La reflexión filosófica sobre el tiempo y la historia ha acompañado todas las etapas del pensamiento humano, de Atenas a Jerusalén, de Roma hasta la Europa ilustrada, desde la Modernidad hasta la Posmodernidad.
Hoy soplan malos vientos para la filosofía de la historia pues se la ve sea como la justificación ideológica de los totalitarismos políticos, sea como la reedición del viejo mito gnóstico, aquel que despreciaba la bondad de la realidad presente en nombre de un inexistente paraíso futuro.
Pero, pese a todos sus abusos históricos –religiosos, profanos, idealistas o postidealistas–, la filosofía de la historia sigue tan actual y desafiante como las preguntas que le dieron origen: ¿qué sentido tiene la acción del hombre en la historia?, ¿cuál es el sentido de tanta muerte y sufrimiento por él causado?; a la vista de tanto horror y sinsentido ¿es el hombre protagonista de la historia y dueño de su destino?
En el presente volumen se recorren, en una primera parte, las etapas más señaladas de la reflexión sobre el tiempo y la historia, dedicando la segunda a analizar los problemas específicos que plantea el conocimiento histórico: la relación entre los conceptos de comprensión, explicación y narración.
A diferencia de las disciplinas en las que la reflexión sobre sí mismas no forma parte de ellas, en la filosofía, como lo testimonia la obra de filósofos pertenecientes a distintas épocas y tradiciones, desde Platón y Aristóteles hasta Wittgenstein o Husserl, esa reflexión ocupa una posición central.
Dado que no existe un modo canónico de entender y practicar la filosofía, al menos uno que exceda el ámbito de una particular escuela o tradición, la reflexión sobre la propia disciplina resulta ser más imperiosa que en otros ámbitos. Y lo es sobre todo en tiempos de crisis y de transformaciones, por lo que no es sorprendente que el siglo que acaba de finalizar, caracterizado justamente por una acumulación de cambios radicales o «giros», haya sido una época especialmente rica en producción metafilosófica.
En el ámbito de la filosofía iberoamericana la filosofía de la filosofía ha tenido históricamente cierto número de manifestaciones, sobre todo en México a partir de la influencia de José Gaos. Actualmente, el cultivo de la problemática metafilosófica, signo de la madurez de una comunidad filosófica, está despertando un interés creciente entre filósofos iberoamericanos de distintas orientaciones. Con este volumen, cuyo objetivo es proporcionar una muestra variada y plural de la reflexión metafilosófica actual en español, se pretende asimismo estimular el desarrollo ulterior de este campo.
Metafísica sabe a antiguo, a tiempos pasados. ¿Acaso no relacionamos el concepto de posmodernidad con muerte de la metafísica? Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a ese tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término de metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar. Y de esta suerte se crea un puente que va desde Wittgenstein o Heidegger hasta Aristóteles, pasando por Kant y Hegel, por donde transitan estos pocos y trascedentales interrogantes.
En este volumen se recogen los restos del naufragio metafísico para devolver a la filosofía la seriedad que ninguna moda puede robarle. Hay artículos, como los de Humberto Giannini o Patricio Peñalver, que se enfrentan a qué significa hoy hablar de metafísica. El de Gómez Pin se centra en las cuestiones que suscitan la idea de mundo o de naturaleza. Los hay, como los de Jorge Ibáñez y Rodríguez-Pereyra, que se centran en torno a la muerte. Mientras que Ortiz Osés vuelve sobre el tema de Dios, Ramón Rodríguez se fija en lo que sea el sujeto. Y no falta la cita con las cuestiones más celosamente metafísicas tales como la comprensión actual del trascendental, escrito por Hoyos Jaramillo, el sentido, estudiado por Patxi Lanceros, o el tiempo, por Eugenio Trías. No hemos querido que faltaran en esta Enciclopedia Iberoamericana las reflexiones de José Gaos sobre el destino de la metafísica y la de Eduardo Nicol sobre el lugar del hombre, a cargo de Antonio Zirión Quijano y Juliana González, respectivamente.
El presente volumen de la Enciclopedia IberoAmericana de Filosofía no es una simple «Historia de la filosofía moderna», sino un sugerente recorrido por los principales temas de la época moderna. En algunos casos el autor se adentra por disciplinas que todavía no tenían ni nombre, aunque entonces fueran descubiertas, pero que hoy nos interesan por ellas mismas: así ocurre con el nacimiento de la estética, de la filosofía del lenguaje y de la filosofía política. En otros casos la atención del lector se dirige hacia temas básicos en los que la filosofía moderna introdujo adrede perspectivas insólitas, como el llamado «camino de las ideas» o la novedosa conexión, especialmente metodológica, entre matemática y filosofía. El presente volumen se ha permitido detenerse en un asunto que fue sistemáticamente relegado porque se le consideró una recaída en el pensamiento mágico que la filosofía moderna había venido justamente a desterrar: la cábala y las variantes de ese pensamiento inquietante que frecuentaron Leibniz y Newton. Lo mismo cabe decir del pensamiento escéptico en el que se mezclan intereses teóricos actuales y el deseo de ofrecer una reconstrucción más adecuada de la filosofía moderna.
Sin duda, vivimos una época de cambio y, ante la llegada de una «posmodernidad» aún naciente, se impone un conocimiento riguroso del pensamiento moderno, para superar las contradicciones de la modernidad y poder entender los tiempos que se avecinan.
«La muerte atraviesa la vida, ésa es la enseñanza del cristianismo; tú tienes que morir a; el Espíritu vivificante es precisamente el que te mata; es la primera manifestación del Espíritu vivificante: que tú debes meterte en la muerte, tú debes morir a — así es, para que no puedas tomar el cristianismo en vano. Un Espíritu vivificante: he aquí la invitación, ¡quién podría no aceptarla! Pero muere, primero: ¡he aquí la parada!».
De entre los escritos edificantes de Søren Kierkegaard (1813-1855), el presente es el más popular de todos. Destinado en un principio a ser una de las predicaciones previstas para 1851, fue finalmente publicado el 10 de septiembre de ese mismo año, en el undécimo aniversario del compromiso de su autor con Regina Olsen. Interpelación al individuo singular, constituye un excelente compendio del pensamiento kierkegaardiano.
«Por ello me parece que el tiempo no es otra cosa que una expansión: ¿de qué cosa? No lo sé, pero me asombraría que no fuera del espíritu mismo. Te suplico, Dios mío, ¿qué mido entonces cuando digo de forma poco precisa: ‘este tiempo es más largo que aquél’; o cuando digo de modo preciso: ‘éste es el doble de aquél’? Mido el tiempo, lo sé. Pero no mido el futuro, porque aún no es, ni mido el presente, porque no comprende ningún espacio temporal, tampoco mido el pasado, porque ya no es más. ¿Qué mido entonces? ¿Los tiempos que pasan, no los pasados? Así lo he dicho antes».
Las Confesiones de Agustín de Hipona (354-430) se ordenan en torno del proceso de conocimiento de sí mismo que lleva a preguntarse por la relación del hombre con Dios, el cual trasciende y determina la propia subjetividad. La meditación sobre el contraste entre tiempo humano y eternidad divina, emprendida en este libro XI, conduce al reconocimiento de la paradoja del ser del tiempo. Agustín concluye que el tiempo es la expansión del espíritu a través de la actividad conjunta de memoria, atención y expectación.
De Agustín de Hipona ha sido publicado en esta misma Editorial El maestro o Sobre el lenguaje (2003).
La vida religiosa está enfrentada a una profunda crisis que no es coyuntural sino estructural; su modelo actual se ha quedado obsoleto y resulta inviable. La presente obra aboga por un cambio de modelo de la vida religiosa, para responder a los nuevos retos que se plantean en sociedades de cristiandad que han dejado de serlo.
Se parte de una revisión de la base exegética, histórica y espiritual sobre la que se ha asentado el modelo teológico tradicional de los religiosos. A la luz de la evolución teológica hay que cuestionar algunos de los tópicos fundamentales sobre los que se ha construido teológica e históricamente el monacato, en un primer momento, y los modelos posteriores medievales, de la Contrarreforma, modernos y contemporáneos.
En este marco hay que referirse también a la complementariedad de la vida contemplativa y activa, así como al papel de los institutos seculares y las asociaciones laicales que se diferencian de los religiosos desde un proyecto evangélico radical.
Pero este estudio va más allá y, centrándose en la situación actual, quiere ayudar a la renovación de los religiosos desde la perspectiva de los laicos. La teología actual de laicado puede ofrecer muchas contribuciones para una redefinición de la vida religiosa y sus tareas. Si en el pasado se dio una monaquización del laicado, hoy es este último el que puede aportar nuevos horizontes a los religiosos. Se busca así desarrollar una eclesiología de comunión y una nueva misión cristiana en el contexto de la globalización, la secularización y la postmodernidad.
Cuando Augusto consolidaba el Imperio romano, en su centro cultural, Alejandría, nace Filón. Filósofo, exégeta y maestro en su comunidad judía, Filón es testigo de la convivencia del judaísmo de lengua griega con una sociedad helenizada que en Egipto parecía acercarse al ideal de la pax romana. Pero también es el principal informante sobre el primer pogrom contra su comunidad en el año 38. Sus escritos constituyen la más importante expresión del judaísmo de lengua griega que encontró su ocaso en la época de la destrucción del Templo de Jerusalén.
Este volumen primero de las Obras completas de Filón de Alejandría se abre con una introducción general a la edición y traduce dos de los tratados más significativos de la obra filoniana: De opificio mundi y Legum allegoriae 1-3.
La creación del mundo es el tratado fundamental de Filón, donde interpreta la doble narración de la producción del mundo según el Génesis, desde perspectivas eclécticas basadas en el Timeo y en tradiciones pitagóricas, aristotélicas y estoicas. Moisés se convierte en el verdadero filósofo para todos los hombres inteligentes de la ecúmene alejandrina, el que enseña la creación y la discriminación de un mundo inteligible y otro sensible.
Alegorías de las Leyes es el inicio del Comentario Alegórico, donde los elementos narrativos de la producción artesanal de Adán y de la derivada producción de Eva por la costilla, considerados de forma mítica, dan paso a una interpretación —digna de Dios— de la producción del Intelecto y de la Sensibilidad, primero arquetípicos, después histórico-mundanos.