Antes del Vaticano II no existía un tratado de Moral Fundamental. La moral católica era conce-bida sobre todo como una Casuística, es decir, como un sistema para solucionar casos de con-ciencia en función de la confesión. Después del Vaticano II la moral católica recuperó el estatuto teológico que había perdido. Ello exigió crear un nuevo tratado: el de Moral Fundamental, en el que han de exponerse las bases racionales y teo-lógicas del obrar moral cristiano. Esta obra es una de las propuestas más comple-tas y mejor oganizadas de Moral Fundamental. Presenta los fundamentos del obrar moral cristia-no en torno a tres núcleos:+ La teologalidad: radicando la moral cristiana en el Misterio trinitario.+ La eclesialidad: señalando el ámbito eclesial de la moral cristiana.+ La mundanidad: enfatizando el diálogo entre la ética racional y la moral cristiana. A estos tres núcleos temáticos se añade una doble exposición acerca de:+ La epistemología teológico-moral o los lugares del discuruso telóligco moral.+ El paradigma teológico-moral con el que pensar las implicaciones éticas de la fe. Es difícil que el lector no se sienta satisfecho después de hacer un recorrido tan sistematizado y tan completo por las bases racionales y teoló-gicas de la ética cristiana.
Este libro no es una biografía de María. Pero el autor está tan prendado de la Virgen de Nazaret y admira tanto los valores de su personalidad humana y creyente, que la presenta con satisfacción a todos los que quieren vivir el Evangelio o profundizar su fe.
Preocupa al autor que algunos la hayan proclama-do “patrona de la involución y del inmovilismo”, cuan-do en realidad es la madre de un “revolucionario” y una mujer liberadora. Por eso no se entiende que se haya producido en torno a su persona una piedad empalagosa e interesada, recurriendo a María desde la emoción o en los apuros.
Para A. Alaiz, María es la que evidencia el Evan-gelio: una mujer fuerte, fiel, comunitaria, madre y seguidora del Crucificado, que apuesta por el Reino de Dios y por la Causa de su Hijo. También es la ma-dre de los cristianos, regalo de Jesús, toda ternura y discreción. Si para su propio Hijo es una mujer gran-de y admirable, no lo es tanto por haberle gestado y amamantado maternalmente, sino “porque escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica”.
El concilio Vaticano II (1962-1965) fue el acon-tecimiento eclesial más importante del siglo XX. Surgió de una inesperada y sorprendente deci-sión del papa Juan XXIII y fue conducido a tér-mino bajo la guía del papa Pablo VI.
Dentro de la abundante bibliografía acerca del Vaticano II, la presente obra ofrece una aporta-ción peculiar y novedosa. Interpreta el aconteci-miento como la propuesta de un nuevo estilo de presencia de los cristianos en el mundo de hoy. Hablando en lenguaje académico, la lectura que se hace del Concilio corresponde al campo discipli-nar de la Teología Pública.
El contenido de esta obra está organizado en cuatro secciones:
– En la primera se pretende captar el significado histórico-teológico del Concilio. Se otorga especial importancia a las dos grandes cuestiones que preocupan hoy: la recepción del Concilio por par-te de la Jerarquía y la hermenéutica por parte de los teólogos.
– La segunda sección está dedicada al análisis de temas conciliares concretos: la relación Iglesia-mundo, las cuestiones de moral, el cambio de pa-radigma en la consideración del matrimonio y de la familia.
– En la tercera sección se expone el corazón de la propuesta de la Teología pública según el es-píritu del Vaticano II: la presencia pública del cris-tiano en una sociedad “oficialmente” no cristiana.
– En la última sección se ofrece un elenco bi-blio-gráfico suficientemente amplio sobre los di-versos aspectos del concilio Vaticano II.
El s. XVII ha tenido mala prensa: se lo ha llegado a llamar “siglo maldito”. Sin embargo, sin el s. XVII no existiría “modernidad” ni “ilustración”. Es el siglo del Barroco. Para España, es el Siglo de Oro de las letras. Dos orientaciones condicionan el pensamiento moral del s. XVII lacrisis de la razón (Descartes y Spinoza) y lavictoria del rigorismo.
El volumen se organiza en cuatro momentos y en nueve secciones:
El paradigma de la moral casuista:significado del s. XVII (sección 1.ª) y el paradigma casuístico (sección 2.ª).
Lectura ética del siglo XVII: variación en la ética filosófica (sección 3.ª); la moral vinculada a las expresiones de la cultura barroca (sección 4.ª); en especial a las manifestaciones literarias del Siglo de Oro español (sección 5.ª).
El discurso teológico-moral entre el laxismo y el rigorismo: la crisis de los sistemas morales (sección 6.ª); impronta jansenista en la gran confrontación con el jesuitismo (sección 7.ª); la producción teológico-moral que se da al margen de las grandes confrontaciones (sección 8.ª).
La estrecha relación entre espiritualidad y moral, sobre todo en las grandes personalidades del Grand Siècle francés (sección 9.ª).
M.Vidal demuestra que sí y lo hace con un detallado repaso al trabajo de teólogos, escritores, artistas y autores europeos. Un movimiento que influyó notablemente en la moral católica de esos años y detallado en los posteriores.
–Estudio del s. XV:
En la primera sección se recogen aportaciones del nominalismo teológico (Juan Gersón, etc.), del Quattrocento italiano (Antonino de Florencia, etc.), de la prerrenacentista universidad de Salamanca (Tostado, etc.) y de la recién fundada universidad de Lovaina.
En la segunda sección se subrayan las sensibilidades morales provenientes del humanismo italiano y castellano: la ética escrita “para” y “por” las mujeres, los “espejos morales de príncipes” y el êthos vinculado a la literatura del amor, de la muerte y de libros de caballería.
–Análisis de la amplia producción teológico-moral del s. XVI:
En dos secciones se presentan los autores, las obras y temática moral del Renacimiento tomista, de la Escuela de Salamanca y, en general, de la segunda Escolástica.
Las tres siguientes secciones analizan sin prisa la vertiente moral de tres grandes movimientos del espíritu: el humanismo europeo, la reforma y laespiritualidad. A los Padres impulsores de lareforma protestante se les dedica una sección específica. La última sección se fija en algunos factores negativos de esos “tiempos recios”: laInquisición, el Índice, la expulsión de judíos y moriscos, la limpieza de sangre, la caza de brujas
¿Es creyente quien esconde su fe o se aver-güenza de ella como si fuera una debilidad que hay que ocultar? Llevamos tiempo constatando que falta evangelización en las comunidades cris-tianas y, consecuentemente, faltan evangeliza-dores.
La fe es un don y una riqueza extraordinaria que embellece y potencia la vida. Por esta razón se ha de proponer como un valor y se ha de anunciar el Evangelio con urgencia. Esta es una preocupación que se reitera en la pastoral de la Iglesia exhortando a recuperar el impulso apos-tólico de los orígenes.
El autor hace hincapié en la necesidad de des-pertar la conciencia misionera en todos los miembros del pueblo de Dios, porque se observa que en muchos cristianos practicantes no es una evidencia visible. Con tal intención ofrece este libro queriendo ser eco del pensamiento y de la espiritualidad de Jesús, y actuando de altavoz de los documentos eclesiales contemporáneos.
Se deduce, por lógica, que los destinatarios del libro son todos los cristianos. El contenido es muy útil para la formación personal y en grupo, favorece la reflexión sobre la vocación cristiana fundamental y facilita la revisión del testimonio y de la acción misionera.
El autor, siguiendo las orientaciones historiográficas actuales, hace un redescubrimiento de la moral durante el largo periodo de la Cristiandad medieval (ss. VIII-XIV). Ha puesto particular énfasis en subrayar la conexión entre moral y espiritualidad, llevando esa conexión al mismo título general del volumen. La consideración propiamente teológica se ve enriquecida con abundantes referencias a las manifestaciones literarias, artísticas y simbólicas del éthos medieval. Es también de destacar la presencia de la perspectiva de género en la hermenéutica de la vida y de los textos relacionados con la moral.
La exposición de la moral medieval se desarrolla por medio de una introducción, cinco secciones y una conclusión general:
- Introducción: intereses e instrumentos culturales de la Edad Media.
- De Alcuino de York a Anselmo de Aosta (ss. VIII-XI). - La moral de las "escuelas" (s. XII).
- Madurez epistemológica del discurso teológico (s. XIII). - El reino del nominalismo (s. XIV).
- Temas transversales y perspectivas complementarias.
- Conclusión: temas emergentes en la Teología Moral medieval.
La Edad Media es un periodo decisivo para la constitución del discurso moral. Aparece la Ética filosófica como disciplina independiente. Y la Ética teológica adquiere el mismo estatuto epistemológico del saber teológico general.