Sobre la base de numerosas investigaciones y publicaciones historiográficas, este libro propone un juicio sintético sobre los criterios fundamentales para afrontar las actuales conmemoraciones y celebraciones del bicentenario. En él se recapitulan algunas hipótesis rectoras sobre aquella fase histórica para intentar plantear con claridad el legado que dejó la independencia y las grandes tareas históricas que los pueblos latinoamericanos tienen que asumir en el presente y en el próximo futuro. «Se trata de un libro de historia, de Historia con mayúscula en la cual el protagonista es el pueblo, los pueblos latinoamericanos. Pueblos que viven un presente que les exige compromiso con el pasado y el futuro: un pasado recibido para hacerlo crecer y transmitirlo a los que nos sucederán» (del prólogo del Cardenal Bergoglio) Guzmán Carriquiry es doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Desde hace más de 35 años trabaja al servicio de la Santa Sede, donde ha sido Subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, y desde 2011 es secretario de la Pontificia Comisión para América Latina por nombramiento de S.S. Benedicto XVI. Ha impartido cursos y conferencias en numerosas universidades y centros culturales. Sus publicaciones se centran en temas culturales, eclesiales e internacionales, especialmente en relación con Latinoamérica.
Hoy la idea de ley divina se ha vuelto extraña e incluso, para algunos, ofensiva. Sin embargo, ha dominado las creencias y las costumbres durante casi tres milenios. La alianza entre Dios y la ley, forjada en la Grecia antigua y en la tradición bíblica, ha asumido formas diferentes en el judaísmo, el cristianismo y el islam. Rémi Brague describe en La ley de Dios la larga génesis de esta alianza, su desarrollo en cada una de las tres religiones medievales, y finalmente de su disolución con la modernidad europea, a través de la relectura de los textos fuentes de la filosofía y el pensamiento religioso. En el judaísmo de la diáspora, la Ley se erigía como la única presencia de Dios en medio de un pueblo que había perdido su reino y su Templo: coincidía con Dios. Es con el cristianismo cuando nace y se desarrolla su separación. El Dios cristiano ya no es solamente el legislador del tiempo de los judíos, es la fuente de la conciencia humana y comunica la gracia que permite obedecer a la ley. Esta separación dará posteriormente forma a las instituciones políticas de la cristiandad medieval, tanto al Imperio como a la Iglesia. Por el contrario, el islam se convertirá cada vez más en una religión centrada completamente sobre la Ley, que preside el conjunto de las prácticas de los hombres a partir de la caída del califato. A diferencia de las dos religiones bíblicas, aquí es Dios quien debe dictar directamente la Ley. Con la modernidad, la alianza entre Dios y la ley será denunciada y después expulsada de la ciudad: nuestro Dios ya no es legislador, nuestra ley ya no es divina. Pero ¿cómo es un mundo, como el nuestro, en el que el hombre se concibe como único soberano? ¿Cómo una ley sin huella de lo divino puede ofrecer razones para vivir?
«Siempre es tiempo de evangelización. Siempre es el tiempo del primer anuncio. Dios nos da el don de la fe de una vez para siempre, pero nosotros tenemos que renovarla cada mañana. Consciente de mis limitaciones, ofrezco estas páginas a cuantos sienten la inquietud de descubrir los nuevos caminos de la evangelización, aquí, en España, en estos momentos de prueba y en los años venideros que no serán mucho mejores. Con estas páginas querría llamar la atención de los pastores y educadores cristianos para que centren sus esfuerzos en lo fundamental, en lo que nos hace capaces de profesar y vivir la fe gozosamente en un medio inhóspito y hostil».
Este breve escrito constituye una admirable introducción a la fenomenología, y aun a la filosofía misma, plena de claridades y de sustancia filosófica. En él, bajo el lema de `a las cosas mismas`, encontrará el lector una nítida delimitación del objeto propio de la filosofía, configurado, al decir del autor, por el estudio de las esencias y las conexiones apriorísticas entre ellas. Y hallará asimismo una perfecta exposición del método fenomenológico, concebido como el único adecuado a ese objeto, al paso de una incursión en varios problemas filosóficos a la que se nos invita desde el comienzo.
*****ENVIOS DESDE EL 10 MARZO 2011
La segunda parte (de un total de tres tomos) de la vida de Jesús de Nazaret por Benedicto XVI se centrará en la
madurez de Jesús, desde la entrada a Jerusalén hasta su Resurrección. Este libro recoge la parte más importante
de la vida de Jesús y, por tanto, la reflexión más esperada del Papa.
«Todo hace pensar que Péguy ha de encontrar un extraordinario resonador en el meridiano de nuestra cultura. Porque somos muchos los que compartimos hoy los dramas que él atravesó y más aún los que precisamos la esperanza que -entre tantas angustias- predicó. Péguy es radicalmente contemporáneo nuestro y el lector percibirá el latido de su corazón tan vivo, a poco que supere los peculiarísimos y nunca fáciles modos de hacer del poeta». (José Luis Martín Descalzo)
En estos treinta y dos sermones, John Henry Newman vuelve a poner de manifiesto su fuerza, frescura y audacia. Fuerza en la verdad de su mensaje, que es el mensaje de Dios; frescura en la palabra, con un lenguaje cercano y familiar que se aleja del empleado en sus estudios teológicos; y audacia para acercar al hombre a lo verdaderamente esencial del cristianismo. En este segundo volumen de la serie completa de los Sermones parroquiales, un clásico de la espiritualidad cristiana, Newman demuestra nuevamente la coherencia de su trayectoria, que comenzó con su ordenación como pastor anglicano en 1825 y terminó, tras su conversión en 1845, como cardenal de la Iglesia católica.