Escribo estas páginas pensando sobre todo en quienes a lo largo de estos años os habéis ido alejando de la fe que vivisteis de niños. He escuchado muchas veces vuestras preguntas e interrogantes. Algunos me habéis contado con detalle vuestra trayectoria. Entiendo vuestras dudas y prejuicios: ya no sabéis si creéis o no; no sabéis si Dios os interesa para algo. Conversando con vosotros y «escuchando» vuestro corazón he llegado a una convicción: Dios puede ser una «sorpresa» para muchos de vosotros. Conoceríais una alegría nueva si aprendierais a vivir con él de otra forma. Vuestra vida se transformaría si acertarais a vivir a gusto con ese Dios amigo que se nos revela en Jesús.
"Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). Esta actitud de Jesús debe ser la que inspire el trabajo pastoral y el acercamiento cristiano a los enfermos. Para Jesús, el sufrimiento es un mal ante el que hay que adoptar una postura liberadora, curadora, sanadora. De hecho, toda la vida de Jesús fue una lucha para arrancar al hombre del sufrimiento, la enfermedad, la muerte, el hambre, la tristeza, la desesperación.
El Compendio presenta, de forma sintética, todos los contenidos doctrinales fundamentales y esenciales de la fe y de la moral católica, ya expuestos en el Catecismo de la Iglesia Católica, respetando la jerarquía de verdades.
Su carácter dialógico o estilo dialogal. Se ha elegido este género literario, basado en preguntas y respuestas, ya que invita a la lectura mediante el establecimiento de un diálogo entre el texto y el lector, ofreciendo fórmulas breves y fácilmente asimilables, favoreciendo así, de algún modo, la eventual memorización y afianzando fórmulas que puedan perdurar.
Este libro fue escrito colectivamente por unos chicos rurales, fracasados de la escuela oficial, pero agrupados en la escuela del cura Lorenzo Milani (1923-1967) en la montaña de Barbiana. El libro es una denuncia contra el fracaso escolar, es decir, el fracaso de la escuela que manda a la calle a multitud de alumnos sin ni siquiera el diploma básico obligatorio, que malogra a los triunfadores, y que no logra que unos y otros se comprometan con los problemas reales de la vida.