En un detallado análisis de la visión ética de los grandes predicadores del cristianismo primitivo: Pablo, los predicadores de influencia paulina, los Sinópticos, Juan, Santiago y otros, Schnackenburg señala las variantes históricas de la proclamación de la fe y de las exhortaciones morales. Sin embargo, no permiten llegar a una relativización de la fe o de la ética cristiana, sino, al contrario, en todas estas variantes destaca la fuerza vital, el poder de la fe y la fecundidad del mensaje moral para configurar la vida. El autor subraya particularmente lo que pueden aportar al diálogo actual las concepciones originarias del hombre como agente moral, de su relación con el mundo como el espacio de lo moralmente encomendado y la idea de la vinculación a la comunión eclesial como lugar de la realización existencial cristiana.
Según los estudios recientes, hay que prestar una atención muy cuidadosa a los diversos estratos de textos del Nuevo Testamento en lo que se refiere al mensaje de Jesús. La tradición protocristiana a menudo lo recubre con sus interpretaciones y no es fácil llegar al Jesús histórico. En este primer volumen, Schnackenburg presenta su importante trabajo de crítica textual que permite diferenciar entre las exigencias morales de Jesús y las enseñanzas morales de la Iglesia primitiva.
El punto de vista en el que se sitúa el autor de esta obra justificaría plenamente el título de Antropología Metafísica. Su objeto es el de ser viviente, pero más especialmente el hombre, y más aún su vida subjetiva, sensible e intelectual. A través del estudio de los hechos psíquicos, Verneaux muestra qeu la filosofía necesita de la psicología para construir una concepción del mundo.