperativo cristiano en la hora presente.»
En medio de la sacudida del siglo XX, la fidelidad, el amor, ha logrado permanecer en la existencia de hombres y mujeres de carne y hueso. «La presencia de esta lealtad en el mundo es uno de los motivos para creer en los valores espirituales y trascendentes de la humanidad.»
Los cristianos han desarrollado siempre su fidelidad al Evangelio bajo la presión de la sociedad donde han vivido. Pero esa fidelidad implica precisamente la trascendencia del espíritu sobre los condicionamientos temporales.
Este trabajo analiza con detalle aspectos como: lealtad y fidelidad; el despliegue de la fidelidad; sus fundamentos; sus soportes y sus enemigos.
José Morales, sacerdote, es profesor de Teología Dogmática en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Trabaja en temas de Teología dogmática y espiritual, y ha investigado en la vida y escritos del Cardenal Newman. Es autor de numerosos estudios sobre teología, historia y literatura.
El miedo es un sentimiento indisociable del hecho de vivir, y cumple su impagable oficio de custodiar nuestras vidas. Cuando algún peligro nos acecha, el miedo nos avisa para que tomemos precauciones. Pero con frecuencia exageramos nuestro miedo o concebimos miedos imaginarios, fobias, patologías del miedo. Estos son miedos "enemigos de la vida" y, desde la mente y las emociones de cada uno, pueden dañarnos más que las amenazas y los peligros reales. Todos podemos ser víctimas de nuestro miedo y de los miedos ajenos, e igualmente podemos ser verdugos de los demás provocándoles miedo.
La pregunta de si no será éste el siglo de los miedos, brota de los hechos y las crisis que ya han sembrado de horrores el mundo en la primera década de nuestro siglo XXI. El 11-S en Nueeva York, el 11-M en Madrid y el 11-J en Londres, las crisis energética, ecológica y alimentaria, que, como "jinetes del Apocalipsis", azotan de hambre a más de mil millones de personas y agravan los trágicos efectos del desequilibrio climático que amenaza a todas las formas de vida en el planeta, la crisis económica mundial con su secuela de paro y empobrecimiento, la creciente violencia de género con el feminicidio, las espeluznantes matanzas diarias del narcotráfico en México y muchos otros países de Latinoamérica... ¿Cómo no sentir miedo ante ese panorama?
Ahora vivimos bajo el síndrome del miedo. Los humanos nos hemos vuelto más vulnerables al miedo, a la ansiedad, a la frustración y al desequilibrio emocional, al estrés y la depresión. La complejidad de la vida actual nos presiona de mil modos. A todos nos conviene manejar bien nuestros "miedos amigos de la vida", y evitar o superar nuestros miedos enemigos. Debemos liberarnos del exceso de miedo que nos hunde, nos ciega y nos hace violentos. Y a los cristianos nos iluminará y nos alentará saber lo que hizo Jesús ante el miedo en su experiencia humana; cómo manejó él sus miedos, qué aconsejaba a sus discípulos cuando los veía paralizados por el miedo y a qué tuvo Jesús hacia el final de su vida un miedo mortal y cómo lo superó.
Es sorprendente la novedad que ofrecen los evangelios cuando se contempla en ellos la experiencia que vivió Jesús de nuestras emociones humanas más básicas y comunes, el sufrimiento, la esperanza, la alegría, el amor, la tentación, y también el miedo. Jesús vivió esos sentimientos abriendo camino a todos en nuestra condición humana, hacia una vivencia positiva y feliz de nuestros propios sentimientos y emociones. Jesús inició en su vida histórica lo que alguien ha llamado con acierto "una revolución de la condición humana", de nuestros sentimientos y emociones; la revolución del corazón. Y se ha comprobado ya que sin hacer efectiva en la historia la revolución del corazón humano, todas las revoluciones ideológicas y políticas acaban fracasando. El Dios de Jesús quiere que de verdad seamos felices. Y Jesús, cuyo evangelio del reino de Dios es la referencia esencial insustituible para toda Iglesia cristiana, insiste en decirnos: ¡No temáis, no tengáis miedo! ¿Todavía no tenéis fe?.
La vida religiosa está enfrentada a una profunda crisis que no es coyuntural sino estructural; su modelo actual se ha quedado obsoleto y resulta inviable. La presente obra aboga por un cambio de modelo de la vida religiosa, para responder a los nuevos retos que se plantean en sociedades de cristiandad que han dejado de serlo.
Se parte de una revisión de la base exegética, histórica y espiritual sobre la que se ha asentado el modelo teológico tradicional de los religiosos. A la luz de la evolución teológica hay que cuestionar algunos de los tópicos fundamentales sobre los que se ha construido teológica e históricamente el monacato, en un primer momento, y los modelos posteriores medievales, de la Contrarreforma, modernos y contemporáneos.
En este marco hay que referirse también a la complementariedad de la vida contemplativa y activa, así como al papel de los institutos seculares y las asociaciones laicales que se diferencian de los religiosos desde un proyecto evangélico radical.
Pero este estudio va más allá y, centrándose en la situación actual, quiere ayudar a la renovación de los religiosos desde la perspectiva de los laicos. La teología actual de laicado puede ofrecer muchas contribuciones para una redefinición de la vida religiosa y sus tareas. Si en el pasado se dio una monaquización del laicado, hoy es este último el que puede aportar nuevos horizontes a los religiosos. Se busca así desarrollar una eclesiología de comunión y una nueva misión cristiana en el contexto de la globalización, la secularización y la postmodernidad.
La presente obra, cuya segunda edición sale a luz, marca un hito destacado en la bibliografía fundamental del moderno movimiento de renovación litúrgica. Su actualidad ha cobrado nuevo valor a la luz de la constitución del concilio Vaticano II sobre la liturgia. Se caracteriza esta obra por su propósito logrado de cimentar sólidamente en la revelación divina las bases fundamentales de esa corriente de renovación cristiana que Su Santidad Pío XII denominó felizmente como «un nuevo paso del Espíritu Santo por su Iglesia» y que ha alcanzado con el concilio Vaticano II sanción definitiva y prometedora.
Las obras de liturgia en las que se exponen el origen, las vicisitudes y el desarrollo de los ritos cultuales actuales y pasados, son bien conocidas. Mas, con tener su importancia, no nos daban una idea exacta de lo que la liturgia es, y, sobre todo, no nos hacían ver con claridad la misión que la liturgia tiene en la vida de la Iglesia y, por lo mismo, en la vida espiritual de los cristianos. La lectura detenida y reflexiva de esta obra cumbre del movimiento litúrgico actual mostrará el hondo sentido de la liturgia dentro del plan querido por Dios en la historia sagrada, misterio de Cristo y misterio de la Iglesia. Cosa que difícilmente podían encontrar quienes sólo tuvieran de la liturgia de la Iglesia un concepto rubricístico o histórico.
Sin un sentido teológico de la liturgia, la misma pastoral litúrgica tendría poco que hacer y sus esfuerzos quedarían fallidos y faltos de vitalidad, pues no haría más que proponer cosas externas sin ninguna o con poquísima repercusión en la acción de llevar las almas a Dios y Dios a las almas, y, por lo mismo, dejaría de ser pastoral.