El autor analiza la situación humana y social que genera la separación y el divorcio conyugal, igualmente, plantea algunos presupuestos con el propósito de elaborar una posible teología del fracaso conyugal. Desde esta perspectiva, Silvio Botero sugiere algunos recursos para salir al encuentro de este conflicto.
La presente reflexión puede ser útil a los sacerdotes que muy frecuentemente deben atender casos de conflicto conyugal; a los agentes de pastoral conyugal y familiar, que acompañan a muchas parejas en dificultad; a las mismas parejas en conflicto que se esfuerzan por permanecer fieles a la Iglesia pero que esperan encontrar una solución cristiana a su situación humana.
Cristiano significa discípulo de Jesús, es decir, quien sigue su doctrina, sus valores, su espiritualidad, o sea, aquel que vive la vida de Jesús. El maestro no sólo educa, sino que también transmite su propio espíritu y su propia vida a los discípulos, los cuales están llamados a crecer en el seguimiento del Señor.
La adversidad es parte natural de nuestra vida. Sin embargo, la mayoría de nosotros no hemos aprendido a afrontar las pérdidas y los fracasos con tranquilidad y, mucho menos, desde una perspectiva positiva. Perder implica sufrimiento pero, aunque es difícil de entender, también implica crecimiento. Cuando aceptamos el dolor de la partida o cuando aceptamos la realidad del fracaso, empieza a aflorar en nosotros todo el potencial que llevamos dentro para enfrentar la adversidad. La esperanza es el motor que no nos deja enterrarnos con nuestro sufrimiento. Esto es lo que Paulo Daniel Acero, psicólogo experto en manejo de duelos y resolución de conflictos, plantea en su libro, el cual además de ser de gran ayuda para los dolientes es una herramienta indispensable para quienes trabajan en manejo de pérdidas y crisis.
Al saber que el Espíritu Santo actúa eficazmente y sin cansancio en quienes le abren la puerta de su libertad y se entregan dócilmente a su acción amorosa, debemos preguntarnos por qué su presencia en nuestra vida no ha sido más fructuosa, y ver lo que debemos hacer para que lo sea en adelante.
“Amarse en cuerpo y alma” es un canto al amor conyugal y a la vida que nace de él. La dicha conyugal y familiar puede alcanzarse sólo con el máximo respeto de las leyes naturales y, por tanto, con un amor digno y fecundo, alejado tanto de un crecimiento incontrolado de población, como de un control artificial impuesto desde arriba o dictado solo por las circunstancias injustas en que les toca vivir a muchos hogares.
La opinión pública muestra un interés creciente por la bioética, la nueva “ciencia” que se ocupa de los problemas éticos suscitados por el desarrollo de la medicina y de las biotecnologías. En las universidades aumenta el número de las enseñanzas de bioética. Las facultades que han establecido en mayor grado cátedras o seminarios sobre el tema son las de medicina, derecho y filosofía. En consecuencia, se siente también la necesidad de contar con instrumentos para el estudio sistemático de la disciplina.
Los divorciados vueltos a casar no solamente deben ser objeto de estudio .también ellos pueden ser sujeto de reflexión y de acción pastoral. Este papel activo dentro de la iglesia está en el pensamiento de Juan Pablo cuando escribe en la “familiares consortio” que los divorciados vueltos a casar “no se consideren separados de la iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida”.