Beda es el erudito más significativo de la alta Edad Media, el más profundo conocedor del latín y el griego, la filosofía y la teología, la historia y las matemáticas de su tiempo, finales del s. VII y primera mitad del VIII. Fue un monje que dedicó su vida a rezar, estudiar y enseñar de palabra y por escrito a generaciones de jóvenes en un rincón apartado de la actual Escocia, que, en buena parte gracias a su trabajo, se convirtió en un centro de cultura que contribuiría –como tantos otros en toda Europa– a afianzar la fe cristiana y a salvaguardar de la ciencia greco-latina. En ese monasterio murió el 25 de mayo de 735, víspera de la Ascensión del Señor, cuatro años después de la edición de su obra más famosa: la historia eclesiástica de Inglaterra. Fue proclamado doctor admirabilis por el concilio de Aquisgrán en 836 y el papa León XIII le concedió ese título para la Iglesia universal en 1899.
El gran cuerpo de sus copiosas publicaciones abarca temas histórico-biográficos, didáctico-científicos, poético-literarios y exegéticos.
Entre estas últimas destacan los dos libros de Homilías sobre los Evangelios, cincuenta en total, en las que expone con un estilo claro, sobrio y sincero el sentido literal y alegórico de pasajes tomados de esos cuatro libros sagrados. La actualidad de muchos de sus comentarios se refleja en el hecho de que algunos de sus pasajes siguen utilizándose en la liturgia de las Horas.
La presente traducción es la primera edición íntegra en castellano, y se publica en dos volúmenes debido a su extensión.
Beda es el erudito más significativo de la alta Edad Media, el más profundo conocedor del latín y el griego, la filosofía y la teología, la historia y las matemáticas de su tiempo, finales del s. VII y primera mitad del VIII.El gran cuerpo de sus copiosas publicaciones abarca temas histórico-biográficos, didáctico-científicos, poético-literarios y exegéticos. Entre estas últimas destacan los dos libros de Homilías sobre los Evangelios, cincuenta en total, en las que expone con un estilo claro, sobrio y sincero el sentido literal y alegórico de pasajes tomados de esos cuatro libros sagrados. La actualidad de muchos de sus comentarios se refleja en el hecho de que algunos de sus pasajes siguen utilizándose en la liturgia de las Horas. La presente traducción es la primera edición íntegra en castellano, y se publica en dos volúmenes debido a su extensión.
El gran San Ambrosio ha escrito un pequeño libro ... Se llama “Nabot”. Nos hará bien leerlo en este tiempo de Cuaresma. Es muy bello, es muy concreto. Papa Francisco (Cuaresma 2016)
En las tres obras que presentamos en este volumen y que componen una verdadera trilogía, Ambrosio se ocupa de personajes en sí dispares del Antiguo Testamento: un profeta, un propietario de la ciudad de Jezrael y un israelita piadoso del norte de Palestina.
Se trata de figuras que vivieron en épocas diferentes de la historia del pueblo judío –entre los siglos ix-viii a. C.–, es decir la última época de la monarquía y la deportación a Babilonia.
Todas ellas, sin embargo, tienen en común que sus historias han alcanzado un grado tal de ejemplaridad, que las convierte en un verdadero paradigma de comportamiento.
No tiene, por tanto, nada de extraño que el autor se haya fijado en ellas para abordar abiertamente la situación en la que vive una sociedad ya cristiana pero flagelada por los vicios de todos los tiempos.
A través de ellas, el santo obispo expresa sus preocupaciones pastorales, al zaherir en tonos duros y hasta dramáticos dos de los pecados capitales que entonces –como en todas las épocas de la historia– causaban estragos, también entre los cristianos milaneses de finales del s. iv: la lujuria en el amplio sentido de la palabra (Elías) y la avaricia (Nabot), que se refleja, entre otros desmanes, en la usura (Tobías).
No se puede afirmar, sin embargo, que estos textos sean puramente recriminatorios y se propongan simplemente mostrar los horrores de esos vicios; a la vez, presentan el atractivo de las virtudes opuestas.
Algo análogo ocurre con los otros dos, en los que, sin que se haya traducido en el título, se ensalza la virtud de la pobreza, el desprendimiento de los bienes de esta tierra, la magnanimidad hacia los menesterosos y sobre todo la generosidad y misericordia divinas, que se vuelcan sobre aquellos que saben ejercitarse en esas actitudes en el trato con sus semejantes.
Estas obras se traducen ahora por primera vez en lengua castellana.
Bajo este título se publican por primera vez en lengua española tres escritos de san Gregorio de Nisa.
Tienen en común estos escritos que versan sobre la dignidad y exigencias de la vocación cristiana, y ponen en evidencia el carácter cristocéntrico que debe tener la vida cristiana, concebida como una imitación de Cristo.
Los títulos de estos escritos son ya bien elocuentes: "Qué significa el nombre de cristiano" (carta dirigida a Armonio); "Sobre la perfección" (opúsculo dedicado a Olimpio); "La enseñanza de la vida cristiana".
Estas tres obras pertenecen a la época de madurez de Gregorio, y son de suma actualidad e importancia. Ellas, en efecto, sintetizan su visión teológica y su doctrina espiritual en torno a la naturaleza del cristiano y a la espiritualidad que dimana del bautismo.
Orígenes es el teólogo más agudo y profundo de los primeros siglos de la Iglesia, y así se presenta en estas homilías, rescatadas para la posteridad por la traducción al latín de san Jerónimo. Son 39 piezas, 33 de ellas sobre los cuatro primeros capítulos "la infancia de Jesús, su genealogía y los primeros pasos de su vida pública" y seis dedicadas a otros pasajes del mismo evangelista, lo que ha llevado a sospechar que esta traducción no sea completa y suscitado el interés por compilar comentarios de Orígenes al mismo Evangelio diseminados en diversas fuentes antiguas y que probablemente formarían parte del original perdido. En este volumen se recogen los 91 pasajes que hoy se consideran auténticos.La actividad exegética de Orígenes se inserta en una tradición cuyas fuentes son la predicación de la sinagoga judía y la diatriba de la época helenística tal como era practicada por el neoplatonismo. Sobre esos precedentes el teólogo alejandrino desarrolla una teoría hermenéutica que supera la letra y penetra en el sentido figurado y alegórico de un texto. Para él, a menudo se debe partir de la primera, pero lo decisivo es penetrar en el significado ético y alegórico del pasaje bíblico, donde radica la fuerza de la Sagrada Escritura, la gracia, que el oyente o lector experimenta más cuanto más penetra en su sentido último.Orígenes pretende edificar a sus oyentes o lectores para que su conducta se impregne cada vez más del espíritu de los libros sagrados.Estas homilías destacan por su cristocentrismo y su piedad mariana. También son dignos de resaltar el papel relevante del precursor, los ángeles y el demonio en el plan divino de la Redención.La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en castellano.
Lactancio, uno de los autores latinos más importantes de los s. iii y iv fue maestro personal del hijo del emperador Constantino. Por su claridad y su vigor excepcional en la formulación de su pensamiento, le ha merecido ser objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos. En este volumen se presentan dos obras que, por su interés y por la vinculación que existe entre ellas, permiten que ambos escritos salgan a la luz en un único volumen.Aparte del interés que suscitan ambos temas ?a saber, la disposición divina del cuerpo humano y justificación racional de la cólera celeste?, este volumen tiene el privilegio de ser la primera versión en español de estas dos obras de Lactancio.
Pastor de almas y profundamente inmerso en los acontecimientos políticos y sociales de su tiempo, san Julián está considerado el obispo más importante de toda la Hispania Visigoda y una de las figuras más complejas del siglo VII.
De Eugenio, obispo de Toledo, recibe indirectamente el influjo del gran Isidoro. Su obra es menos voluminosa y enciclopédica que la de éste, pero probablemente lo supera en profundidad teológica.
Escribió un total de 17 obras, de las que nos han llegado sólo las siguientes:
Prognosticon futuri saeculi;
Historia Wambae regis;
Apologeticum de tribus capitulis;
De sextae aetatis comprobatione;
De contrariis (Antikeimenon).
El Prognosticon es el fruto de una conversación con Idalio, obispo de Barcelona, centrada en el estado de las almas de los difuntos antes de la resurrección final de sus cuerpos.
El método consiste en recordar el mayor número posible de preguntas sobre el tema en cuestión, organizarlas y luego responderlas con la doctrina maiorum (doctrina de los mayores).
Este escrito es la primera presentación sintética y monográfica de la escatología cristiana.
La mayor parte de su contenido no es original de Julián. El número de autores y obras citados le otorga un valor particular, pues recoge los elementos más significativos de una buena parte de la reflexión escatológica de los primeros siete siglos.
Además, Julián no es un simple repetidor, pues muchas veces completa, combina o reelabora el pensamiento de los autores citados.
El Prognosticon tuvo una excelente acogida y una amplia difusión en la Edad Media, en parte porque era la única obra en su especie, por su brevedad y el interés de los medievales por los novísimos.
Pese a ser la obra más conocida de Julián, esta es la primera traducción castellana íntegra del Prognosticon futuri saeculi.
En este volumen se agrupan tres obras de san Ambrosio que presentan indudables rasgos comunes: las tres se centran en los primeros capítulos del Génesis, fueron compuestas por la misma época y forman parte de los escritos exegéticos del gran obispo de Milán.
Si bien no se cuentan entre sus obras más estudiadas y famosas, su interés radica tanto en la importancia de los acontecimientos que comenta, como en el indudable valor literario que les confiere la extraordinaria personalidad de su autor.
Existen argumentos de suficiente peso como para afirmar que El Paraíso, Caín y Abel y Noé son el producto, elaborado en el taller de la retórica ambrosiana, de su predicación a lo largo de los años 374-378, es decir, en el período inmediatamente posterior a su sorprendente consagración episcopal el 7 de diciembre de 374.
La estructura de estas tres obras viene dada por el texto bíblico que comentan, versículo a versículo, si bien no faltan atisbos de sistematización de la materia en algunos momentos de la exposición.
También es común a todas ellas la fuerte influencia de Filón, hasta el punto de haber merecido que su autor haya sido llamado el «Filón cristiano».
En efecto, es posible detectar la presencia del filósofo judío como fuente de ideas y hasta de expresiones, pero eso no quiere decir que haya influido en la forma de pensar de Ambrosio, como se pone de relieve en la Introducción de este volumen.
En ella también se analizan algunos rasgos característicos de la exégesis ambrosiana: concre-tamente la importancia que en ella tienen los nombres, su atención a los números y la dimensión cristológica de sus comentarios al Antiguo Testamento.
La presente traducción es la primera edición íntegra de estas obras que se publica en lengua castellana.
Romano el Cantor nace en la ciudad de Emesa (Siria) hacia 490; es ordenado diácono hacia el año 515 en Berito –hoy Beirut–, desde donde se traslada años más tarde a la capital del Imperio, Constantinopla.
En esta ciudad recibe el don de la poesía y el talento melódico, que no lo abandonarán hasta su muerte, ocurrida después de 555 y antes de 562.
Su obra constituye un particular género literario propio de los cristianos orientales.
En efecto, los kontakion (himnos breves), homilías cantadas en verso, constituyen una literatura utilizada durante los primeros siglos del Oriente cristiano y expresa una espiritualidad de altos vuelos, difícilmente superable.
En otras palabras, Romano transmite la verdad cristiana de una forma sencilla y profunda a la vez que incita al diálogo del auditorio con Dios.
Se trata de la verdad vivida; es decir, de la verdad dogmática que termina en emoción mística o contemplación amorosa, como se prefiera.
Siguiendo la liturgia bizantina, para la que Romano compuso sus himnos, éstos se dividen en dos grupos: los elaborados para las fiestas fijas del calendario religioso de Constantinopla, que se ofrecieron en un primer volumen, y los preparados para las solemnidades que se mueven en torno a la Pascua de Resurrección, más numerosos, y que están recogidos en este segundo libro.
La mayoría de estos himnos se traducen por primera vez al cas-tellano.
Romano el Cantor nace en la ciudad de Emesa (Siria) hacia 490; es ordenado diácono hacia el año 515 en Berito –hoy Beirut–, desde donde se traslada años más tarde a la capital del Imperio, Constantinopla.
En esta ciudad recibe el don de la poesía y el talento melódico, que no lo abandonarán hasta su muerte, ocurrida después de 555 y antes de 562.
Su obra constituye un particular género literario propio de los cristianos orientales. En efecto, los kontakion (himnos breves), homilías cantadas en verso, constituyen una literatura utilizada durante los primeros siglos del Oriente cristiano y expresa una espiritualidad de altos vuelos, difícilmente superable.
En otras palabras, Romano transmite la verdad cristiana de una forma sencilla y profunda a la vez que incita al diálogo del auditorio con Dios.
Se trata de la verdad vivida; es decir, de la verdad dogmática que termina en emoción mística o contemplación amorosa, como se prefiera.
Siguiendo la liturgia bizantina, para la que Romano compuso sus himnos, éstos se dividen en dos grupos: los elaborados para las fiestas fijas del calendario religioso de Constantinopla, que son los que se ofrecen en este volumen, y los preparados para las solemnidades que se mueven en torno a la Pascua de Resurrección, más numerosos, y que ocuparán un segundo libro.
La mayoría de estos himnos se traducen por primera vez al castellano.
Orígenes de Alejandría (185-253) es uno de los autores más relevantes para el desarrollo del pensamiento cristiano y para la historia de la teología.
El doctor alejandrino elaboró una síntesis que buscaba dar una respuesta ante múltiples desafíos:
mostrar que la razón no es incompatible con la fe;
demostrar la continuidad entre Antiguo y Nuevo Testamento;
afirmar la unidad del género humano;
indicar la relevancia del libre albedrío;
defender la realidad humana de Jesús, el hijo de María;
hacer ver la novedad de Jesucristo y
señalar la necesidad de profundizar en la Escritura, para evitar una fe irracional.
Todos estos complejos desafíos, afrontados simultáneamente, probaron a fuego una teología que debió responder de modo simple y radical a los problemas fundamentales del hombre frente a Dios.
Todas las homilías de Orígenes nos permiten conocer su técnica exegética y su modo de comprender la Biblia; y éstas, sobre el profeta Isaías, contienen interesantes elementos de teología: la interpretación trinitaria de la visión de los dos serafines, tan relevante en el desarrollo de la teología, tiene aquí una de sus expresiones más acabadas; asimismo, la trascendencia divina, la cristología, el significado de la vocación cristiana y del progreso espiritual, entre otros temas, son abordados en estas nueve homilías siguiendo el texto bíblico del profeta Isaías.
Además, estas homilías contienen algunos interesantes datos históricos que iluminan la vida litúrgica y doméstica de las comunidades cristianas del siglo iii. La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en lengua castellana.
Con los escritos de Hipólito o, mejor, “los Hipólitos” nos enfrentamos a una de las cuestiones más polémicas de la patrología. En efecto, pocas figuras han merecido tan gran atención por los estudiosos y han despertado tan vivas discusiones, sin que hasta la fecha se haya conseguido una postura unánime.
Desde luego, hablar de un solo padre de la Iglesia llamado Hipólito de Roma supone negar evidencias y desatender argumentos de peso de los que se deduce la existencia de dos autores con ese mismo nombre, pero de zonas distintas y de períodos temporales diferentes, por cercanos que sean.
Por otra parte, esta obra –escrita en torno a 200 o poco antes– nos acerca a la figura del Anticristo, que personifica en el cristianismo al antagonista de la divinidad y que aparece de diferentes maneras en diversas culturas y épocas, especialmente en el mundo judío: desde el Tiamat babilónico hasta los Titanes y Gigantes de la mitología griega, pasando por el Tifón egipcio o el Apocalipsis neotestamentario.
Las menciones del Anticristo o las alusiones a él son escasas en el Nuevo Testamento (1 Jn 2, 18-23; 1 Jn 4, 1-4; 2 Jn 7-9; 2 Ts 2, 1-12; Ap 13, 11-18; Ap 17, 1-18, 24), pero a raíz de ciertas interpretaciones del Antiguo Testamento (Génesis, Deuteronomio, Jeremías, Ezequiel, Daniel…), sumadas a esos otros testimonios, el Anticristo y el más allá constituyen dos temas principales de la apocalíptica cristiana a partir de mediados del siglo II.
Sirviéndose del método de la exégesis aplicada a una gran variedad de textos bíblicos, sin apoyarse en la filosofía ni en la cultura griegas y con inspirados recursos alegóricos, Hipólito funda una verdadera «anticristología» que conservará su fama e influencia a lo largo de los siglos.
La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en lengua castellana.
La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en lengua castellana.
Las ocho Homilías sobre el Eclesiastés, escritas probablemente entre los años 378 y 381, son un buen testimonio del método exegético y de la preocupación pastoral de Gregorio.
La enseñanza contenida en ese libro del Antiguo Testamento constituye –para el obispo de Nisa– una exhortación a apartarse de la vanidad del vicio y a orientar la vi-da según la virtud.
Su doctrina está emparentada con el ideal griego antiguo, que proponía precisamente el camino de la virtud como medio para lograr una vida feliz.
Pero a esta concepción ética de la Grecia clásica Gregorio le aporta la gran novedad de la fe cristiana: el Logos hecho carne, la Palabra del Padre proferida en la humanidad de Jesús, que muestra el camino de la recuperación de aquella santidad que el ser humano perdió en los orígenes.
Cristo se presenta, entonces, como el verdadero «eclesiastés», que convoca a la Iglesia y, con una sabiduría superior al rey sabio, cura todas las enfermedades de la humanidad doliente.
En la obra destaca la presencia de una antropología que se apoya en dos pilares fundamentales: el libre albedrío y la condición del ser humano en situación de caída.
El discurso de Gregorio apunta a que el oyente de las homilías reconozca su situación de dolencia y acepte al Médico que se le propone para su curación.
La salud total es algo que se alcanzará en la dimensión escatológica, cuando se dé la participación plena en los bienes del Resucitado.
El estilo es sencillo, en consonancia con las características de la audiencia de las homilías: la comunidad eclesial.
Con frecuencia se emplean imágenes vivaces, tomadas de la experiencia cotidiana. La explicación alegórica facilita la comprensión de la enseñanza, y la belleza del discurso, en fin, invita a una lectura sabrosa del texto bíblico.
Orígenes de Alejandría nace alrededor del año 185. A él se debe un cambio irreversible en la historia del pensamiento cristiano al fundamentar la teología en la explicación de las Escrituras. Realiza una interpretación sistemática del pasaje bíblico descubriendo las diversas dimensiones de la Escritura: la “literal”, la “moral”: qué debemos hacer para vivir la palabra; y por último, el sentido “espiritual”, o sea, la unidad de la Escritura, que en todo su desarrollo habla de Cristo.
Al final de su vida, Orígenes escribió en Cesarea de Palestina estas Homilías que Rufino tradujo al latín. Superada la literalidad judía, capta la enjundia de la palabra de Dios en la alegoría cristiana. Intenta «sacar agua de los pozos». El Señor puso en ellos, debajo de la letra, un sentido recóndito, místico, que es preciso recuperar. El Alejandrino, padre de la exégesis cristiana, utiliza la simbología, la etimología de vocablos y el simbolismo de las cifras, en línea con la gematría de los judíos.
En la primera de las obras traducidas, A los jóvenes: cómo sacar provecho de la literatura griega, el lector encontrará, en palabras de Leonardo Bruni (s. XV), «un libro en sí pequeño» (brevis), pero «de mucho peso» (tantum ponderis) por el nombre y la autoridad (nomen, auctoritas) de quien lo escribió: san Basilio el Grande. El caso de este tratado basiliano, escrito en un elegante griego, es peculiar: supone el encuentro definitivo entre la cultura clásica y la cristiana, bases de nuestra cultura europea. Con intención fundamentalmente pedagógica, el autor exhorta a aprovechar debidamente la literatura griega en todo lo que nos conduzca a la virtud. Se trata de coger la rosa sin espinas, ser Odiseo sin dejarse seducir por las Sirenas. Constituye una propedéutica, un ejercicio preparatorio para acceder a las Sagradas Escrituras con garantías de absoluta comprensión y disfrute. Asimismo, también fueron verdaderos ejemplos de conducta ciertas figuras de la Antigüedad, como Pericles, Euclides o, especialmente, Sócrates. Basilio el Grande sigue a Orígenes en un principio básico: la coherencia en el comportamiento, la adecuación de las palabras y la forma de vida, la firmeza en las convicciones. Por su parte, la Exhortación a un hijo espiritual (traducida al español por primera vez) fue atribuida al mismo Basilio a lo largo de los siglos en diversos períodos. Actualmente prevalece la opinión contraria a su autenticidad. En cualquier caso, se trata de un precioso manual de edificación espiritual escrito originalmente en latín hacia el año 500. Su destacada significación es evidente en escritores de época merovingia, en los siglos VII y VIII.
La virginidad cristiana mereció una atención especial entre los múltiples quehaceres pastorales del santo obispo de Milán. Los escritos que aquí presentamos son fruto de su predicación, como la mayor parte de su producción literaria. Son cuatro tratados: Sobre las vírgenes, La virginidad, La educación de la virgen y Exhortación a la virginidad. Hay que hacer notar que el título de La educación de la virgen es relativamente moderno, pues en la tradición manuscrita se acostumbraba a denominar De perpetua uirginitate sanctae Mariae ad Eusebium. Desde los primeros tiempos del cristianismo, las vírgenes cristianas vivían una dedicación a Dios en el seno de su propia familia, aunque ocupaban un lugar distinguido en las celebraciones eucarísticas. Esta era la situación en la que se encontraban las vírgenes en el Occidente cristiano del siglo iv. No ocurría lo mismo en Oriente, donde el monacato femenino tenía ya un creciente desarrollo y las vírgenes vivían en comunidad. De todas maneras, en la segunda mitad de este siglo se empieza a notar una gran influencia del monacato oriental en el Occidente latino. El lector comprobará que Ambrosio muestra un empeño decidido en destacar el carácter sobrenatural de la virginidad, frente a las afirmaciones de quienes no entendían este modo de vivir cristiano. Las jóvenes cristianas que se decidían a llevar este género de vida tenían que superar los prejuicios del paganismo circundante, tanto por lo que se refiere a las «vestales» romanas, como a los egoísmos del padre de familia, que en aquella época ejercía un poder casi absoluto.
Sinopsis: Cirilo nació hacia el 313-315, probablemente en Jerusalén. Fue nombrado obispo de esta ciudad en el 348, y aunque en un principio hubo sospechas infundadas de concesiones suyas al arrianismo, en realidad fue un decidido defensor de la fe ortodoxa, razón por la cual fue expulsado tres veces de su sede episcopal y pasó en total 16 años en el exilio. Falleció alrededor del 386-387.
Ha pasado a la historia por sus célebres Catequesis, predicadas en Jerusalén el año 348, que han sido definidas como “uno de los documentos más preciosos de la antigüedad cristiana” y le han valido el título de doctor de la Iglesia.
Esta obra monumental de Cirilo nos da importantes noticias acerca del catecumenado, la liturgia y los sacramentos en la comunidad cristiana de Jerusalén. Se compone de 24 catequesis, divididas en dos partes: las diecinueve primeras (incluyendo la procatequesis) que explican el contenido íntegro del Credo para conocimiento de los que se preparaban a recibir el bautismo, y otras cinco, conocidas como mistagógicas, que se impartían a los recién bautizados exponiéndoles más ampliamente los misterios o sacramentos que habían recibido; en concreto, bautismo, confirmación y Eucaristía.
En la presente edición se publican las Catequesis íntegras, traducidas directamente del griego, y con las referencias bíblicas del Antiguo Testamento contrastadas con la versión de los Setenta, la que Cirilo conocía y utilizó.
Traer fresca y entera hasta nosotros la enseñanza de este gran obispo ha requerido horas de trabajo sosegado y riguroso. El empeño lo merecía porque es el texto más importante en su género. Al adentrarse en su lectura el lector puede valorar por sí mismo el tesoro doctrinal que contienen.
En el Hexamerón san Ambrosio comenta los seis días de la Creación a tenor del relato del Génesis. Esta obra es tenida por el más amplio y ambicioso de los tratados que dedicó a comentar el primer libro de la Sagrada Escritura, tales como el Paraíso, Caín y Abel, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José y los Patriarcas.
Dividida en seis libros, se centra en el primer capítulo del texto sagrado. Su contenido responde a nueve sermones pronunciados por el obispo milanés a lo largo de la Semana Santa del año 387, a razón de uno o dos por día.
El documento, pulido y ampliado cuidadosamente por su autor antes de su publicación, despliega ante los sentidos de sus oyentes el grandioso panorama de la obra divina, coronada por el hombre.
La doctrina sobre la Creación que Ambrosio expone en estas homilías es tan diáfana como ortodoxa. Muestra que:
a) todas las cosas han tenido un principio;
b) el mundo ha tenido un Creador;
c) también la materia es una criatura.
A todo esto se añade que Dios no sólo es el creador de todo, sino también su conservador y el guía que todo lo dirige y gobierna con su Providencia.
A partir de sus modelos, ante todo el Hexamerón de Basilio el Grande, san Ambrosio dota a su obra de notables rasgos específicos que le imprimen su sello personal, como se pone de relieve en la amplia introducción de este volumen.
Esta obra asombra aún hoy día por el gran acopio de observaciones acertadas sobre la naturaleza del mundo vegetal y animal, que culminan con la extensa descripción del cuerpo humano.
La presente traducción es la primera edición íntegra de esta obra que se publica en lengua castellana.
Sinopsis: Este Tratado que se recoge en el presente volumen, fue dirigido a refutar la doctrina de los novacianos sobre la Penitencia. Es un tratado clásico sobre el tema, que pone de relieve, la misericordia divina y demuestra el poder de la Iglesia, recibido de Jesucristo, de perdonar los pecados.
Expone las diversas prácticas de penitencia y condena la demora de la conversión y de la práctica de dicho sacramento.
Es la primera traducción española completa de este tratado.
Sinopsis: El Catecumenado de adultos contiene seis opúsculos de instrucción para los candidatos al bautismo que, en palabras de Genadio, "Nicetas... escribió en un estilo sencillo y claro".
Fueron acogidos con interés y muy pronto se consideraron un modelo en su género. En ellos se imparten los elementos principales de la fe.
Como todos los demás escritos de Nicetas, estos opúsculos no tienen carácter especulativo; se dirigen más bien al desarrollo de la vida cristiana, por medio de brevedad de exposición y sentido de lo concreto. Todas estas características hacen que el Autor esté particularmente cercano a la mentalidad de hoy.