A raíz del concilio Vaticano II son numerosos los estudios que han abordado los sacramentos desde distintas perspectivas (sistemática, litúrgica, pastoral, ecuménica, misionera…); sin embargo, apenas se encuentran publicaciones que reflexionen sobre el «universo sacramental» desde el principio de la analogía.
Es cierto que la analogía se halla presente de una u otra forma en la comprensión y en las explicaciones de los sacramentos, pero no siempre se ha tenido suficientemente en cuenta. En esta línea, nos esforzaremos por presentar las razones en las que se basa el principio de analogía sacramental, así como las consecuencias que puede tener su correcta y equilibrada aplicación, ya que de ello puede depender en buena medida la renovación de la praxis y del pensamiento teológico sacramentales, la relación interconfesional y la plena comunión eclesial.
El itinerario que vamos a seguir tiene dos etapas: comenzaremos con un breve recorrido histórico, recordando cuál ha sido la presencia y vigencia, la marginación u olvido, de este principio de analogía y sus consecuencias; sólo entonces verificaremos dicho principio en el conjunto sacramental y en la estructura y elementos que constituyen cada uno de los sacramentos.
El profesor Cesare Giraudo nos ofrece una reflexión sobre el significado de la celebración eucarística siguiendo el ejemplo de los Padres de la Iglesia, que «oraban y después creían, oraban para poder creer, oraban para saber cómo y qué debían creer».
Estas páginas ágiles y profundas constituyen una serie de catequesis mistagógicas sobre los diversos momentos de la plegaria eucarística, concebidos no como un sucederse de partes deslavazadas, sino como una unidad capaz de conducirnos al corazón del misterio cristiano.
Se trata de un intento de analizar la eucaristía no desde la mesa de estudio, sino «en la iglesia», a partir del lugar y el momento de la misma celebración. Así, el redescubrimiento de la eucaristía será también el de la Iglesia, es decir, el cuerpo eclesial formado por los participantes.
Flavio Josefo es uno de los personajes más fascinantes de la Antigüedad. Nacido en Judea, en el siglo I d.C., recibió una amplia formación tanto judía como grecorromana. Durante los años que precedieron al enfrentamiento con Roma, desplegó una intensa actividad diplomática y política; ya en la guerra, dirigió la defensa de Galilea.
Capturado, logró convertirse en asesor e intermediario de los romanos. Así pudo presenciar la destrucción de Jerusalén en el año 70. Posteriormente Josefo se trasladó a Roma, donde se dedicó a redactar, además de su interesante autobiografía, la historia de Israel hasta los últimos y trágicos acontecimientos.
Estas páginas ofrecen una introducción básica y completa a la vida y escritos de Flavio Josefo, valiosísima fuente de información sobre el mundo en que vivió Jesús y nació el cristianismo.
El estudio de los cuatro evangelios suscita constantemente nuevas preguntas que necesitan ser aclaradas y respondidas. Este libro aborda algunas de ellas en el marco de la reflexión que su autor viene realizando desde hace años sobre estos textos fundamentales de la memoria cristiana.
Las preguntas que aquí se plantean tienen que ver con tres momentos decisivos del proceso que va desde Jesús hasta el evangelio en cuatro formas recibido por la Iglesia. La primera de ellas, ¿Dónde se conservaron los recuerdos sobre Jesús?, aborda un aspecto particular al que se ha prestado poca atención. La segunda, ¿Por qué la memoria de Jesús quedó fijada en cuatro relatos biográficos?, trata de explicar la razón de que aquellos recuerdos adoptaran preferentemente la forma de relatos. La tercera, en fin, se centra en la primera y decisiva fase de la recepción de estos textos en las comunidades cristianas, tratando de precisar ¿Cuándo empezaron los evangelios a ser considerados Escritura?
Hoy el tiempo parece fluir como un líquido, ser un tejido sin trama, carecer de forma. Sin embargo, a lo largo de la historia su vivencia no ha resultado problemática para el hombre, a pesar de las rupturas que en él ha experimentado.
Cuando en la actualidad se aborda el tema del tiempo desde una perspectiva teológica, cobra especial importancia la búsqueda de una sabiduría que permita vivirlo humanamente y sea capaz de responder a varias cuestiones problemáticas. ¿Existe algún modelo capaz de integrar con éxito el pasado, el presente y el futuro? ¿Es posible mezclar sin confusión los siglos y la eternidad? ¿Puede el discurrir cotidiano desembocar en lo eterno sin perder su consistencia? ¿Tiene Dios alguna posibilidad de dirigir la historia sin apabullar la libertad de las personas ni arruinar el misterio y la novedad del porvenir?
El tiempo, lejos de ser mero límite de la condición terrena, úlcera por la que se desangra el existir humano, es puerta que abre a nuevos encuentros y horizontes, además de sacar de su aislamiento al sujeto ensimismado y de encaminarlo a la plenitud de su vocación.
Mi intención ha sido escribir un libro directo y sencillo, que acompañe en su itinerario espiritual a todos aquellos que sufren por la inseguridad de su fe; un libro que ayude a recuperar o alcanzar la fe en el Dios de Jesucristo a quienes la perdieron o no la han tenido nunca. No es, por tanto, un catecismo ni una introducción al cristianismo, sino una presentación de la fe cristiana que evoque su función decisiva en los planes de Dios y en el acertado desarrollo de la vida humana.
Este estudio, por tanto, no se centra de manera principal en lo que creemos por la fe, sino en la fe misma, la fe en cuanto acto y hábito personal, don de Dios y camino de salvación.
El lector está invitado a acompañarme en esta meditación teológica sobre la fe cristiana, nacida de mi experiencia personal y pastoral. Pero sobre todo a experimentar y celebrar gozosamente aquello que es posible formular sobre la fe en Cristo y en el Dios que nos salva.
La expectación suscitada por la publicación del Evangelio de Judas, un extraño texto escrito en copto, se ha mantenido viva entre los historiadores del cristianismo antiguo, que han dedicado numerosos congresos y publicaciones al estudio de esta enigmática obra.
Esta fructífera investigación, que permite analizar críticamente ciertas pretensiones sensacionalistas, permanece sin embargo desconocida para el gran público.
La presente edición ofrece, por primera vez en el ámbito hispano, una edición bilingüe del Evangelio de Judas, que recoge los avances producidos en los ámbitos de la reconstrucción y la traducción del texto. Además, en la introducción y en el amplio aparato de notas se presentan las distintas interpretaciones que se han ofrecido del nuevo apócrifo y se evalúa su relevancia para el conocimiento de la historia del cristianismo antiguo.
«Frente a Dawkins y Hawking, Swinburne». Este titular provocativo sintetiza una de las polémicas más atractivas de la actualidad.
La existencia de Dios ha sido puesta en cuestión de forma beligerante tanto en el ámbito de los pensadores como en la sociedad en general. Por otra parte, da la impresión de que se admite popularmente y sin apenas crítica que la gran mayoría de las cuestiones fundamentales encuentran su respuesta sólo en el territorio de la ciencia.
Sin embargo, no todos los pensadores son de este parecer. Richard Swinburne, uno de los más destacados filósofos de la religión contemporáneos, considera que la ciencia no sólo debe limitarse humildemente a su ámbito de competencias y verdades, sino que si dialoga con la filosofía y la teología sin prejuicios, incluso proporciona buenos fundamentos para la creencia en Dios.
En ¿Hay un Dios? el lector es invitado a participar en la polémica sobre la existencia de Dios, acompañado de las rigurosas respuestas que esclarecen muchas de las dudas actuales.
El Resto de Israel atestiguado por los profetas representa en la antigüedad bíblica un modelo de comunidad que es capaz de contemplar la historia con los ojos de la fe.
El Dios del Amén (Is 65, 16) constituye una Comunidad del Amén, un grupo amado y sostenido por el Señor a través del tiempo y de las vicisitudes más diversas. En este Resto de Israel se expresa de modo significativo el núcleo de la alianza sinaítica. Es en ella donde este Resto debe fundar su identidad y realizar la misión que se le ha encomendado: testimoniar y ofrecer la salvación de Dios a todas las naciones.
Un estudio sobre el Resto de Israel tiene hoy una especial relevancia, pues ayuda a entender y asumir desde claves nuevas la situación de las Iglesias cristianas que, sobre todo en Occidente, se están configurando como «resto» y fermento dentro de la sociedad.
En 1980 Yves Congar publicó en tres volúmenes su estudio sobre el Espíritu Santo. Se trataba de una extensa y profunda investigación histórica, teológica y espiritual. Algunos amigos le pidieron un texto más breve que pudiera ser leído por todo tipo de personas.
La obra que el lector tiene entre sus manos es el regalo sencillo y sintético que al final de su vida intelectual escribió el renombrado teólogo francés. Se trata de un verdadero testamento espiritual que presenta de manera sencilla y sin artificiosidad tres de los elementos que caracterizan al Espíritu Santo: es el «visitante» que anhelan todos los hombres en el fondo de su corazón; es la «fuerza» que dinamiza y llena de dones la existencia de las personas; es el «huésped» que viene y entra en cada uno para quedarse definitivamente.