
La moral católica no se reduce en absoluto a un código de prohibiciones y preceptos enseñados por la Iglesia para asegurar la obediencia del pueblo en detrimento de su libertad; se esfuerza, más bien, en responder a la aspiración del corazón humano al bien y a la verdad exponiendo las reglas que es necesario observar para hacerla crecer y fortalecerse a la luz del Evangelio. No es opresora por naturaleza ni conservadora por principio; pretende ser educadora con objeto de lograr ese propósito. Esta es su auténtica misión.
Servais Th. Pinckaers, dominico, nacido en Liège en 1925, es profesor de teología moral en Friburgo de Suiza, doctor en Teología y miembro de la Comisión Teológica Internacional.
Una contribución a la renovación de la moral en la perspectiva deseada por el Concilio Vaticano II. Ofrece una visión positiva de la moral como guía del hombre hacia su plenitud humana y cristiana.
Este libro es una contribución a la renovación de la moral en la perspectiva deseada por el Concilio Vaticano II. Ofrece una visión positiva de la moral como guía del hombre hacia su plenitud humana y cristiana. La primera parte, Un obrar radicado en la verdad, comprende unas reflexiones sobre la naturaleza y método del saber moral. La segunda, Un obrar que alcanza su plenitud en el don, pretende profundizar en el sentido teológico del obrar moral evidenciando las dimensiones cristológicas. Por último, la tercera parte, Un obrar que promueve la comunión, subraya la perspectiva del dinamismo interpersonal en el que surge la acción, ayudando así a comprender el papel que ocupa la comunión de personas en el obrar humano.
Hans Urs von Balthasar nació en Lucerna (Suiza) en 1905. Realizó estudios de música, filología germánica y filosofía en Viena, Berlín y Zurich. En 1929 entró en la Compañía de Jesús. En su formación teológica son decisivas las relaciones con Erich Przywara y Karl Barth, pero sobre todo destacan dos encuentros en particular: con Henri de Lubac, su maestro en teología, y con Adrienne von Speyr, junto a la que comenzó una experiencia de vida religiosa centrada en una visión trinitaria de la vida cristiana y en una presencia activa en el mundo. Al mismo tiempo funda y dirige la editorial Johannes Verlag, que se propone publicar los escritos de los Padres de la Iglesia y de algunos teólogos que situaron como centro de su reflexión a Cristo. Su pensamiento teológico está dominado por la idea de que sólo el amor es creíble. Sobre este fundamento von Balthasar construyó su vasta obra teológica cuya forma más acabada se encuentra en la trilogía Gloria, Teodramática y Teológica. En reconocimiento a su persona como punto de referencia para toda la teología católica, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II pocos días antes de su muerte, acaecida el 26 de junio de 1988.
"Jesús es la Palabra y el Hijo de Dios, mediador de la creación y de la comunicación de Dios; y por serlo, es clave de lectura de lo creado. Jesús es el Hijo encarnado, y por ello no se puede encontrar la divinidad si no es en forma humana, con lo que se conoce a Dios como Aquel que no es para-sí, sino que es Solidaridad; y al buscar lo cristiano no hay que buscar algo diverso del hombre, sino al hombre mismo como hombre-para (para Dios y para los hombres). Jesús es el Hijo Crucificado, y por eso rubrica a la vez la impiedad del mundo y la reconciliación de Dios; y así nos libera para vivir ante Dios en medio del mundo sin Dios. Jesús es, finalmente, el Resucitado; y por eso su señorío sobre la realidad es el señorío del Origen, de la Meta y de la Esencia de ésta. La cristonomía supera el dilema entre autonomía y heteronomía, expresando así la liberación de lo creado para que llegue a ser su propia verdad, fundada en Cristo".
Estas palabras, que figuran en la Conclusión de la presente obra, resumen (si así puede decirse, tratándose de una obra de estas dimensiones) la trayectoria seguida por el autor en su acercamiento sistemático a la revelación de Dios en Jesús el Cristo.
José Ignacio González Faus realiza aquí una auténtica reflexión teológica (y no sólo histórica y exegética) sobre Cristo, atendiendo de un modo especial a las preguntas que actualmente se plantean acerca de Jesús, la fundamental de las cuales se refiere a la significación del acontecimiento-Cristo para el hombre. Pregunta perenne, pero ahora intensamente reformulada, a la que el autor responde con el sugerente enfoque de Cristo como Humanidad Nueva, que es la humanidad de Cristo santificada por su unión con el Hijo y universalizada por la Resurrección.
"¿Qué cosa hay tan tuya como tú mismo? ¿Y qué cosa hay menos tuya que tú mismo?" Estas palabras de san Agustín pueden condensar la base de experiencia humana sobre la que se asienta la visión creyente del hombre. Porque nada hay más nuestro que la fraternidad y nada hay menos nuestro que el ser realmente hermanos. La Antropología Teológica, en este sentido, no pretende añadir nada a las diversas determinaciones humanas que otros saberes descubren y estudian (corporalidad, autoconciencia, necesidad de un "mundo", socialidad, sexualidad, capacidad de progreso, de razonamineto, de juego...) Simplemente descubre que todas esas determinaciones humanas se encuentran bañadas por una doble luz contradictoria:
En todos esos contenidos, el hombre es, a la vez, particularidad universalizada, relatividad absolutizada, creatura-imagen de Dios. Y esta base contradictoria se agudiza aún más, primero, por el pecado del hombre ("egoismo potenciado"), que diviniza su propia particularidad limitada instaurando estructuras de dominio o pervirtiendo las estructuras de fraternidad que otros intentaron crear; y luego, por la "mirada benevolente de Dios", que sigue ofreciendo al hombre la posibilidad de valer absolutamente, pero no por lo que él haga o tenga, sino por el Amor de Dios que se le ofrece como llamada y como proyecto: un "proyecto de hijo" que se verifica en el seno de una vocación a la fraternidad, en el seno de un "proyecto de hermano".
La lenta trayectoria de esa Gracia, que libera al hombre de sí mismo para liberarlo para los demás y que es ofrecida a todos (creyentes explícitos o no), es lo que más detenidamente se estudia en esta obra, valiéndose para ello de un doble recurso fundamental: el recurso a la experiencia humana, que es simplemente lenguaje y gramática para el mensaje de la fe, y el recurso a la historia de la teología, cuyas duras experiencias van marcando un difícil camino entre la "derecha" jansenista, que cree poder afirmar a Dios a costa de la fraternidad humana (y que hoy revive, según el autor, en muchos movimientos involucionistas), y la "izquierda" pelagiana, que cree poder realizar lo fraterno (es decir: lo divino) del hombre al margen de la Gracia de Dios.
Al acabar esta trayectoria, tal vez el lector se atreva a repetir que, a pesar de tantos crímenes y a pesar de tantos pesares, "hay en el hombre más cosas dignas de admiración que de desprecio".