No sabemos quién será el próximo Papa, pero sí podemos intuir, siquiera oscuramente, a qué desafíos habrá de enfrentarse y qué clase de dificultades entorpecerán su tarea. Aunque el teólogo católico George Weigel no aspire a responder al primer interrogante —es teólogo, no adivino—, sí arroja luz (mucha) sobre el segundo. Con la clarividencia propia de los pensadores más solventes, enuncia uno por uno los quehaceres que el próximo pontífice no podrá eludir sin infligir a la Iglesia un daño irremediable, los quehaceres que habrá de acometer con firmeza de espíritu y una ciega confianza en la gracia: entre otros, el fortalecimiento del espíritu misionero, la promoción de un diálogo interreligioso que orbite en torno a la verdad y tienda a ella, el robustecimiento del papel de la Iglesia en el mundo y, en un plano más prosaico, la renovación de la Curia.
El próximo Papa se erige así en un texto fundamental para todo católico al que le inquieten los problemas que hoy acechan a la Iglesia y que sienta vértigo ante un futuro aparentemente envuelto en brumas de incertidumbre.
Fabrice Hadjadj, conocidísimo filósofo católico, y su tocayo Fabrice Midal, pensador budista, nos regalan un libro que bien merece la pena. No porque nos vaya a dar la respuesta al interrogante que ha conturbado al hombre de todas las épocas, tampoco porque nos vaya a brindar el conocimiento necesario para deslumbrar a nuestros amigos. Más bien, porque es un indicio en el sentido estricto de la palabra. Hadjadj y Midal no responden, sino que apuntan; nos sugieren aquí dónde buscar la verdad o, mejor, dónde puede salir ella a nuestro encuentro: en la contemplación de un paisaje hermoso, en la recitación de un poema, en el abrazo de una madre o en una conversación en torno a la chimenea, por ejemplo. «Este es un libro que cumple su palabra. Para responder a la pregunta sobre la verdad no se queda en el «qué», que vale para iniciar el debate. No se habla tanto de la verdad como se la escucha y se avanza, mano a mano, hacia un Quién que devuelve su pregunta a cada uno» (Enrique García-Máiquez).
En una época que levanta tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias, Gabriele Kuby se adentra en este ensayo en los orígenes profundos de la crisis de los abusos sexuales que padece la Iglesia: la revolución sexual, la contaminación de la sana doctrina, la generalización de la homosexualidad en el clero... Y lo hace con plena conciencia de que eso le granjeará vituperios y enemistades, de que habrá quienes traten de confinarla en el ostracismo. Sin embargo, entre la comodidad de la mentira aceptada y el riesgo de la verdad, esta conocida autora alemana se decanta por lo segundo. "Cristo, luz de los pueblos, sólo puede reflejar en el rostro de los pueblos e iluminar a la humanidad si la predicación de la Iglesia no está oscurecida por los pecados de sus servidores". CARDENAL GERHARD LUDWIG MÜLLER (PRÓLOGO) "La señora Kuby es una valiente guerrera contra las ideologías que, en última instancia, dan como resultado la destrucción del hombre" BENEDICTO XVI
En la Santa Eucaristía es donde mejor y con mayor plenitud conocemos el amor que Dios nos tiene. La Santa Eucaristía desvela la verdad sobre el amor de Dios por nosotros, y alimenta, dentro de nosotros, la libertad de amar como Dios ama. Si hemos perdido el sentido de reverencia y profunda gratitud ante el Sacrificio Eucarístico y la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Hostia consagrada, entonces no reconocemos la verdad que se halla ante nuestros ojos.
Verdaderamente, la Belleza ha de salvar al mundo, y en ningún otro campo esto está tan claro como en el campo litúrgico. Por mi parte, sobre todo en calidad de Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, agradezco de corazón y con afecto fraterno al cardenal Burke por esta hermosísima contribución al debate más delicado e importante de nuestros días. A todos, les deseo una lectura fructuosa de este precioso libro ofrecido a la Iglesia, que sitúa a la Eucaristía como fuente y culmen de la vida cristiana. «Aquí está», dijo San Juan Pablo II, «el tesoro de la Iglesia, el corazón del mundo, la prenda del fin al que todo hombre, aunque sea inconscientemente, aspira». No diré más sobre el libro, para dejar al lector que descubra todas sus virtudes, leyéndolo con calma y meditando sobre su contenido.
Cardenal Robert Sarah
Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Cardenal Raymond Leo Burke (Richland Center, Wisconsin, 1948)
Tras estudiar en Washington y después en Roma, fue ordenado sacerdote por San Pablo VI en 1975 en la Basílica de San Pedro. Volvió a Wisconsin para ser rector asociado de la Catedral de San José Obrero. En 1980 regresó a la Ciudad Eterna donde obtuvo un doctorado en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana. En 1994 fue nombrado obispo de La Crosse, Wisconsin, y en 2003 arzobispo de San Luis, Missouri. En 2008 el Papa Benedicto XVI le nombró prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y dos años después fue creado cardenal. El Papa Francisco le designó patrono de la Soberana Orden de Malta en 2014 y en 2017 volvió a formar parte del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Considero este libro una verdadera joya. No lo digo sólo por su altísimo valor o por la rareza de un pensamiento tan profundo. Este libro contiene, en pequeños retales, las fibras más íntimas del alma de este gigante del espíritu que fue el Cardenal Carlo Caffarra, considerado uno de los mejores teólogos moralistas del momento presente. Indiscutiblemente el Cardenal Caffarra tenía alma de Quijote, siempre dispuesto a «desfacer entuertos y a socorrer a los huérfanos», los huérfanos provocados por una cultura nihilista que socava las raíces del alma y nos hace perder el horizonte de la verdad y de la eternidad junto a Dios nuestro Padre. Como el Quijote, Caffarra ha sido un hombre libre. Mi gratitud al cardenal es grande. Para mí él fue un padre, un maestro y un profeta. No dudo que con esta obra, sencilla y profunda, se va a acrecentar el caudal de la cultura católica para todos nosotros, necesitados de ver brillar ante nuestros ojos el esplendor de la verdad. Del prólogo de Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares
G. K. Chesterton concibe este Santo Tomás de Aquino como un libro en conexión con su San Francisco de Asís. Se trata de personajes casi contemporáneos que navegan con el mismo rumbo pero en naves completamente diferentes. Aunque sólo sea por el aspecto físico: uno es un italiano flacucho y menudo, y el otro es un italiano gordo y enorme. Pero es que son dos «avatares» de lo mismo.
Esta brillante biografía que tomistas de la talla de Jacques Maritain o Etienne Gilson la han calificado como el mejor libro jamás escrito sobre el Aquinate, ofrece una visión de conjunto amena y rigurosa del buey mudo de Sicilia. Sin duda, la lectura de este libro no deja indiferente
Benedicto XVI ha dicho que la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino es una "obra monumental", que "llega a formulaciones precisas, lúcidas y pertinentes de las verdades de fe, donde la verdad es don de la fe, resplandece y se hace accesible para nosotros, para nuestra reflexión". Siempre la Iglesia ha considerado que las doctrinas del Aquinate son la mejor expresión conceptual que se ha dado nunca del mensaje revelado.
En el Catecismo de la Suma Teológica, basada y completada por cien años, del dominico francés Tomás Pègues, traducida y completada por Eudaldo Forment, proporciona todo el contenido de los treinta y un tratados, que constituyen la Suma Teológica, en la forma de catecismo. Se ha conseguido con ello abreviarla, clarificarla y hacerla verdaderamente asequible a todos.
En esta primera traducción íntegra al español, se mejoran incluso las ediciones francesas y sus traducciones actuales a otras lenguas. Además, se ha completado la obra con el resultado de todos los estudios tomistas que se sucedieron desde su primera aparición, que no la rectifican, sino que la perfeccionan. Igualmente, sin modificar el texto original, se indican las actuales medidas y normas disciplinares de la Iglesia.
Por su brevedad, su clara y hasta amena exposición, el Catecismo de la Suma Teológica, sin tener que realizar el esfuerzo de leer el texto que sobrepasa en más de veinte veces su extensión. Con su estructura de catecismo clásico de pregunta-respuesta, se sintetizan de un modo preciso diáfano, y accesible a cualquier lector, complejas explicaciones, que son imprescindibles para conocer más perfectamente en extensión y en profundidad la rica doctrina católica.
Eudaldo Forment
Eudaldo Forment (Barcelona, 1946), catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona y académico ordinario de la "Pontificia Accademia Romana di S. Tommaso d'Aquino", ha impartido varios cursos sobre Santo Tomás de Aquino como profesor visitante en otras universidades (Madrid, Roma, Zúrich, Buenos Aires, Santiago de Chile, y México, DF), y es autor de veintisiete libros de Filosofía, la mayoría dedicados al Aquinate, de traducciones de sus obras y de numerosas colaboraciones en obras colectivas sobre el tomismo.
Entre sus últimos libros, se destacan: La filosofía de Santo Tomás de Aquino, (Valencia, EDICEP, 2003); Santo Tomás de Aquino. El orden del ser. Antología filosófica (Madrid, Ed. Tecnos -Grupo Anaya-, 2003); Santo Tomáss de Aquino. El oficio de Sabio (Barcelona, Ed. Ariel -Grupo Planeta-, 2007); Tomás de Aquino esencial. Introducción y antología (Col. Montesinos-esencial, Barcelona, Ed. Intervención Cultural, 2008); Santo Tomás de Aquino. Su vida, su obra y su época (Col. BAC maior, nº 93, Madrid, BAC, 2010); y Obras de Santo Tomás de Aquino (Col. Biblioteca de Grandes Pensadores, nº 7, Madrid, Gredos, 2011).
Autor del Prólogo del libro de Manuel García Morente, Idea de la Hispanidad, (Madrid, HOMO LEGENS, 2008, pp. 7-77), su último trabajo ha sido traducir, completar y actualizar el Catéchisme de la Somme théologique (1918), obra preparada por el tomista francés Thomas Pègues, OP, (1866-1936), profesor del Instituto Católico de Toulouse y colaborador de la "Revue thomiste", autor de una edición francesa de la Suma Teológica, y de un monumental comentario de esta gran obra de Santo Tomás, en veintiún volúmenes.