Orígenes de Alejandría nace alrededor del año 185. A él se debe un cambio irreversible en la historia del pensamiento cristiano al fundamentar la teología en la explicación de las Escrituras. Realiza una interpretación sistemática del pasaje bíblico descubriendo las diversas dimensiones de la Escritura: la “literal”, la “moral”: qué debemos hacer para vivir la palabra; y por último, el sentido “espiritual”, o sea, la unidad de la Escritura, que en todo su desarrollo habla de Cristo.
Al final de su vida, Orígenes escribió en Cesarea de Palestina estas Homilías que Rufino tradujo al latín. Superada la literalidad judía, capta la enjundia de la palabra de Dios en la alegoría cristiana. Intenta «sacar agua de los pozos». El Señor puso en ellos, debajo de la letra, un sentido recóndito, místico, que es preciso recuperar. El Alejandrino, padre de la exégesis cristiana, utiliza la simbología, la etimología de vocablos y el simbolismo de las cifras, en línea con la gematría de los judíos.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros está el imperio, y lleva por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz» (Is 9, 5).
Para los Padres de la Iglesia la profecía de Isaías no era un compendio de historia judía o de teología, sino el anuncio de la venida del Mesías, que se cumplió en la vida y ministerio de Jesús de Nazaret. Y por ello las palabras del profeta eran una rica fuente de reflexión teológica referida a su Señor, y una ayuda vital en su defensa contra las objeciones de los judíos, los cuales negaban que Jesús fuese el Mesías prometido.
La interpretación del ministerio de Jesús a la luz de la profecía de Isaías no era una innovación teológica de los Padres, sino más bien una continuación del camino trazado por los escritores del Nuevo Testamento y por el mismo Jesús.
Entre los comentarios continuos citados en este volumen están los de Eusebio de Cesarea, Jerónimo, Cirilo de Alejandría y Teodoreto de Ciro, así como uno atribuido a Basilio de Cesarea. Juan Crisóstomo predicó una serie de homilías sobre Isaías, la mayoría de las cuales están dedicadas a los ocho primeros capítulos, si bien es verdad que Crisóstomo cita frecuentemente a Isaías en numerosas homilías y en otros libros. Agustín de Hipona, Gregorio el Grande y Beda el Venerable citan con frecuencia pasajes de Isaías 1-39, igual que hicieron otros Padres para defender la fe cristiana de las críticas judías.
Aquí encontrarán los lectores textos pertenecientes a Padres orientales y occidentales, que van desde el siglo primero al octavo, algunos de los cuales se traducen al castellano por primera vez. Este tesoro contiene suficientes riquezas para iluminar la mente y encender el corazón.
Antes de convertirse en protegido de los emperadores Vespasiano y Tito, FLAVIO JOSEFO (ca. 37-ca. 100 d. C.) participó en la guerra de liberación que los judíos llevaron a cabo contra el Imperio Romano y que acabó con la derrota y la destrucción del templo de Jerusalén, por lo cual fue testigo privilegiado de los últimos años del Estado judío antiguo. Este volumen reúne dos de sus más importantes escritos polémicos: traducido, prologado y anotado por José Ramón Busto, SOBRE LA ANTIGÜEDAD DE LOS JUDÍOS (o «Contra Apión») es una apología del pueblo judío y una visión racionalista y humanista del judaísmo del siglo i de nuestra era; la AUTOBIOGRAFÍA o «Vita», traducida, prologada y anotada por M.ª Victoria Spottorno, es el relato de su vida desde la infancia hasta el reinado de Domiciano, así como una defensa de su conducta frente a las acusaciones de sus rivales políticos.
Los Padres de la Iglesia estaban convencidos de que los tres libros del Antiguo Testamento conocidos como Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares habían sido escritos por Salomón; en la actualidad, sin embargo, la mayoría de los exegetas rechazan esta tesis. Desde el punto de vista de los Santos Padres, la más elevada sabiduría acerca de los temas fundamentales de la vida –antes del tiempo en que Dios se hizo hombre en Jesucristo– se encontraba en estos libros. Y al igual que hicieron en el resto del Antiguo Testamento, también en estos escritos detectaron fácilmente prefiguraciones y alusiones referentes a Cristo y a su Iglesia, que mostraban la importancia de la Palabra de Dios para los cristianos de su tiempo. Entre todos los comentarios al Eclesiastés que han llegado hasta nosotros, destacan por su profundidad las ocho homilías de Gregorio de Nisa, aunque cubren sólo los tres primeros capítulos del libro. Junto a Gregorio, los Padres más citados en este volumen son Agustín, Ambrosio, Gregorio el Grande, Orígenes, Juan Casiano, Juan Crisóstomo, Atanasio, Beda el Venerable y Jerónimo. Por otra parte, encontramos también un amplio número de autores, entre ellos Gregorio Nacianceno, Basilio el Grande y Cirilo de Jerusalén, cuyos textos también están citados en este volumen, si bien en menor número que los anteriores.
San Ambrosio de Milán (340-397) dedicó una gran solicitud pastoral a las vírgenes cristianas. Fruto de sus desvelos pastorales son los tres tratados que publicamos en este volumen: De uirginitate, De institutione uirginis y la Exhortatio uirginitatis. Con anterioridad, en esta misma colección publicamos los escritos De uirginibus y De uiduis. De esta manera cumplimos el propósito de sacar a la luz pública todo el corpus ambrosiano sobre la virginidad en lengua castellana. El primer tratado sobre la Virginidad que presentamos comienza con unos exempla sobre la sabiduría del rey Salomón y sobre Jefté. La actuación de este último le da pie para desarrollar una homilía en defensa de la virginidad. Finaliza la obra con otra homilía dedicada a la fiesta de S. Pedro y S. Pablo. El escrito consagrado a la Instrucción de la virgen tiene una particular significación, pues en él se destaca el papel de la Virgen María como modelo a imitar por las vírgenes cristianas. Se puede decir que estamos ante una obra eminentemente mariológica que va a tener un gran influjo en siglos posteriores. Aquí se nos muestra Ambrosio como un valedor a ultranza de la virginidad de Santa María, frente a detractores como Bonoso. La Exhortación a la virginidad reproduce una homilía de Ambrosio predicada en Florencia con motivo de la traslación de las reliquias de S. Agrícola. El obispo de Milán utiliza un recurso literario que consiste en poner en boca de Juliana, viuda de uno de los mártires cuyas reliquias se habían trasladado, un discurso animando a sus hijas a vivir la virginidad. Después, Ambrosio retoma la palabra para aplicar a las vírgenes unas enseñanzas del Cantar de los Cantares. En todo el volumen se puede apreciar el dominio de Ambrosio sobre los textos bíblicos, así como la exégesis que hace de los mismos, siguiendo en este punto las líneas generales de la hermenéutica alejandrina de tipo origeniano, aunque tampoco falten aplicaciones muy concretas de carácter parenético.
En la primera de las obras traducidas, A los jóvenes: cómo sacar provecho de la literatura griega, el lector encontrará, en palabras de Leonardo Bruni (s. XV), «un libro en sí pequeño» (brevis), pero «de mucho peso» (tantum ponderis) por el nombre y la autoridad (nomen, auctoritas) de quien lo escribió: san Basilio el Grande. El caso de este tratado basiliano, escrito en un elegante griego, es peculiar: supone el encuentro definitivo entre la cultura clásica y la cristiana, bases de nuestra cultura europea. Con intención fundamentalmente pedagógica, el autor exhorta a aprovechar debidamente la literatura griega en todo lo que nos conduzca a la virtud. Se trata de coger la rosa sin espinas, ser Odiseo sin dejarse seducir por las Sirenas. Constituye una propedéutica, un ejercicio preparatorio para acceder a las Sagradas Escrituras con garantías de absoluta comprensión y disfrute. Asimismo, también fueron verdaderos ejemplos de conducta ciertas figuras de la Antigüedad, como Pericles, Euclides o, especialmente, Sócrates. Basilio el Grande sigue a Orígenes en un principio básico: la coherencia en el comportamiento, la adecuación de las palabras y la forma de vida, la firmeza en las convicciones. Por su parte, la Exhortación a un hijo espiritual (traducida al español por primera vez) fue atribuida al mismo Basilio a lo largo de los siglos en diversos períodos. Actualmente prevalece la opinión contraria a su autenticidad. En cualquier caso, se trata de un precioso manual de edificación espiritual escrito originalmente en latín hacia el año 500. Su destacada significación es evidente en escritores de época merovingia, en los siglos VII y VIII.
La virginidad cristiana mereció una atención especial entre los múltiples quehaceres pastorales del santo obispo de Milán. Los escritos que aquí presentamos son fruto de su predicación, como la mayor parte de su producción literaria. Son cuatro tratados: Sobre las vírgenes, La virginidad, La educación de la virgen y Exhortación a la virginidad. Hay que hacer notar que el título de La educación de la virgen es relativamente moderno, pues en la tradición manuscrita se acostumbraba a denominar De perpetua uirginitate sanctae Mariae ad Eusebium. Desde los primeros tiempos del cristianismo, las vírgenes cristianas vivían una dedicación a Dios en el seno de su propia familia, aunque ocupaban un lugar distinguido en las celebraciones eucarísticas. Esta era la situación en la que se encontraban las vírgenes en el Occidente cristiano del siglo iv. No ocurría lo mismo en Oriente, donde el monacato femenino tenía ya un creciente desarrollo y las vírgenes vivían en comunidad. De todas maneras, en la segunda mitad de este siglo se empieza a notar una gran influencia del monacato oriental en el Occidente latino. El lector comprobará que Ambrosio muestra un empeño decidido en destacar el carácter sobrenatural de la virginidad, frente a las afirmaciones de quienes no entendían este modo de vivir cristiano. Las jóvenes cristianas que se decidían a llevar este género de vida tenían que superar los prejuicios del paganismo circundante, tanto por lo que se refiere a las «vestales» romanas, como a los egoísmos del padre de familia, que en aquella época ejercía un poder casi absoluto.
Las obras contenidas en este volumen ocupan un puesto de particular relieve entre los escritos de san Ambrosio. Su importancia radica en su significado histórico, litúrgico y dogmático.
Los tres escritos están estrechamente conectados entre sí, ya que se refieren a los ritos en los que los catecúmenos de la Iglesia de Milán recibían los sacramentos de iniciación cristiana. No se trata de opúsculos especulativos, sino de explicaciones dirigidas a la intelección y vivencia de la vida cristiana. Reproducen casi taquigráficamente la predicación que el obispo de Milán impartía durante la semana de Pasión y la semana de Pascua a los catecúmenos y neófitos.
La Explicación del Símbolo es el primer documento escrito que nos permite reconstruir la fórmula del Símbolo de la fe, por lo cual tiene una gran importancia para la historia del origen y evolución del Credo apostólico.
En Los sacramentos se recogen seis sermones que inician a los neófitos en la comprensión de los sacramentos que acaban de recibir en la vigilia pascual: bautismo, confirmación y eucaristía.
Los misterios, por su parte, son una reelaboración sistematizada y con un lenguaje más preciso de los seis sermones que forma el De Sacramentis.
La riqueza bíblica de las explicaciones hace que estos escritos sean un instrumento muy actual y adecuado para catequesis catecumenales de adultos.
«Por ello me parece que el tiempo no es otra cosa que una expansión: ¿de qué cosa? No lo sé, pero me asombraría que no fuera del espíritu mismo. Te suplico, Dios mío, ¿qué mido entonces cuando digo de forma poco precisa: ‘este tiempo es más largo que aquél’; o cuando digo de modo preciso: ‘éste es el doble de aquél’? Mido el tiempo, lo sé. Pero no mido el futuro, porque aún no es, ni mido el presente, porque no comprende ningún espacio temporal, tampoco mido el pasado, porque ya no es más. ¿Qué mido entonces? ¿Los tiempos que pasan, no los pasados? Así lo he dicho antes».
Las Confesiones de Agustín de Hipona (354-430) se ordenan en torno del proceso de conocimiento de sí mismo que lleva a preguntarse por la relación del hombre con Dios, el cual trasciende y determina la propia subjetividad. La meditación sobre el contraste entre tiempo humano y eternidad divina, emprendida en este libro XI, conduce al reconocimiento de la paradoja del ser del tiempo. Agustín concluye que el tiempo es la expansión del espíritu a través de la actividad conjunta de memoria, atención y expectación.
De Agustín de Hipona ha sido publicado en esta misma Editorial El maestro o Sobre el lenguaje (2003).
En el escrito Sobre Abrahán, quizá como en ningún otro tratado de san Ambrosio, se nos muestra claramente su personalidad, sobre todo porque manifiesta su inclinación a la predicación moral y sus dotes exegéticas para interpretar la Sagrada Escritura. Su composición hay que situarla en los años 382-383. El personaje central es Abrahán, a quien san Pablo define como Padre de los creyentes (Rm 4, 1-25) y hombre de fe. Analizando los dos libros que componen esta obra de san Ambrosio podemos observar claramente sus diferencias. El Libro primero lo constituyen un conjunto de sermones y muestra claramente la explicación oral dirigida a los catecúmenos. El tema central del libro es la vida de Abrahán desde su vocación hasta su muerte, tal y como se narra en Génesis 12-25. Toda la enseñanza moral que transmite san Ambrosio tiene muy en cuenta las costumbres y circunstancias de su auditorio; por eso su comentario y exégesis se enriquece con referencias continuas a la vida concreta con ejemplos prácticos. El Libro segundo también está centrado en la vida de Abrahán, desde la vocación hasta la promesa del hijo, Isaac. Es evidente el enfoque y el modo de tratar los temas: abandona el tratamiento moral sencillo y simple para desarrollar las cuestiones con un sentido superior. Esto significa que abunda una exégesis alegórica y la introducción frecuente y amplia de cuestiones filosóficas. Son numerosos los pasajes del Génesis a los cuales se aplica la doble interpretación: la moral en el libro primero, y la alegórica o mística en el segundo. También las fuentes en las que se inspira san Ambrosio son distintas para el Libro primero y segundo. La presente traducción es la primera edición íntegra de la obra que se publica en lengua castellana.