
Gabriel Marcel (1889-1973), filósofo y dramaturgo francés, destaca por su conquista de un concepto cada vez más hondo de la «existencia», entendida como encarnación y participación. Su pensamiento está muy influido por el cristianismo, al que se convirtió, del judaísmo, en 1929.
Los dos volúmenes que comprende esta edición reúnen algunas de sus obras más importantes, tanto en el campo filosófico como en el teatral. El misterio del ser (1951), que recoge en dos series veinte lecciones pronunciadas entre 1949 y 1950, ha sido complementado con unos anexos de documentos inéditos y abundantes notas elaboradas por Jeanne Parain-Vial (la discípula por excelencia) y Mario Parajón, traductor y preparador de la edición. La selección de las piezas teatrales (El dardo, La sed y La señal de la cruz) pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre el pensamiento de Marcel y su obra dramática.
El amor es una realidad fascinante, pero que parece que se nos escapa cuando lo queremos comprender, del mismo modo que una luz nos deslumbra si nos fijamos solo en ella. La importancia del amor en nuestras vidas y en la revelación divina nos impulsa a introducirnos en su misterio como la única forma de comprender la verdad de nuestra existencia a la luz de la verdad de Dios. Este libro no quiere sino ayudar a descubrir ese misterio de amor como una luz que nos hace vivir en plenitud y enseñarnos a mirar con los ojos del amor. Así se esclarecen los temas fundamentales en los que el amor se nos hace problemático: la relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo, los diferentes tipos de amor que descubrimos en la vida, cómo existe un amor divino sobrenatural y de qué modo el desinterés no está reñido con la reciprocidad que exige la dinámica del don. Solo el amor es digno de fe y se convierte en la luz primera del misterio de Dios y del hombre.
Juan José Pérez-Soba Diez del Corral (Madrid, 1964), sacerdote diocesano de Madrid, es catedrático de Moral fundamental en la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid y profesor invitado en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para el matrimonio y la familia en Roma y Valencia.
A la homilética se le dedica escasa o nula atención en los planes de estudio de la mayoría de los centros teológicos españoles, pese a las recomendaciones del Concilio Vaticano II y de la Conferencia Episcopal Española.
Esta obra pretende prestar un servicio tanto a los estudiantes de Teología como a los sacerdotes inmersos en el ministerio pastoral. En la introducción se hace un recorrido por las diversas tendencias en la homilética que han aparecido durante el siglo XX y se pergeña una historia de la homilética a lo largo de los siglos.
La primera parte está dedicada a la preparación de la predicación. En primer lugar, la escucha de la Palabra de Dios y la escucha de la comunidad. De esos dos polos surgirá la predicación. En esta tarea se presta atención al papel del predicador y al lenguaje, no olvidando el aspecto práctico de la elaboración de un guión y la ayuda que pueden prestar diversos materiales para la preparación de la homilía.
En la segunda parte se estudian diversos tipos de predicación, con atención especial a la homilía y a las predicaciones en bautizos, bodas y funerales. Se cierra esta parte con una reflexión sobre la predicación desde el punto de vista de la comunicación. Completa la obra un apéndice que presenta un entrenamiento en la expresión oral
El papa Benedicto XVI realizó los días 6 y 7 de noviembre de 2010 un breve e intenso viaje apostólico a España, concretamente a las ciudades de Santiago de Compostela y Barcelona.
Y si hubiera que buscar una palabra que definiese la visita papal, esta sería «hermosura». Porque las treinta y dos horas de la presencia del Sucesor de Pedro en esta tierra e iglesia apostólica de España fue un espléndido, bello y hermoso ejercicio del encuentro, del servicio y del testimonio de la Iglesia en favor de la sociedad, en este caso la sociedad española, y desde ella para Europa y para la entera humanidad.
El presente libro es la actualización del volumen que la BAC publicó en 1960 bajo el título Obras del Doctor Sutil Juan Duns Escoto: Dios uno y trino, con texto bilingüe de castellano y latín. Dicha publicación contiene la traducción del texto auténtico de los dos primeros volúmenes de la edición crítica de la Comisión Escotista de Roma. Se incluye además el Tratado del Primer Principio según el texto crítico de Mariano Müller y de Evan Roche. Aquella publicación de hace 50 años recoge textos muy importantes del Doctor Sutil que ahora la misma editorial quiere actualizar para ofrecer nuevamente al público la riqueza del pensamiento filosófico-teológico de uno de los más egregios maestros del Medioevo.
El presente volumen, tercero de la obra, abarca cuatro siglos sumamente densos en acontecimientos de importancia capital para el desarrollo de la filosofía. Una serie de mutaciones fundamentales, estrechamente enlazadas entre sí, determina un cambio profundo en todos los órdenes del pensamiento y de la vida, tanto individual como social.
En el aspecto negativo se acentúa el alejamiento respecto a la Edad Media, inspirada hasta entonces en el espíritu cristiano. Los valores sobrenaturales son sustituidos por un concepto radicalmente naturalista del hombre y de la sociedad. La filosofía, el derecho, la política, se desligan del cristianismo y acentúan cada vez más su independencia y su sentido autónomo, al margen y en creciente oposición respecto de toda consideración de carácter trascendente.
A su vez, dentro de la misma filosofa se opera una profunda disociación. Mientras que los «filósofos» continúan, con escasas variantes, agitando los problemas tradicionales, si bien con un espíritu ya muy distinto, a partir del siglo XVII prevalece en los «científicos» el interés por la investigación de la naturaleza física, aplicando el método matemático y experimental. Partes de la ciencia, apenas esbozadas en siglos anteriores, adquieren entonces un desarrollo espectacular.
Sin embargo, la línea de continuidad no se interrumpe. El Humanismo completa la labor medieval de recuperación de la Antigüedad. La escolástica se renueva y vive uno de sus periodos más ricos y fecundos. El nominalismo es el precursor inmediato del nacimiento de las ciencias experimentales. Pero, sobre todo, la fuerte corriente neoplatonizante derivada de la Edad Media atraviesa esos siglos en sus pensadores más destacados, a través de los cuales se transmitirá el hegelianismo y a sus derivaciones en el siglo XIX, contribuyendo a acentuar su contraposición a las «ciencias». De esta manera, el campo de la llamada «filosofa» se va restringiendo cada vez más, acabando por ocupar de hecho el lugar y la función que en la clasificación aristotélica correspondía a la teología como ciencia de la realidad trascendente.
El balance positivo de estos siglos hay que buscarlo sobre todo en las ciencias matemáticas y experimentales. En otros órdenes, su interés consiste más en la novedad de las actitudes y en la variedad de las tentativas que en la riqueza de los resultados conseguidos.