Tal como demuestran, entre otros momentos, las luchas de los pueblos indígenas y afroamericanos por el reconocimiento de sus tradiciones, la exigencia de la interculturalidad es tan antigua como la misma historia social e intelectual de América Latina. Sin embargo, ha sido muy escaso el eco que ha encontrado dicha exigencia en la filosofía latinoamericana actual. La presente obra se ocupa precisamente de los desafíos de naturaleza intercultural con los que nuestro tiempo confronta a esta filosofía, obligándola así a una labor de autocrítica.
La primera parte del libro toma como hilo conductor este desafío de la interculturalidad, el cual ha vuelto a plantearse de forma agudizada a partir de la coyuntura histórica de 1992, y examina la obra reciente de algunos de los más destacados representantes de la filosofía latinoamericana actual, mostrando las dificultades que éstos tienen para responder con coherencia al reto intercultural. Este análisis se complementa con el estudio del giro hacia la interculturalización de la filosofía en autores de la nueva generación.
En la segunda parte se documenta el comienzo del debate explícito de la «cuestión intercultural» en la filosofía latinoamericana y se recogen las respuestas de Enrique Dussel, Arturo A. Roig, Juan Carlos Scannone y Luis Villoro a las observaciones críticas hechas a sus posiciones en el análisis anterior.
La palabra «metafísica» suena a pasado. Una mirada a su historia muestra, sin embargo, que si hay algo tan tenaz como el intento de hacer desaparecer la metafísica es su capacidad de supervivencia. Empezaron los escépticos y los sofistas tratando de cerrar cualquier salida metafísica al rechazar la certeza de todo conocimiento, aunque encontraron la respuesta implacable de Aristóteles. En la Edad Media, el ataque vino de la teología, al oponer la certeza de la fe a la mera probabilidad de la razón, aunque figuras como Santo Tomás o Scoto la defendieron y promocionaron. El empirismo moderno desplazó el pensar metafísico al centrarse en la experiencia misma, hasta que llegó la respuesta de Kant y de su complejo sistema sobre las posibilidades del conocimiento humano. Al ataque positivista en el siglo XIX respondieron con fuerza nuevas metafísicas de la vida, de lo humano y de los valores. Ni siquiera la actual posmodernidad, en su pretensión de derrumbar toda aspiración metafísica o universalista, ha conseguido acabar con argumentaciones como la de Habermas, heredero de una Ilustración que aún lucha por sobrevivir a los nuevos tiempos.
De modo que el debate sobre la posibilidad de la metafísica hoy sigue abierto, y su historia queda plasmada en este volumen de la Enciclopedia IberoAmericana de Filosofía.
Esta obra se abre con una introducción histórica, no heleno ni eurocéntrica, en la que se reinterpretan los sistemas éticos en la historia mundial, hasta situar la problemática en la Modernidad dentro del sistema-mundo como proceso de globalización que simultáneamente excluye a la mayoría de la humanidad.
En la primera parte se aborda una crítica a las morales formales (Kant, Rawls, Apel, Habermas) desde un principio material o de contenido con pretensión de universalidad; el deber de producir, reproducir y desarrollar la vida humana en comunidad. El principio de factibilidad ética, por su parte, permite que el cumplimiento del acto, institución o sistema de eticidad pueda tener la pretensión de bondad.
En la segunda parte, desde la imposibilidad de que dicho acto, institución o sistema de eticidad «buenos» pueda tener pretensión de perfección acabada, se descubren los que «sufren» en su corporalidad vulnerable la imposibilidad de vivir, el hecho de ser excluidos. Se trata de las víctimas, al decir de Marx, Horkheimer, Benjamin, Nietzsche, Freud o Lévinas. Desde las víctimas comienza propiamente el discurso de la Ética de la Liberación, en su nivel negativo material (deben poder vivir), en el principio discursivo crítico (deben poder participar en la argumentación), todo lo cual culmina en el principio crítico negativo de la factibilidad: el principio-liberación que inspira las transformaciones con pretensión de justicia.
En diálogo con lo más pertinente de la filosofía ética actual, esta Ética define muchos principios –no uno sólo como intentan las éticas hasta el presente– en un grado de complejidad en el que se tratan tanto las posiciones de sus oponentes como de sus defensores en cuanto necesarias pero no suficientes.